Trejo: «No hay nada falso en el Rayo, es amor por el club y por el barrio»

El fútbol actual de Trejo es pletórico, porta el brazalete de capitán y a sus 33 años es uno de los principales artífices del idilio deportivo que se vive este curso en Vallecas.

El Rayo y usted viven de la mano tiempos de bonanza, ¿está en su mejor momento como profesional?

La verdad es que sí, estoy pasando un momento individual muy bueno, con confianza. Ya son muchos años en el club y lo que hace que ahora esté y estemos así tiene que ver con todo lo que hemos pasado en Segunda y lo que nos costó ascender. Gran parte del grupo sigue este año en Primera y se nota la integridad y el compañerismo en cada uno de los jugadores.

¿Lidiar con la muerte de su padre le hizo mejor futbolista?

Sí. Suena fuerte o feo, pero en la familia estábamos esperando que sucediera, porque los doctores nos dijeron que era cuestión de tiempo nada más. Obviamente, pasé aquí el peor año futbolístico de mi carrera porque uno quisiera hacer muchísimas cosas pero la distancia no lo deja. Son las cosas feas del futbolista; la gente piensa que todo es lindo, que todo es bueno, pero somos personas normales como todos. A partir de ahí, de lidiar con la pérdida como decís, me he liberado, me he sacado el peso en la mochila que tenía, pude viajar a Argentina a verlo en las fiestas antes de... y bueno, se que ha renacido otro Óscar. Por suerte, sé que mi papá me va a acompañar siempre y estará haciendo fuerza para que las cosas vayan bien.

¿Y mejor persona?

También. Con él hablaba poco porque nosotros somos de poco hablar, pero con los hechos nos demostrábamos todo nuestro cariño, todo nuestro amor. Nos veíamos cada año y he tenido la suerte de que mi papá conociera a mis tres hijos y que pudiera disfrutar sobre todo de los dos más grandes. Y, obviamente, la pérdida de él te asienta sobre el mundo y te hace valorar muchísimas más cosas las que antes no me daba cuenta porque no estaba tan abierto como lo estoy ahora.

Un partido histórico ante el Mallorca, el club que le trajo a la Liga, ¿qué recuerda de aquella época adolescente?

Los primeros meses fueron jodidos porque tuve un juicio con Boca, que incluso entró FIFA también, en el que decían que tenía contrato con ellos, cuando no era cierto y no pude jugar hasta mayo, casi a finales de campeonato. Me tocó debutar con un gol al Getafe y la espera valió la pena. Pero es verdad que después no tuve la participación que me hubiera gustado; había muchos jugadores en un muy buen nivel y a partir de la segunda temporada, con Laudrup, vi que no cuento para ellos y empecé a buscar mi camino en otros lugares. Pero estoy agradecido por la oportunidad que me dieron de conocer Europa.

¿Es especial jugar contra el Mallorca?

Sí, siempre es especial y sobre todo en un partido que para nosotros es muy importante. No solo en lo futbolístico, es un encuentro histórico para el club y para todo el barrio. Son cuarenta años desde la última semifinal de Copa.

Viendo jugar al Rayo se tiene la sensación de que la libertad es plena en la fase ofensiva, ¿qué culpa tiene Iraola en este proceso?

El gran partícipe y el gran autor de que todo vaya bien es Andoni. Él es el que guía el barco, el que nos dice por donde podemos dañar al equipo rival, quien nos exige en la presión, el responsable de que estemos bien ubicados. Pero con balón, como vos dices, nos deja esa libertad porque al final sabe que para llegar arriba dependes de la creación y de la picardía de tus jugadores. Y nosotros tenemos diferentes opciones que nos están dando la ventaja para que tengamos los puntos que tenemos ahora.

¿Qué supone para usted ser el capitán de un club como el Rayo Vallecano?

