El Teatro Real insiste en su conquista de América

Aunque es un teatro de ópera, la punta de lanza ha sido, de nuevo, el flamenco y. en mayor medida, la música sinfónica. Una velada flamenca en la Fundación Ángel Orensanz, un concierto de la Orquesta del Teatro Real en el renovado David Geffen Hall del Lincoln Center y un recital del cuarteto de solistas de la citada formación han sido el aperitivo, el plato principal y el postre de esta segunda visita de la institución a la ciudad de los rascacielos. Se pretende, dice García Belenguer -que recuerda que el proyecto tiene una duración de cinco años, «de divulgar la música y la cultura de España en Estados Unidos, consolidar el hermanamiento entre Madrid y Nueva York y difundir los proyectos y programación del Teatro Real en Norteamérica, incluyendo la expansión de su plataforma audivisual MyOperaPlayer».

Y si el pasado año los padrinos del Teatro Real en Nueva York fueron la Reina Doña Sofía y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, este año han contado con el respaldo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ha aprovechado su viaje a Estados Unidos (de carácter fundamentalmente económico) para mostrar su apoyo a la institución de la que ella es patrona y, de paso, anunciar la creación de un Ballet Español de la Comunidad de Madrid, un conjunto que velará por la promoción de la danza española y cuyo primer director será Jesús Carmona, uno de los grandes nombres del baile flamenco de nuestros días.

El flamenco ha sido, pues, el aperitivo de estas jornadas; el Teatro Real, insiste su director general, ha decidido apostar firmemente por este arte. A su ciclo Flamenco Real, que levantará el telón de esta nueva temporada mañana miércoles 18 con la bailaora Olga Llorente, se une la gira de Authentic Flamenco, que de la mano de Amador Rojas y Yolanda Osuna se desarrolla en más de cuarenta ciudades. Fue precisamente la bailaora cordobesa -acompañada por el gaditano Juan Fernández- la protagonista de la velada que se desarrolló, al igual que el pasado año, en la Fundación Ángel Orensanz, cuya sede es una preciosa sinagoga desacralizada situada en el Lower Manhattan. El fin de fiesta sirvió para deshelar el ambiente y llevar al escenario a Isabel Díaz Ayuso, tentada por los artistas a dar una 'pataíta'.

Veinticuatro horas después, se sirvió el plato principal de la visita en el David Geffen Hall del Lincoln Center. El auditorio, sede de la Filarmónica de Nueva York, es la antigua Avery Fisher Hall; en 2015, y después de que los responsables del Lincoln Center pusieran en subasta el nombre de la sala, el productor David Geffen -editor del último disco de John Lennon y co-creador de la productora cinematográfica Dreamworks- donó cien millones para la reforma de la sala, que ahora lleva su nombre. En los atriles, 'Panambi Suite', de Alberto Ginastera; el 'Cello Concierto en Si menor', de Antonin Dvorák, con Pablo Ferrández como solista; 'El amor brujo', de Falla, en la versión de 1915, y con la cantaora Esperanza Fernández como solista; y las dos suites de 'Daphnis et Chloé', de Maurice Ravel.

Según explica Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, la influencia de la música folclórica en la música 'seria' era, de alguna manera, el leitmotiv del programa, que contó con el vitoriano Juanjo Mena, que por segundo año dirigió a la Orquesta del Teatro Real en Nueva York. En el auditorio, cantantes como Joyce di Donato, Federica Lombardi (las dos se encuentran cantando estos días en el Metropolitan Opera House, vecino del David Geffen Hall), Mattia Olivieri y Olga Kulchinskaya, y la escritora Fran Lebowitz; además, claro, de una notable representación de la 'colonia' española en Manhattan y de invitados como Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, o Cayetana Guillén Cuervo, presidenta de la Academia de las Artes Escénicas.

Sin duda, lo más destacado de la velada fue la interpretación del concierto de Dvorák, uno de los más bellos de la literatura para violonchelo -y con el que el compositor, cuenta Matabosch, quiso reivindicar este instrumento, entonces no tan utilizado como solista-. El joven Pablo Ferrández (Madrid, 1991) es sin duda uno de los grandes chelistas de nuestros días, y en el David Geffen Hall mostró su expresividad y su sonido noble. La complicidad con la orquesta fue extraordinaria, como lo fue su bis, 'El cant dels ocells', una pieza que es piedra de toque para cualquier violonchelista por ser una de las que incluía siempre Pau Casals en sus conciertos; el músico catalán la convirtió en un himno de paz, con lo que su inclusión en el programa fue muy oportuna.

También lo fueron los dos bises de la orquesta, que dejaron el ánimo del público muy feliz: el Intermedio de la ópera 'Goyescas', de Enrique Granados (estrenada en Nueva York en 1916, dos meses antes de que su autor muriera cuando el barco en el que regresaba a Europa fue bombardeado), y el preludio de 'El bateo', zarzuela de Federico Chueca.