Pablo Sáinz-Villegas: «Ojalá dar un concierto para Zelenski y Putin»
El guitarrista cierra con las localidades de todos los conciertos agotadas la cuarta edición del festival de música de La Rioja, que él impulsa
Entrevista a Pablo Sáinz-Villegas

Algunas cigüeñas sobrevuelan las cabezas del público que sale de la iglesia de la Asunción de Navarrete y se dirige a los bajos de un edificio cercano, construído piedra a piedra quién sabe cuándo. Acaban de escuchar un concierto de la soprano Eva Zalenga y ... la pianista Teodora Oprisor, jóvenes promesas del lied, y entran a la sala donde la alfarera Tamara Mendaza expone las piezas que crea para que su padre, ciego, pueda «ver» sus dibujos con las manos. La artista amasa el barro en su torno mientras su auditorio la observa con la misma atención con la que unos minutos antes se dejaba hipnotizar por el romanticismo musical alemán. Tras la demostración, algunos completan la experiencia visitando a Begoña y a Antonio, duendes del buen comer que regentan un pequeño restaurante al otro lado de la plaza, en cuyo mostrador conviven platos de La Rioja y de Italia, sus tierras natales. Es una mañana cualquiera en la cuarta edición del Festival de La Rioja, fundado por el guitarrista Pablo Sáinz Villegas hace cuatro años con el ánimo de demostrarle al mundo que la música clásica une y que su público es más numeroso de lo que algunos quieren creer.
Porque en efecto, cuando empezó a proponer a las instituciones la idea de un festival de música clásica topó con algún que otro técnico reticente. «A cada solución que le daba, él sacaba otro problema», rememora con hastío. Hasta que al final le dijo: «Pablo, tienes que saber que en La Rioja la música clásica no vende, no llena». Y claro, fue la gota que colmó el vaso: «Yo soy muy diplomático y sé mantener las formas prácticamente en todo momento, sobre todo en reuniones», pero tuvo que saltar. «Le dije, ¿y qué? ¿Y quieres que siga así? ¿Quieres que siga así 20 años más?».

Sáinz Villegas está considerado el mejor y más internacional guitarrista español de nuestros tiempos, pero ni con esas credenciales se ahorra uno los disgustos. Cuatro años después, el Festival ha agotado las entradas de sus once conciertos en dos fines de semana, y de todas las experiencias y visitas culturales que acompañan a las actuaciones de grupos e intérpretes tan destacados como el Cuarteto Casals, el pianista Nikolai Lugansky, la violinista Midori, la orquesta ADDA sinfónica y el propio Sáinz-Villegas, que ha estrenado en España el concierto para guitarra de Arturo Márquez, además de varias obras del compositor residente del certamen, Francisco Coll.
En el Festival también hay, por supuesto, vino, alfarería, visitas a bodegas, excursiones, pero... ¿Se puede disfrutar de la belleza y los placeres cuando, al mirar las noticias en los móviles nos encontramos con dramas como los de Gaza y Ucrania? «Soy consciente de todos los retos que vivimos en el mundo y hay una energía tan pesada, tan pesada que te lleva para abajo porque te hace dudar de la condición humana». Cree «profundamente» en el poder creativo del ser humano, pero aun así «te das cuenta de la tristeza que supone estar en una sociedad donde hay tantas influencias movidas por el poder desmesurado, por el dinero, por unas industrias armamentísticas que al final tienen que sacar toda su producción...».
Calla de repente, y mira al responsable de comunicación del certamen. «No sé si me estoy metiendo... Son cosas que no suelo decir». Pero prosigue. De perdidos, al río. «De repente parece que todo el mundo tenga que invertir en armas», cuando «habría que invertir en crear conexiones, no entiendo nada». «Ojalá dar un concierto para Zelenski y Putin», que hubiesen asistido a un recital del Festival de La Rioja, «porque durante esos 45 minutos hubieran estado en el mismo lugar».
El guitarrista recuerda su experiencia en Colombia con la Orquesta Nacional de España, el año pasado. Los organizadores lograron que asistieran a su concierto todos los grupos que estaban participando en las conversaciones de paz. Tocó 'Recuerdos de la Alhambra' explicando que «es un símbolo de multiculturalidad, de lo que representó España durante ochocientos años, viviendo cristianos, judíos y musulmanes juntos, aprendiendo unos de los otros». «Cuando terminé de tocar, estuvimos como dos minutos o tres, no sé, todo el auditorio en el silencio», recuerda. «Y en esos tres minutos estábamos todos en el mismo lugar. Los que habían matado, los músicos, yo. Ahí te das cuenta que somos todos iguales. Todos iguales».
Para futuras ediciones, con Putin o sin él, Sáinz-Villegas se propone simplemente seguir manteniendo viva esa «antorcha» de la Cultura en La Rioja. «Es una responsabilidad que siento por una tierra maravillosa, que tiene un patrimonio, unas tradiciones, el espíritu de sus gentes tan bonito para ser descubierto, por su autenticidad. Lo auténtico es el lujo del siglo XXI», cada vez más escaso. A todo esto, ¿ha asistido a algún concierto aquél técnico que decía que no había público para la música clásica en La Rioja? «No, claro que no. Pero da igual. La música clásica ahora sí que gusta en La Rioja».
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