Raphinha, el jugador de la temporada: un triunfo desde la locuacidad

«Yo soy una persona que respeta a todos, pero cuando salía del campo hubo gente que me ha insultado. Devolví los insultos, aunque sé que no debo hacerlo, pero los devolví. Al final nos calentamos todos. Los jugadores del Benfica prefirieron insultarme y yo soy una persona que no me llevo nada para casa, lo que me hablan lo van a escuchar también. Respeto si me respetan, pero si no es así, no me callo si me insultan», desveló. Unas declaraciones que coronó con una pulla al arbitraje en España: «Si hablo todo lo que pienso quizás no volvería a jugar en la Liga, pero es lo que tenemos»..

Raphinha aterrizó en la Ciudad Condal durante el verano de 2022. Lo hizo rodeado de sombras y sospechas al tener como representante a Deco, flamante director del Barcelona por entonces. Los 60 millones que se pagaron al Leeds se cuestionaron, sobre todo por no ser un jugador con la titularidad asegurada y coincidir en el campo con el entonces ojito derecho de Xavi Hernández: Ousmane Dembélé. De los 60 partidos que jugó bajo las órdenes del excentrocampista, solo completó siete alcanzando habitualmente la hora de juego. «Cuando estaba Xavi, yo ya sabía que iba a salir en el minuto 60. Intenté hacer de todo en esos 60 minutos... pero no me salió nada. Y otras veces, cuando sí me salió, me sacaron igualmente», criticó.

Su carácter impetuoso le llevó a no aceptar ese rol y se le vio enfadado muchas veces al ser sustituido. Incluso trascendió un incidente que mantuvo con el hermano del técnico, Oscar Hernández, tras ser sustituido ante el Valencia con el partido empatado (2-2). Raphinha se sintió señalado y en el vestuario se enzarzó con el técnico ayudante, al que insultó gravemente. «Tranquilo, ahora no jugarás», fue la respuesta que obtuvo y a la semana siguiente fue suplente en Montilivi.

Tampoco dudó en levantar la voz a principio de temporada. Era consciente que el Barcelona quería traspasarle para poder fichar a Nico Williams, el deseo de la dirección deportiva, que quería juntarlo con Lamine Yamal, ambos sensación en la Eurocopa que ganó España. «Ya lo comenté en Instagram la broma de mal gusto de la camiseta de Nico y mía. La gente debe respetar a los jugadores del club. Ver una foto como esta no me sentó bien. Fue una falta de respeto hacia mi trabajo. La gente hace lo quiere y pone en la camiseta el nombre y número que quiere. Pero no influyó en mi arranque. Pero sí que estoy motivado, tengo dos años de contrato. Empecé sabiendo que tenía que adaptarme a otras posiciones y a otra forma de jugar, pero doy lo mejor. Si trabajaba al 100 por cien, ahora doy el 200», explicó en la previa del partido ante el Bayern. Le respaldaba sus buenas actuaciones hasta el momento.

Y es que la llegada de Hansi Flick ha permitido ver a un nuevo Raphinha, mucho más letal, participativo y decisivo. De hecho es una de las piezas inamovibles del esquema del alemán, que ha encontrado la mejor posición para él. Ante el Young Boys, en Champions jugó por la izquierda ante la explosión de Lamine Yamal por la derecha. Flick le permitió también actuar de enganche por detrás de Lewandowski. El éxito no se hizo esperar: si en los dos primeros años sumó diez goles en cada uno, actualmente ya acumula 23 tantos y 11 asistencias repartidos en todas las competiciones en las que ha jugado 30 encuentros, prácticamente todos como titular y completando los partidos. Raphinha entiende en ese cambo de posición parte de su éxito así como también en la llegada de Flick, excusa para mandarle otro dardito a Xavi: «Son personas diferentes, que tienen una manera diferente de hacer su trabajo y de tratar con los jugadores. También ayuda el hecho de cambiar la mentalidad después de no ganar nada».

Y la misma locuacidad y contundencia que utiliza para defenderse la emplea para hacerlo con sus compañeros, a pesar del impacto que puedan tener sus palabras. Sucedió antes de la semifinal del partido de Supercopa ante el Athletic, cuando no se sabía si Olmo recibiría la cautelarísima por parte del CSD para poder jugar lo que resta de temporada. «Si yo estuviera en otro equipo y recibiera el interés del Barcelona, me lo pensaría antes de venir», soltó en una rotunda crítica a la gestión del club en la inscripción de Olmo y Pau Víctor. Laporta se vio obligado a corregir al futbolista públicamente asegurando que no quiso decir eso.

Raphinha sabe que ahora mismo es insustituible y que su carácter y su estado de forma es un plus para el equipo. Además, las lesiones de Ter Stegen y Araujo y la suplencia habitual de Frenkie de Jong, que son los tres primeros capitanes, le han permitido llevar el brazalete en la mayoría de partidos de esta temporada. «Es un orgullo enorme llevar el brazalete, pero ser un capitán es más que llevarlo. Es ayudar al equipo en todo, a los veteranos, a los jóvenes, escucharlos... ver cómo está la gente, si está bien o no, si necesita algo... intento ayudar en lo que puedo. Estoy a disposición de ellos. Estoy emocionado y feliz por ser uno de los capitanes. Muchos llevaron este brazalete e hicieron una historia linda en el club y quiero seguir esos pasos», asegura.