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Copa Libertadores

Boca Juniors-River Plate, una exageración hecha final

La rivalidad histórica entre los dos equipos bonaerenses marca en rojo el desenlace del mayor torneo sudamericano de clubes

Los jugadores de Boca Juniors celebran el pase a la final EFE

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En un tira y afloja entre el deseo y el pavor, la Copa Libertadores cumplió con las conjeturas más morbosas y brindó a los aficionados al fútbol una final que antes de disputarse tiene reservada una página privilegiada en los libros de Historia del fútbol. Es así como el deporte se propone explorar en 180 minutos y de forma definitiva los límites de la pasión humana, hiperbolizada más allá de lo razonable. Los dos buques insignia de Buenos Aires, Boca Juniors y River Plate, se darán cita el próximo miércoles en el Monumental tras eliminar en semifinales a Gremio –el último campeón– y Palmeiras, respectivamente. Allí se verán para disputar un partido de ida que los argentinos todavía no aciertan a adjetivar.

Rivalidad inenarrable a un lado, la próxima final de la Libertadores reúne a dos equipos de la misma ciudad por vez primera en su existencia. Sólo las dos finales de Champions League en las que coincidieron Real Madrid y Atlético, en 2014 y 2016, significaron la definición de un título continental entre equipos de la misma ciudad. Sí hay antecedentes del «superclásico» en la competición. El último tuvo lugar en los octavos de final de la edición de 2015, infelizmente recordado por el suceso con el gas pimienta que obligó a suspender el choque de vuelta. River terminó clasificándose. En 2004 fue cuando más lejos se dio, en semifinales, resueltas con el pase de Boca en los penaltis. En el colmo de lo inverosímil, la que tendrá lugar este mes de noviembre –a la espera de la decisión final de Conmebol , la vuelta está fijada para el día 28 en La Bombonera, pero todo apunta a que podría moverse al 21– será la última final que se jugará bajo el formato de doble partido.

Once años después de su última Libertadores y tras seis sin alcanzar una final, la que perdió en 2012 ante el Corinthians que dirigía Tite, Boca vuelve a luchar por el título de la competición de clubes más importante en Sudamérica. Lo hace con un equipo de fútbol rígido, sin grandes alardes a la hora de imaginar el juego, reforzado el esqueleto táctico por la figura de Wilmar Barrios en el medio y dos interiores de recorrido como Nahitán Nández y el ex del Málaga Pablo Pérez. Arriba, además del internacional por Argentina Cristian Pavón, emerge un reforzadísimo 'Pipa' Benedetto, autor de tres de los cuatro goles del equipo xeneize en las semifinales, todos ellos entrando al campo desde el banquillo. Antes de ajusticiar a los brasileños, los chicos de Guillermo Barros Schelotto se deshicieron de Libertad de Paraguay y Cruzeiro.

Sobre River cae el papel del protagonista, llamado como está a mandar con la pelota en la final, siempre y cuando los nervios se templen y la pelota obedezca a lo que la cabeza visualiza. Semifinalista en la pasada edición y campeón hace tres años, el Millonario afronta el mayor reto de su historial con el argumento de tener en plantilla una cuota de talento superior a la de su rival, con las zurdas del Pity Martínez y Juan Fernando Quintero como puntales en lo puramente técnico. Atrás, Armani se ha confirmado como un seguro en la portería, Maidana es uno de los mejores centrales del torneo y Casco brilla en sus galopadas por el lateral. Exequiel Palacios, centrocampista de 20 años al que en los últimos días se viene relacionando con el Real Madrid, es otra de las cartas de mayor interés en la baraja de Marcelo Gallardo . Racing, Independiente y Gremio, sus víctimas en la fase de eliminatorias.

El VAR, protagonista

Boca Juniors consumó en el Allianz Parque la eliminación de Palmeiras gracias a un gol de Benedetto que apagó la fogosidad de un conjunto brasileño que iba lanzado a por la remontada e hizo buena la renta del partido de ida (2-0). Y eso que con el partido desperezándose, el árbitro echó mano del VAR para anular un significativo tanto de los de Scolari por posición ilegal de Deyverson. Apenas cinco minutos después, Boca asestaba un golpe mortal al cruce con el 0-1. Palmeiras se levantó y estuvo a un gol de poner a los argentinos al borde del abismo con el 2-1, pero la determinación de Benedetto diluyó cualquier esperanza local.

Un día antes, River dejó en la cuneta al principal favorito para los analistas, Gremio. El uso que el colegiado dio al VAR , que ha traído cola en el conteniente sudamericano, sirvió para que a fin de cuentas el conjunto franjirrojo remontase el 1-0 con el que terminó la ida y que también lucía a falta de 10 minutos en el marcador del Arena do Gremio.

Unos días atrás, preguntado por una posible final entre Boca y River, el presidente de Argentina, Mauricio Macri , dijo que, de producirse, dejaría secuelas para los próximos 20 años. Es imposible saber las que tendrá para él, que fue abonado de La Bombonera hasta 2007. Pero sí cabe adivinar que, a expensas del resultado, ha tenido suerte: la hiperinflación o la devaluación del peso pasarán a ser asuntos menores durante un buen puñado de días.

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