Piden que las activistas que vandalizaron un Van Gogh no vayan a la cárcel: «Es una protesta poética»

Aunque la pintura no sufrió daños, el marco resultó levemente afectado. Las jóvenes, ambas de 22 años, serán sentenciadas este viernes por un tribunal en Londres, tras ser declaradas culpables de daño criminal como parte de su protesta organizada por el grupo Just Stop Oil, que busca concienciar sobre la crisis climática.

El juez Christopher Hehir, conocido por haber impuesto anteriormente duras condenas a activistas de la organización, ya ha advertido a Plummer y Holland que se preparen «en términos prácticos y emocionales, para ir a prisión». Sin embargo, un grupo amplio de figuras del mundo del arte ha pedido clemencia, argumentando que su acto está contemplado dentro de una rica tradición de iconoclasia artística.

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Entre los firmantes de una carta abierta dirigida al juez se encuentran renombrados artistas como Tania Bruguera; la autora Monique Roffey; Ricardo Domínguez; la directora de teatro Cressida Brown, y curadores como Anthony Roberts, director del Colchester Arts Centre, y Sarah Demelo, curadora en la Universidad de Essex. Además, académicos como el doctor Gary Anderson, jefe de Artes Creativas en la Liverpool Hope University, el doctor Steve Lyons, director de investigación en el Museo de Historia Natural, o la doctora Emma Mahony, jefa de Cultura Visual en el National College of Art and Design de Dublín, se sumaron a la misiva.

La carta, coordinada por Greenpeace UK y Liberate Tate, cuestiona el tratamiento judicial del caso, alegando que las acciones de las activistas no deben ser vistas como una ofensa contra el arte, sino como una continuación de una larga tradición de activismo a través del mismo. «Como artistas, trabajadores del arte e historiadores, nos preocupa la defensa que hacen los tribunales de una falsa noción de pureza artística en su juicio y sentencia», dice la misiva. «El arte puede ser, y con frecuencia es, iconoclasia. Estas activistas no deberían recibir penas de prisión por un acto que está completamente conectado con el canon artístico», escribieron.

La misiva subraya que la iconoclasia ha sido parte integral del arte desde hace más de 120 años, citando ejemplos como los dadaístas, Gustav Metzger o los famosos grafitis de Banksy. Los firmantes destacan que las obras de estos artistas, a menudo mucho más destructivas en términos físicos que las acciones de Plummer y Holland, hoy son veneradas y expuestas en museos de todo el mundo. «El trabajo de todos estos iconoclastas es ahora reverenciado en instituciones de arte, incluido el Tate Britain, que en 2013 realizó una exposición sobre la historia de la iconoclasia británica», recuerda la carta.

Uno de los argumentos más potentes de la misiva es que el acto de las activistas está firmemente arraigado en la historia del arte: «Es nuestra opinión experta que sería incorrecto considerar esta acción de JSO, y su mensaje social, como un ataque a una obra de arte desde afuera. En cambio, pertenece a una tradición bien establecida de iconoclasia creativa que inevitablemente enriquecerá la historia y el significado social de 'Los Girasoles'; que será recordada, discutida y valorada como una obra creativa e incisiva».

Plummer y Holland, quienes sabían que la pintura estaba protegida por una lámina de vidrio, realizaron su acto sabiendo que no causarían daño permanente a la obra. «Su iconoclasia fue temporal, un espectáculo visual para atraer atención hacia la crisis climática», sostiene la carta, describiendo el impacto visual del tomate arrojado como un «salpicón al estilo Pollock sobre los girasoles amarillos».

El texto también hace un paralelismo con otros episodios históricos donde el arte y el activismo se han entrelazado, recordando, por ejemplo, cómo las sufragistas utilizaron la iconoclasia en su lucha por los derechos de las mujeres. En 1914, Mary Wood golpeó con un cuchillo un retrato de John Singer Sargent como protesta por la falta de representación femenina en el arte. «Lo que alguna vez fue visto como un acto irreverente y destructivo, hoy se entiende como una intervención política y artística legítima», afirman los firmantes.

Areeba Hamid, codirectora ejecutiva de Greenpeace UK, expresó su preocupación por el encarcelamiento de manifestantes pacíficos: «Esperamos sinceramente que el juez escuche con atención los argumentos de los artistas. No podemos seguir encarcelando en nuestras prisiones superpobladas, a quienes protestan pacíficamente, sólo por alzar la voz sobre un planeta en llamas».

Por su parte, Darren Sutton, de Liberate Tate, recordó cómo la percepción de las intervenciones artísticas puede cambiar con el tiempo: «Cuando comenzamos a protestar contra el patrocinio de BP en la Tate en 2010, derramando melaza en las galerías, fuimos vistos como 'outsiders' irreverentes. Pero, 14 años después, nuestra campaña triunfó». Sutton asegura que con el tiempo, el acto de Plummer y Holland será visto como «una protesta poética, no digna de un castigo carcelario».

La carta concluye con un contundente llamado al juez Hehir: «El 27 de septiembre, el juez debería abstenerse de castigar a Plummer y Holland con penas de prisión por mantener una tradición centenaria de llamar a la conciencia social a través del arte».