La Champions sí motiva al Barça

No suele sorprender Martino con los nombres cuando afronta los partidos importantes. Aquello de sacudir a propios y rivales, también en las noches definitivas de Champions, hace tiempo que no sucede en el Camp Nou. El argentino tiró de lo que dio a entender en la previa y dispuso el once más talentoso posible, el de los cromos más preciados, una elección similar a la que sirvió en otoño para ganarle al Madrid, mientras que en el City sí que asombró que Pellegrini mantuviera su dibujo habitual pese a las necesidades. Volvió Agüero al once, pero su regreso comportó la suplencia de Negredo, cuya potencia causó problemas en la dupla Piqué-Mascherano hace tres semanas.

Así, vistos los onces, Martino tiró de toque y gol y a Pellegrini le siguió pesando más el temor que la brutal necesidad de jugar en campo rival. Aun así, el City salió más alegre (no era difícil) que en Manchester, lo cual tuvo un efecto rebote en las transiciones del Barça, mucho más rápidas y verticales que en la ida; tanto que los azulgrana, que no están acostumbrados a tener tanto espacio para elaborar, tuvieron menos control del que pedía ver juntos a Busquets, Xavi, Cesc e Iniesta, una suma reservada a las citas que reclaman que el balón se pierda lo menos posible.

El partido quedó con dos equipos dispuestos principalmente a atacar, aunque uno –el City– con menos argumentos que el otro. En todo caso, algo está claro: la primera parte, igual que en la ida, terminó 0-0, pero la de esta vez fue más divertida.

Sin embargo, fue el Barça quien mereció llegar al descanso por delante. Para empezar, porque el árbitro, el francés Lannoy, dejó de señalar un penalti bastante claro del central Lescott –se entiende porqué Demichelis es titular– sobre Messi y anuló un gol de Neymar por fuera de juego inexistente de Alba.

El brasileño, y eso sí fue novedad, actuó de salida volcado a la derecha, llevó de cabeza a la defensa rival con su deje plástico característico y mezcló notablemente con Messi, que gracias a la amplitud de espacios pudo arrancar con facilidad hacia Hart. Sin embargo, el balón no entró porque el portero inglés se empleó bien en dos acciones consecutivas de Neymar y Xavi.

El paulista repitió, pero en su segundo intento halló a Fernandinho en la línea de gol. También el City dispuso de una buena acción de Nasri, que remató centrado una genial asistencia de tacón de Silva. Sin noticias del Kun, a quien Pellegrini sustituyó por Dzeko antes de la segunda parte.

Messi pudo encarrilar la eliminatoria en el 50. Por fin tuvo tiempo para fabricarse una de esas ocasiones en que conduce desde la derecha y termina cruzando con la izquierda. Lo hizo todo bien, paso por paso, pero el remate se fue al palo. A los pocos segundos, el City despertó con una internada de Kolarov –Neymar no le siguió– que Dzeko cabeceó para lucimiento de un Valdés que voló a la escuadra.

Luego fue Zabaleta –terminó expulsado por protestar– el que avisó, con el Barça cada vez menos preciso y paciente. Demasiado estaba pasando sobre el césped para tanto cero en el parcial, lo cual obligó a los azulgrana a apoyarse en la pausa sus centrocampistas y en el genio de Messi, que a la segunda despejó todo atisbo de ansiedad mandando a la red un regalo doble de Cesc y Lescott. El primero asistió y el segundo falló en el despeje. Octavo tanto de la estrella en la Champions, gran objetivo de un Barça muy fiable en los esfuerzos provisionales. Kompany y Alves completaron el marcador cuando ya estaba todo resuelto.