Treinta títulos con el Barcelona, entre ellos tres Copas de Europa (una más con el Manchester), y campeón de Europa y del mundo con la selección española. El palmarés y la carrera profesional de Gerard Piqué son brillantes. Para muchos, el mejor defensa de ... la historia del Barça y, para algunos, el mejor central de la historia de España. Estar de acuerdo o no ya es otra historia, pero el debate, como mínimo, lo sostiene.
Piqué se marchó del Barça muy joven, en 2007, para hacer la mili en el United, con Ferguson a los mandos. Un añito en Old Trafford para demostrarle al club de su vida que podía ser un activo de nivel para el equipo (ganó también la Premier y una Copa de la Liga), y así fue. Junto a Puyol conformó la pareja de centrales de la era más gloriosa del Barça (la de Guardiola, 2008-2012, que entre otras gestas dejó un 2-6 en el Bernabéu y un 5-0 en el Camp Nou al Madrid de Mourinho). Momentos cumbres de una carrera en la que también tocó el cielo con la camiseta de la selección. Piqué fue una de las piezas clave para hacer de España la mejor selección del planeta, campeona en el Mundial de Sudáfrica 2010 y de la Eurocopa 2012. En la de 2008 no estuvo.
Todo se vino abajo en el último año y medio. El desastre del Barça el pasado curso, firmando su segundo año en blanco desde 2020, fue su condena deportiva. Seguramente injusta, pero para lo malo, también Piqué era la diana de una inmensa mayoría. Fue de los pocos futbolistas que rindió a un óptimo nivel, tanto con Koeman como con Xavi, pero el técnico de Tarrasa consideraba que la vida social y empresarial de Gerard era incompatible con la época de necesidad deportiva del club. Y, a eso, se le unían las urgencias económicas de la entidad, obsesionada con evitar pagarle en su totalidad los 80 millones brutos que aún tenía pendiente de cobrar por el año y medio de contrato restante más las cantidades diferidas años atrás. Este curso, sabedor que sería carne de cañón del banquillo, cometió un grave error en el decisivo partido de Champions ante el Inter, y ahí ya se dio cuenta que el telón se estaba bajando.
El escándalo por el acuerdo comercial de Kosmos con la Federación, para llevar a Arabia Saudí la Supercopa de España, negocio por el que se embolsa cuatro millones de euros por seis ediciones, un total de 24, también lastimó su hasta entonces impoluta imagen empresarial. Esa elevada comisión generó un notable rechazo social y mediático, hasta el punto de provocar una enmienda en la nueva Ley del Deporte que, precisamente, aprobó ayer el Congreso.
En el artículo 47 se dice que «para la organización de las actividades y competiciones deportivas oficial de ámbito estatal no se podrá establecer relación comercial con un jugador en activo susceptible de participar en las mismas». Ahora, una vez retirado, podrá seguir cerrando negocios con el fútbol profesional sin temor a saltarse la ley. Hasta en eso ha hilado fino Piqué.
En lo personal tampoco ha sido un buen año. La separación con Shakira y la batalla judicial para quedarse con la custodia de sus dos hijos, una vez que la cantante colombiana desea llevárselos a su país, está siendo un tema delicado al que ahora Gerard podrá dedicar toda su atención.
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