Cavendish se acerca a Merckx

(Así hemos contado la etapa)

Es perfectamente comprensible la actitud de los corredores. En un ciclismo cambiante, que penaliza etapas como la de este lunes (eterna, largas rectas, campos de cereales sin desniveles y ni una cuesta), no había grandes alicientes para asumir riesgos y el pelotón se lo tomó con pachorra.

Así lo decidieron todos, menos uno. Un francés de origen portugués, Armindo Fonseca , que defiende al equipo más modesto del Tour, el Fortuneo. Se embarcó en la empresa de pronóstico más predecible. Ataque en solitario y 220 kilómetros de tránsito hacia el triunfo imposible.

El pelotón se sintió como en el refrán, águila no caza moscas. Un insecto contra una manada de búfalos . Cinco horas de sesteo para la recuperación de Contador, quien no hubiera imaginado nunca una etapa tan plácida para su cuerpo cosido a golpes.

Fue Voeckler , francés, recio, tipo con personalidad, el que anuló la pachanga del pelotón. También atacó mientras Fonseca no daba crédito a tantas horas de publicidad. Juntos pergeñaron una etapa en condiciones. Trabajo obligatorio para los demás ciclistas y, consumada la caza, resolución al esprint.

«Estás un par de meses sin ganar y creen que estás acabado», había dicho Cavendish por la mañana. Impulsado por el maillot verde y una segunda juventud, el británico se impuso en la foto-finish a Greipel, el gorila alemán que había soltado a sus galgos del Lotto de paseo.