Es lindo porque estás en un club en el que te sientes especial, te sientes querido. No es un club cualquiera, significa mucho para mí y para mi familia por todo el tiempo que he pasado aquí, porque quiero estar aquí, y sobre todo, porque aquí la gente sabe como soy. Es verdad, soy tímido y no me gusta mucho hablar, soy más de los hechos porque vos le puedes decir a un compañero 'vos me caes muy bien, voy con vos a muerte' pero después, dentro de la cancha si tu compañero no siente tu apoyo de qué te sirven las palabras. Entonces, mediante el ejemplo y mis acciones me gusta que ellos vean que mis palabras no son mentira. Además, me siento muy cómodo como capitán, es un grupo espectacular.

¿Se ve retirandose aquí?

No depende de mí, pero aquí es donde quiero estar. Sé como va el fútbol, un año sos muy bueno, al otro año ya no tanto... aunque es verdad que el fútbol ha cambiado y no es igual al de hace diez años: ahora si te cuidas y las lesiones te lo permiten puedes estirar un poco más tu carrera, porque antes cuando tenías 33 años ya estabas colgando las botas y ahora no. Por ejemplo, mira a Molina o a Joaquín, que con cuarenta años siguen jugando en equipos buenos en una liga que es de las mejores.

Como jugador, ¿cómo vive la animadversión entre la la afición y la dirección del club?

Es una lástima. En un club con gente tan honrada, tan humilde y trabajadora que no vive por otra cosa que por ver al Rayo mejorar... Veo fácil que se sienten las dos partes y traten de solucionar las diferencias hablando, pero sé que es imposible aquí, porque sé que se ha intentado hacer y no se llega a ningún puerto. Uno sabe más o menos que problemas hay en los dos lados y uno está en el medio. Entonces uno no se puede ni decantar para un lado ni para el otro. Pero para mi este club sin la gente que tiene no sería nada. Aquí, con todos los problemas que tienen y con las pocas facilidades que les dan, la gente sigue respondiendo. El otro día perdimos contra el Bilbao y te despiden cantando, aplaudiendo... y uno tiene que levantar la cabeza agradecido aunque por dentro se quiera morir porque ha perdido. La situación es una lástima, el club merece estar mucho mejor de lo que está.

¿La afición es un factor diferencial para jugar en el Rayo?

No quiero faltarle el respeto a ninguno, pero ya te digo, si este club no tuviera la afición que tiene, muchos futbolistas estudiarían si venir o no. Porque al final, tanto si has sido visitante o como si eres local, te marca el jugar en Vallecas: la gente grita, está cerca, no para de cantar y está con el equipo a muerte. De local, teniendo a la afición para vos es algo único, mientras que para el visitante es un lugar difícil, es un hervidero. Tenemos que saber valorar esto, disfrutarlo y exigirnos el máximo para poder devolverle a nuestra hinchada todo el cariño que nos da.

¿Le recuerda a las hinchadas argentinas?

Sí, me recuerda mucho. Es cuerpo y alma, se entrega totalmente. No hay nada falso, nada irreal, es amor por la camiseta, por el club y por el barrio. A esta gente uno la quiere tener cerca siempre, porque si vos devuelves lo que ellos te dan ellos van a ir a muerte con vos estés donde estés y juegues contra quien juegues.

¿Se ve regresando a su tierra cuando se acabe esto del fútbol?

Ya cuando tienes familia y los chicos, tus hijos, están asentados en un lugar es más complicado. Es verdad que si me preguntaras que qué nos falta aquí, obviamente, es la parte afectiva de la familia. Pero también le digo a mis hijos, y lo hablo con mi mujer, que está bueno extrañar a la familia, porque cuando vas a verlos te dan el amor por tres o por cuatro. Vos no sabes como sería tu día a día allá porque no lo vives desde hace muchísimos años, entonces es lindo quedarte con el sabor de boca de regresar cada año. Cada vez que nos volvemos a España les cuesta más a los niños que a nosotros, porque se están encariñando, están conociendo a sus primos, están saliendo y descubriendo de donde son su papás.