La fe ampara al Atlético

El Wanda se recogió al descanso con un mueca de fastidio y desesperación. La pagó el árbitro, saco de los golpes por no decretar un córner cuando el Atlético expuso más interés en articular un fútbol potable, aguerrido y atacante. Nada que ver con la negligencia de la primera media hora, una inesperada dejadez colectiva que exprimió la Real Sociedad con su juego de toque y elaboración . Eusebio Sacristán era un futbolista magnífico, lento y dotado de una técnica y visión maravillosas. La Real es un clon de aspecto norteño. Jugadores de traza combativa que rozan con suavidad el balón, lo llevan con criterio por el campo, triangulan aunque cueste y jamás la rifan aunque se vean apurados. La atmósfera gélida y esa convivencia aún no consumada con el Wanda, le costó al Atlético un rato de sudores fríos. Compareció medio abúlico, sin estirar pierna en cada lance y luciendo un agujero notable por la banda de Thomas . El africano es un magnífico proyecto de mediocentro, versátil, correoso y dócil conductor con el balón en los pies. Pero no tiene el colmillo de sus compadres en la defensa. No es contundente como Giménez, ni radical como el antiguo Godín. Y por ahí penetró la Real en combinaciones de cierto gusto. Illarra y Xabi Prieto aportaron el sentido común que no desplegaron sus adversarios, muy previsibles Koke, Saúl y Gabi por el centro.

Rondó la Real a Oblak. Entre algún fallo de Thomas y la ligazón que se generaba a partir de Illarra, el Atlético comprendió que la tarde no era de tránsito sencillo. Gameiro falló la suya y sin gol, el Atlético se encogió. En una de los despejes blandos de la zaga, el balón llegó a Oyarzábal y tampoco Oblak salió diligente. William José materializó el penalti y predispuso al Atlético a anudarse el pañuelo a la cabeza.

Así se sintió mejor la tropa de Simeone, como poseída por una necesidad que destila cierta desesperación. El Atlético, furioso y espoleado por su tardanza, acorraló a la Real con la energía que no tuvo antes. Sin hacer maravillas, encontró poco a poco a Griezmann. Y entonces el juego se aclaraba, adquiría otra sensación menos tosca.

Desde el banquillo Simeone no se calentaba, ni remataba ni cabeceaba, tal vez contagiado por la inercia de sus jugadores. Correa erró dos mano a mano clarísimos que cuestionan su talla como primera figura de un club importante. No lo es, de momento. Desenreda partidos, corrige, busca, pero no decide por falta de claridad y categoría. Su tremenda pifia nada más empezar la segunda parte, solo, para empujarla, el portero vencido y el tiro alto lo atestigua. El otro día, Vietto, ayer Correa . Entre Griezmann y los demás hay una diferencia grande.

Casi es norma que el Atlético desperdicie un tiempo y apabulle en el otro. La inapetencia se transformó en brío, la pesadez en anticipación, y la Real dejó de asociarse. Ya no hubo combinación fácil ni un control sin zumbido enemigo. Hubo ambición, energía y entereza de ánimo. El Wanda empezó a jugar su partido, exhausto el público al dejarse la garganta en cada lance. Simeone ya se movía como siempre, un jugador más vestido con chaquetón negro.

Llegó, por la lógica del fútbol que casi siempre premia al que mejor juega, el gol de Filipe . Después de un tanto bien anulado a Griezmann por fuera de juego de Saúl,. La Real ya no sabía cómo articular los contragolpes, aunque tuvo alguno muy potable, ocupados todos ahora en defender. Rulli ya no sabía cómo perder más tiempo, exasperada la grada con el portero. Y Simeone ya no quiso seguir fallando goles con Correa y Gameiro. Con Torres y Carrasco tampoco mejoró mucho el equipo, pero al menos mantuvo la electricidad hasta el final, que de eso se trataba.

El Atlético se asoció a su gente, esa corriente de tenacidad y valor que le une a la parroquia, y juntos empujaron a la Real hacia su portero. Cuando ya el ánimo empezaba a resoplar en recuerdo de las ocasiones fallidas, Saúl desplazó un centro con criterio hacia el segundo palo, donde la manopla de Rulli no alcanzó a atajar la entrada de Griezmann, quien con su bota condecoró esta vez con su gol la fe del Atlético.