Pablo Sáinz-Villegas: «La guitarra española no tiene el apoyo que merece por parte del Ministerio de Cultura»

Actualmente se vive, dice el guitarrista, «uno de los mejores momentos históricamente en cuanto a intérpretes, por calidad y cantidad». Pero la presencia de la guitarra en los grandes auditorios no es la que había antes, cuando iba «de la mano de Andrés Segovia, Narciso Yepes, y luego Julian Bream, John Williams, David Russell, Manuel Barrueco, los Romeros... Poco a poco la guitarra ha ido desapareciendo de estos espacios».

Su empeño es que la guitarra tenga en España un apoyo institucional «que no tiene en estos momentos por parte del Ministerio de Cultura. En el Centro Nacional de Difusión Músical (CNDM), la guitarra ocupa una ínfima, ínfima, ínfima parte de sus trescientos o cuatrocientos conciertos anuales», recalca. Y anuncia Sáinz-Villegas que junto a su equipo ha iniciado los trámites para lograr que la guitarra sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, «y para eso necesito el apoyo institucional»

Probablemente sea la guitarra el instrumento más popular que existe y el que más personas tocan. ¿Puede haber perjudicado este hecho a su consideración como 'instrumento serio'? «La guitarra, desde sus orígenes, ha sido un puente entre lo popular y lo clásico; forma parte de su esencia. Es cierto, ser tan popular y estar vinculada a tantos estilos -rock, pop, jazz, flamenco...- puede restarle identidad a la guitarra española clásica. El CNDM no tiene un ciclo de guitarra española, y yo creo que lo merece. Por otra parte, su gran valor es precisamente su enorme popularidad; es el instrumento más cercano al corazón de las personas, y hay que aprovechar ese valor para expresar la identidad de la guitarra española».

Andrés Segovia es para Sáinz-Villegas un ejemplo y un estímulo. «Sacó la guitarra del pueblo y la llevó a la élite, y yo quiero llevarlo de la élite de la música clásica -donde afortunadamente estoy- a la gente. Tengo la oportunidad y la responsabilidad de crear puentes e invitar a nuevos públicos a la música clásica a través de un instrumento con el que muchas personas se sienten identificados. La música hará el resto». «Siendo la guitarra un instrumento tan autóctonamente español -sigue-, es al mismo tiempo totalmente universal. Se expresa en todos los países, todos los estilos la han hecho suya».

«A Dios rogando y con el mazo dando», reza el refrán, y ese puente del que habla el guitarrista toma forma en su disco 'The Blue Album' (Sony), que se publicará en breve y en el que incluye obras de Érik Satie, François Couperin, Philip Glass, Leo Brouwer, Claude Debussy, Fernando Sor, Max Richter o el recientemente fallecido Ryuichi Sakamoto. Está diseñado básicamente por la discográfica pensando ya en el 'streaming', que es donde busca su modelo de negocio actualmente. «En la guitarra lo que más funciona son las piezas íntimas, las que la gente se pueda poner de fondo. ¿Se está desvirtuando la música? No lo sé. Finalmente, donde defiendo mi propuesta musical es en los conciertos. En los discos también, claro. Quien quiera escucharlo con atención y tener el viaje emocional que supone, lo tendrá; y aquellos que lo quieran tener de fondo mientras que están trabajando, van a tener ese disfrute también».

«La guitarra -dice Sáinz-Villegas- expresa de forma muy transparente la nostalgia, la intimidad... La guitarra llora; ¡cuántos poetas lo han dicho! Y este disco quiere ir a su parte nostálgica, íntima, introspectiva, este momento emocional entre la noche y el día, que es muy puro, La tristeza y la melancolía forma parte de la vida. Y todos los compositores, desde el Barroco hasta nuestros días, han explorado esta atmósfera».

No parece que el repertorio de este disco apueste por algo que se ha convertido para muchos jóvenes instrumentistas -pianistas, violinistas, guitarristas...- en un fin en sí mismo: el virtuosismo. «Cuando eres estudiante, sobre todo, uno corre el riesgo de que el virtuosismo, le pueda alejar de la verdad; de que le ciegue esa luz y que vaya allí como un mosquito. El virtuosismo es simplemente una herramienta para ir a un lugar mucho más profundo. Para mí, forma parte de lo que es el primer estado más primario y básico de la música, que es la técnica. Cuando eres capaz de desarrollar tu técnica al mayor nivel, eres un virtuoso técnico. Pero eso es el elemento más básico del proceso musical y artístico. La técnica es una herramienta para alcanzar el siguiente nivel, que es la musicalidad, que también se enseña. Y cuando tienes técnica y musicalidad, puedes explorar los aspectos más profundos, personales, de tu relación con la música, que son las emociones; tu voz como músico, como ser humano, expresada a través de un idioma universal como la música. Y ése es el objetivo que yo busco como artista».

