La historia del 'abuelo' goleador que cambió la vida en La Cabrera

«No sé hacer toques como los profesionales», avisa Osvaldo al recibir a ABC ataviado con una camiseta de River Plate y un curioso utillaje en su bolsa deportiva (varios pares de botas, un par de camisetas, vendajes…). Su primer contacto con el balón lo tuvo en el fútbol sala argentino y a los 16 años jugó en el Club Atlético Platense, que tuvo que abandonar por la quiebra de la institución y el mal ambiente del equipo: «Mis compañeros salían a robar todas las noches». Hizo pruebas en River Plate, pero no consiguió quedarse, así que se centró en sus estudios de Arquitectura. Continuó jugando al fútbol durante su beca de trabajo en Delft (Holanda), en el equipo universitario. Su hermana vivía en España y venía a visitarla, y conoció a su mujer en La Cabrera. Ahí empezó su idilio con el fútbol madrileño.

Entre los secretos de la eterna juventud de Osvaldo está comer lo mejor posible y no beber alcohol. Le gusta cuidarse y dormir bien antes de un partido. «Para mí no son sacrificios, me hacen sentirme mejor y forman parte de mis rutinas», dice. El entrenamiento es la parte del día donde desconecta: «Estoy haciéndome mi casa. Estoy de día en la obra, a la tarde en el ordenador y llega a la noche el entrenamiento, que me da la vida». Además de ser jugador es entrenador desde hace 15 años de los más pequeños de la localidad. Muchos de los chicos que ha entrenado ahora son sus propios compañeros de equipo.

En sus inicios fue un delantero muy rápido y goleador, y al llegar a La Cabrera, en la categoría Tercera de aficionados, empezó a jugar en el medio y ahora de lateral derecho. Tiene su heroico gol con el 14 a la espalda memorizado: «Arranco por la banda derecha, me asocio con el medio, me devuelven la pared y juego con el delantero que está en la media luna. Gira y me hace un pase entre central y lateral, y cerca del área pequeña definí con el exterior».

A los 36 años, Osvaldo se rompió el cartílago del fémur y el traumatólogo le dijo que Van Basten había dejado el fútbol por algo similar. Pero él ahí sigue, con sus supersticiones (vestirse en un orden, envolver las vendas de una manera, no ponerse la camiseta hasta el final) y se ve para continuar diez años más. «El límite lo pondrá el cuerpo, no yo», asegura.

El proyecto de La Cabrera ha dado un gran impulso desde la hazaña goleadora de Osvaldo. La próxima temporada se ha logrado afianzar una agrupación deportiva «en toda regla y sin ánimo de lucro» con el objetivo de cumplir los estatutos y fomentar el fútbol entre todos los interesados que quieran ser socios. «Osvaldo ha conseguido que el sentimiento de apego al pueblo crezca», afirma Fernando López, director deportivo de la entidad y técnico del primer equipo.

Entre las novedades destaca un convenio con el Ayuntamiento, la llegada de varios patrocinadores y subvenciones públicas para la mejora de las instalaciones deportivas: «Las redes sociales han ayudado mucho a colocar a La Cabrera en el mapa de la Comunidad de Madrid. Damos ilusión a los jóvenes».

La pretemporada del primer equipo comienza el próximo jueves. Y allí estará Osvaldo, el abuelo convertido en leyenda de La Cabrera gracias a su gol con 57 años, siete meses y seis días.