toro a toro
Quien quiera exigencia que se quede en Madrid: la felicidad de Navalcarnero con Morante, Borja y Jarocho a hombros
El de La Puebla regala su torería en tarde de mucho obsequio, el de Espartinas brinda sin espada una de las faenas de su temporada y el de Burgos se lleva de calle al público, que llenó la cubierta, con un generoso presidente
Lluvia de toreo y orejas en el día grande de Extremadura
Navalcarnero
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Iniciar sesiónSe anunciaba Morante en Madrid después de su tarde del sábado en Aranjuez y antes de su doble cita en Las Ventas el 12 de octubre. A su reclamo, y al de los populares precios de Navalcarnero, la cubierta de Félix Colomo se colmó ... de expectación. Desde las cinco de la tarde, la hora de Lorca, hacían cola los aficionados para ocupar los lugares de privilegio, que las entradas eran sin numerar.
De Juan Manuel Criado, divisa que no aparecía en el cartel original, era el primero, cómodo de pitones, con las fuerzas contadas y un poco a la defensiva. Hasta dos veces lo puso en el peto el de La Puebla. Bien lo lidió Juan José Domínguez en un tercio de banderillas de tremendo susto: perdió pie Amores cerca de las tablas y no lo estampó de milagro contra ellas. Brillaba el oro de Morante bajo esa cubierta que parece un ovni, con los rayos de sol entrando por los ventanales e iluminando la faena con una torería de otra galaxia. Sonreía el maestro y sonreía la afición con su inspirada belleza desde la apertura, en unos naturales soberbios y esa acompasada serie en redondo. Con pinturerías de aquí y del más allá. Felices todos, salvo alguno que pensó que se iba a topar en Navalcarnero con el toro de Madrid o el novillo de Villaseca. Suya fue la primera oreja pese al acero.
Qué despacito toreó con el capote Borja Jiménez. Como nunca en las verónicas y en las chicuelinas. Parando relojes el de Espartinas con un Vellosino blandito y con su volumen. Más sangró en la divisa que en el puyazo este segundo, que brindó al público. Y en la línea del saludo continuó, imprimiendo cadencias desde el molinete. Aprovechó la nobleza diestra del animal salmantino, lo oxigenó, lo cuidó en alturas... Hasta que decidió apretarlo por abajo mientras el toro respondía. Qué buen fondo sacó el del Vellosino, humillador y con clase, al que Jiménez entendió con inteligencia. De premio era su faena, de esas que valen interiormente más allá de los trofeos, que se esfumaron por la espada.
Hacer la luna a compás con el eco de los sobrenaturales de Morante
Rosario PérezOrtega y Aguado, natural deleite para los sentidos, salen a hombros en una torerísima y larga tarde en la que el de La Puebla puso los grandes cimientos
Más altote el de Castillejo de Huebra, en el que Jarocho puso gusto y dejó una bonita media. Pero el manso se desentendió enseguida, frenado y poniendo en apuros al matador y sus hombres. Qué mal rato debía de estar pasando su padre, banderilleros en sus filas. Y qué bien le abrió los caminos con dos doblones su hijo, pero el toro, tan probón, tan desconcertante, solo servía para machetearlo. Y eso hizo Roberto Martín, que lo cazó despacito de una estocada que escupió y necesitó de varios golpes de descabello. Una ovación le tributó el cariñoso público.
Navalcarnero
- Cubierta de Félix Colomo. Martes, 9 de septiembre de 2025. Feria de Nuestra Señora de la Concepción. Lleno aparente. Toros de Juan Manuel Criado (1º), Vellosino (2º), Castillejo de Huebra (3º), Domingo Hernández (4º), Daniel Ruiz (5º) y Monte la Ermita (6º),
- Morante de la Puebla, de gris perla y oro: pinchazo y estocada caída (oreja); estocada muy trasera tendida (oreja con protestas).
- Borja Jiménez, de azul Soraya y oro: tres pinchazos y espadazo desprendido (saludos); dos pinchazos y estocada (dos orejas con algunas protestas).
- Jarocho, de blanco y oro: estocada suelta que escupe y cinco descabellos (saludos); pinchazo y estocada desprendida (dos orejas).
Mientras el público movía la mandíbula de la merendola, aparecía el terciado cuarto de Domingo Hernández, que se pegó un volatín en el capote de Curro Javier. Un prólogo de ayudados y la firma descorcharon la obra morantista. Pronto se puso con la zurda, hundido, sin moverse ni ante el punteo. Se elevó en un pase por alto y su derecha cosió muletazos de vertical pureza, aprovechando la repetición del toro. Dos molinetes y la izquierda por un pitón de mejor embroque que finales. Un afarolado y a por la espada en una faena muy medida, tanto que el aficionado se quedó con ganas de ver otra tanda diestra. Pero el que quiera más que vuelva mañana... Que raro es el día que el genio no torea en una apretada agenda. Muy trasera viajó la espada, suficiente para que el de Hernández doblara. La pañolada no cuajó abultadamente, pero ahora que los palcos también son morantistas, el usía asomó el pañuelo y José Antonio cortó una oreja con protestas.
Enseñaba las puntas el de Daniel Ruiz, con el que Borja Jiménez anduvo dispuestísimo desde primera hora. Se dobló con el toro con poderío el sevillano en una faena aguerrida y de entrega, con algunos muletazos estupendos aprovechando la movilidad y la obediencia del toro, que no fue la tonta del bote y tuvo su casta. Explosivo el broche, que puso a la gente en pie. Dos pinchazos y estocada. Y Borja que seguía toreando. Lástima que una tarde de cuatro orejas se quedase sin premio... Perdón, que el palco le concedió el doble trofeo. Rebajas de septiembre a las puertas de Madrid, pero la gente feliz. Salvo algunas voces exigentes, con palmas de tango.
Mientras asomaba la tablilla del sexto, dos espectadores bajaban a la contrabarrera -«Agustín, me lo estoy pasando que te cagas», decía uno-. Más arriba, en las escaleras un niño flipaba «por lo grande que era el toro»... De aparente presencia era para esta plaza, que celebraba sus fiestas en honor a su Virgen de la Concepción. Y fructífera en triunfos iba... Faltaba Jarocho para sumarse a la salida a hombros. Bonito el brindis a Morante, que tuvo un gesto cariñoso hacia el joven matador, con un desparpajo que sorprende, con condiciones para funcionar en este loco mundo del toro. Transmitía este último, algo rebrincadito, pero que permitió esa ligazón que tanto cala en los tendidos. Frescura, listeza y mucho querer hubo en la faena, en la que ese mayor reposo ya llegará. Con intensísimo ímpetu pidieron las dos orejas a un joven con su torería, con un dominio de la lidia y de la escena impropio de su edad, con mucho por decir. Merece sitio.
Y todos se marcharon a hombros en la dadivosa tarde, en la que hubo momentos muy hermosos con espadas desafinadas. Poco le importó al público y al palco. Y todos abandonaron felices el tendido mientras contaban que habían visto una triple puerta grande. Quien quiera exigencia que se quede en Madrid. «Aquí se viene a ser feliz».
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