BALONCESTO
España se queda sin su hombre milagro: Llull se retira de la selección
El menorquín, último representante de una generación de leyenda, pone fin a 16 años defendiendo la camiseta de España con siete medallas en su cosecha, entre ellas un Mundial, dos podios olímpicos y tres oros europeos
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Iniciar sesiónLa selección española se queda sin su hombre milagro, sin el autor de las canastas más inverosímiles, aquel que siente la pelota como un témpano de hielo cuando esta más quema. El último representante de una generación de leyenda e irrepetible. 16 años, 173 partidos ... y siete medallas después, Sergio Llull se despide del combinado nacional.
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El de Mahón anunció este lunes, rodeado por todos su éxitos internacionales, acompañado por Elisa Aguilar, la presidenta de la Federación, y una nutrida representación del baloncesto español, con nombres como Navarro, Ricky, Rudy o Felipe Reyes, que su etapa internacional llega a su fin.
«Preferiría estar con el balón en las manos con seis segundos de posesión y uno abajo», fueron las primeras palabras de Llull antes de definir su etapa en la selección como un «viaje increíble». «Ha sido un honor y un auténtico privilegio defender esta camiseta. Siempre he intentado dejarme el alma, también alguna parte del cuerpo me he dejado, pero siempre para lo que el equipo necesitara», un espíritu de esfuerzo y sacrificio que comparte con la «generación irrepetible de jugadores» con la que tuvo la suerte de coincidir.
Su trayectoria en el mundo del baloncesto no ha llegado a su fin, ya que confía en seguir dando alegrías a la afición del Real Madrid, pero Llull consideraba que era necesario priorizar. «Era el momento de dar un paso al lado, centrarme en mi club, disfrutar con la familia y dejar paso a las nuevas generaciones que vienen pisando fuerte», un relevo al que confía haber trasladado los valores de que «siempre es más importante que el yo», del mismo modo que él lo aprendió de sus veteranos. Todo en torno al concepto de familia del que tanto presume la selección, precisamente acuñado por Llull tras la lesión que le impidió disputar el Eurobasket 2017. Por todo ello, la jornada de este lunes fue de «emociones encontradas». «Nostalgia, porque dejo algo que me hacía muy feliz, pero orgullo y satisfacción de haberlo dado todo siempre y de saber que me puedo ir con la conciencia tranquila», sentenció.
16 años han pasado desde que un imberbe Llull fuera citado como invitado a la preparación del Eurobasket 2009. La primera toma de contacto con la selección absoluta se tornó en debut debido a la lesión de Berni Rodríguez para adueñarse de un sitio que jamás soltaría. Los cuatro minutos de media que disputó en su primer torneo fueron suficientes para apreciar el descaro, osadía, arrojo y acierto de un jugador que entraría en la historia.
Al Europeo conquistado en Polonia en su primera experiencia internacional le siguieron una amplia batería de éxitos con la camiseta de la selección. Dos medallas olímpicas (una plata en Londres 2012 y un bronce en Río 2016), un Mundial, tres oros continentales y un bronce europeo para un total de siete perseas.
El carácter y atrevimiento de Llull fueron un pilar imprescindible para entender el éxito del combinado nacional, traducido en innumerables actuaciones para el recuerdo y canastas increíbles. Pero la mayor de todas ellas llegó en el inolvidable España-Australia de semifinales de la Copa del Mundo de 2019. Un 'thriller' con dos prórrogas en el que el menorquín cerró el primer cuarto con un triple sobre la bocina, un preludio de lo que estaba por venir. En el segundo tiempo extra, dos nuevos lanzamientos por detrás de la línea de 6,75 y una asistencia final a Marc Gasol sentenciaron el triunfo español, que pocos días después se proclamaría campeona del mundo por segunda vez.
El paso del tiempo no perdona y Llull, en el top-15 de jugadores con más partidos en la historia de la selección, deja su sitio como antes hicieron los Gasol, Navarro, Felipe Reyes o Calderón o Rudy, el más reciente. El fin de una época gloriosa abre una nueva era prometedora pero incierta en el baloncesto nacional en la que España tendrá que aprender a sobrevivir sin el hombre milagro.
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