Esa búsqueda, continúa, es también la búsqueda de la excelencia. «Quiero que el público vea reflejado algo precioso de ellos mismos en ese viaje que vamos a hacer juntos. Y ahí es donde ese espacio se convierte en interminable; en esa aceptación del error, de uno mismo, en esa vulnerabilidad que supone abrirte al público. Todo viene de la técnica, y siempre hay que cuidarla, pero es una herramienta, no un objetivo. El objetivo es trascender la técnica para que no tengas que pensar en ella, incluso no tengas que pensar en la música, sino en el momento de compartirlo con el público, de liberarte». Y cuando eso ocurre, dice Sáinz- Villegas, «es algo maravilloso; sentir eso que llaman los flamencos el duende, esa 'caricia divina' que sentimos los intérpretes y, que si persigues, se esfuma. Se trata simplemente de estar en ese espacio y permitir que eso pase o no pase. Que no depende de ti muchas veces».

Depende en muchas ocasiones, dice el guitarrista, del público: «Todo lo que hago es por y para el público. Si no estuviera el público como testigo de esa creación, lo demás no existiría. No tendría sentido. El público da sentido a todo el proceso creativo».

Otro elemento que le hace sentirse orgulloso del trabajo desarrollado en 'The Blue Album' es el sonido. «Me parece una parte fundamental para un músico, y especialmente para un guitarrista. Y en ese aspecto, precisamente, tenemos que mejorar. Se toca musical y técnicamente como nunca se ha tocado, pero la producción de sonido tiene mucho por mejorar en términos generales. El sonido es un vehículo para transmitir la música, es la llave que te abre a través de lo bello, de la vibración; lo he trabajado mucho y me permite, ya, tocar sin amplificación con orquestas; si no me equivoco, soy el único que lo hace. Y si lo puedo hacer yo, lo puede hacer cualquiera».

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Del guitarrista depende, asegura, que se le escuche en el Chicago Symphony Center, delante de tres mil personas, sin amplificación. Pero ¿depende también de la guitarra? Los mejores violines son del siglo XVIII; ¿y las guitarras, han evolucionado? «La guitarra no tiene una vejez como el violín -explica Sáinz-Villegas-, simplemente por la manera en que está construida. Las cuerdas están amarradas al puente, que está pegado a la tapa armónica; son 18 kilos que están empujando del puente y la tapa armónica durante cincuenta, setenta, cien años... Depende de como esté construida. El cuerpo del violín, al contrario, no sufre la presión de las cuerdas porque están a los lados. Por eso los violines duran mucho y las guitarras no».

«De todos modos -añade-, se ha evolucionado bastante en la producción de guitarras; en la calidad y en las capacidades armónicas. Aún así, si no hay una pulsación no se le puede sacar el rendimiento. Hay que explorar sus colores; un pianísimo, que es un susurro, pero con entidad, y el máximo que puede dar el instrumento. Y cuanto más expansión hagas de esa polaridad, más espacio creativo tienes para interpretar. Lograr el máximo sonido no significa tocar fuerte o tocar duro; es explorar el límite expresivo. Es mejorar la técnica de la mano derecha. Los tenistas utilizan todo el brazo, no solo la muñeca; los guitarristas debemos hacer algo similar. Cuanto más larga es la palanca, más potencia con el mismo esfuerzo. Es física pura».

Tiene Pablo Sáinz-Villegas una cita muy ilusionante a partir de este fin de semana en su tierra natal. Se trata de la segunda edición de La Rioja Festival, un certamen creado por el propio guitarrista y que se desarrollará entre el 5 y el 14 de mayo. «Es un festival de experiencias. Organizamos diez conciertos y veinte experiencias en torno a ellos: gastronomía, cata de vinos, visitas guiadas a lugares histórico-artísticos de la zona o un recorrido por una parte del Camino de Santiago. Ponemos en valor todo lo que La Rioja tiene para ofrecer». La particularidad que tiene el festival es que los beneficios irán a parar a la Asociación Pablo Sáinz-Villegas para el legado de la música sin fronteras, «un proyecto social y educativo que se desarrolla todo el año en La Rioja».