El día que España lloró con Raúl

España cerró con una imagen inolvidable un concurso agitado en la Eurocopa del año 2000 que se disputó en Holanda y Bélgica. La selección se presentó a la cita bajo un optimismo desmedido tras una arrolladora fase de clasificación con el 9-0 a Austria en Mestalla como máxima expresión. El primer batacazo llegó en el primer partido, ante Noruega, tras una histórica cantada de Molina.

Siempre remó a contracorriente el equipo de José Antonio Camacho en aquella cita. De hecho, el pase a cuartos llegó de milagro tras dos goles en el descuento en el tercer partido de la fase de grupos. Pero el dramático gol de Alfonso contra Yugoslavia iba a perderse en el olvido ante la tragedia de cuartos.

El partido se disputó en Brujas, con amplia mayoría de españoles en las gradas. No jugó mal España ante el rival más difícil, la Francia de Zinedine Zidane que dos años antes había conquistado el Mundial, pero una vez más los errores defensivos condenaron a la selección.

«Zizou» adelantó a los franceses pasada la media hora tras una evitable falta cometida por Aranzábal. El gol no hundió a una España que fue ganando peso en el partido cuando Helguera y Guardiola comenzaron a dominar el centro del campo, aunque fue Pedro Munitis el que enseñó el camino para batir a Francia. El extremo desbordó a Thuram por la banda izquierda y acto seguido cayó dentro del área tras la entrada de Laurent Blanc, actual seleccionador francés. Mendieta se encargó de tirar y marcar el penalti del empate.

El empate apenas se mantuvo cinco minutos en el marcador después de una buena jugada de Djorkaeff , que dejó atrás a Aranzábal antes de sorprender a Cañizares con un potente disparo. De nuevo tocaba cuesta arriba. Y ahí mostró galones Francia, que apenas concedió media ocasión a los de Camacho en el segundo tiempo.

La esperanza llegó en el último minuto. Barthez es incapaz de atrapar un balon fácil, Abelardo pelea por el rechace y el guardameta francés comete penalti. España tenía la oportunidad de empatar y mandar el partido a la prórroga. Con el especialista en el banquillo, tomó la responsabilidad Raúl , inédito en toda la segunda parte pero que estuvo a punto de marcar un excelente gol en la primera.

«Estaba convencido de lograr el empate», explicaría más tarde Raúl. Barthez se tiró al lado contrario, pero el delantero del Real Madrid quiso ajustar demasiado y lanzó el balón fuera. Ahí comenzó el torrente de lágrimas de Raúl y de toda España ante otra decepción nacional . Sus compañeros salieron en su defensa. «El fallo de Raúl es de "chapeau", asume responsabilidades», explicó Salgado.

No hubo marcha atrás. España caía a manos de una Francia que iba a conquistar aquel torneo con un equipo de ensueño. «Espero tener otra oportunidad» , sentenció Raúl. A España le quedaba todavía por soportar varios tragos amargos. El arbitraje de Al Ghandour en Corea, el fracaso de la Eurocopa de Portugal y hasta otra derrota a los pies de la Francia de Zidane. El cielo para España todavía quedaba lejos.