Ovnis, pinchazos o 'balconing': ¿de qué hablamos cuando no hay de qué hablar?

El supuesto avistamiento de un «reptil enorme» en la localidad vallisoletana fue una clásica serpiente del verano, o lo que es lo mismo: noticias extrañas o sorprendentes que 'salen a la superficie' cuando media España duerme la siesta de agosto.

Nessie, el monstruo del lago Ness, fue la primera gran serpiente del verano y sirvió para ponerle nombre a un nuevo y casi siempre divertido género periodístico. Pero como el cocodrilo del Pisuerga (nuestra versión de Nessie), nunca llegó a aparecer y la noticia, al llegar septiembre, se evaporó.

Los periódicos escoceses pasaban verdaderas penurias informativas de junio a septiembre hasta que en 1933, el 'Inverness Courier' publicó el testimonio de una pareja local que afirmó haber visto «un enorme animal rodando y hundiéndose en la superficie». El informe del «monstruo» (como lo llamó el editor del 'Courier') se convirtió en una sensación entre los medios. Los periódicos de Londres comenzaron a enviar reporteros a Escocia e incluso un circo ofreció una recompensa de 20.000 libras por la captura de la bestia.

Desde entonces, Nessi sale a la superficie en alguna que otra crónica veraniega. Todo depende, claro, de si hay actualidad para rellenar los programas de radio, el telediario o los titulares de la prensa. No siempre tuvimos un Pedro Sánchez que te convoca elecciones un 23 de julio.

Con dos grandes partidos intentando que les salgan las cuentas, este está siendo uno de esos raros periodos estivales en los que se avistan pocas serpientes informativas. Pero, ojo, alguna hay.

«Un exmilitar asegura al Congreso que EE.UU. tiene un programa secreto de captura y estudio de ovnis», es un titular del pasado 27 de julio publicado en este mismo medio. La invasión alienígena casi siempre nos empieza a preocupar superados los 20 grados centígrados. «Además de la del lago Ness, otros temas recurrentes de estos meses son los misterios de la parapsicología, los descubrimientos arqueológicos o la ufología. Aunque también las plagas o los efectos del calor», afirma Carmen Marta Lazo, catedrática de Periodismo en la Universidad de Zaragoza.

Lazo apunta una novedad: esas serpientes cada vez alcanzan una mayor repercusión en la agenda pública y pueden generar inquietud o alarma social. «Esto no es positivo pues las sociedades alarmadas son mucho más manipulables», advierte.

Tiremos de hemeroteca. Hace ahora justo un año, serpenteaba por las redacciones la noticia de los pinchazos a chicas en las discotecas. Todos los medios recogieron testimonios de jóvenes y hasta la ministra de Igualdad, Irene Montero, se pronunció sobre la cuestión en Twitter -y muy alarmada- un uno de agosto. Una joven declaraba a ABC el tres de agosto: «Dejé de ver, todo estaba borroso y no sabía dónde me encontraba». Fue una serpiente del verano que nada tuvo que ver con el cocodrilo de Valladolid, los extraterrestes o la también recurrente avispa asiática (ese omnipresente insecto de las páginas veraniegas). Los pinchazos se habían colado en la agenda política.

«Fue un tema íntimamente relacionado con la cuestión de fondo de la violencia sexual y el abuso a las mujeres. Algo muy grave a lo que somos muy sensibles. Por eso nos preocupa. Pero también se percibe una intencionalidad y aprovechamiento político claros», opina Manuel Martín Algarra, catedrático de Opinión Pública de la Universidad de Navarra. Con las muertes «provocadas por el calor» ocurre algo similar.

«La muerte es un tema que siempre interesa y, además, la lógica de los medios se basa en atrapar a la audiencia. Sin embargo, el trabajo de un periodista debe consistir en comprobar algunos datos como las patologías previas de la persona que fallece por causa del calor.

El problema es que si se matiza se puede perder la oportunidad de ganar una nueva serpiente veraniega». «El mes de julio más cálido de la historia de la Tierra desde hace 120.000 años», se podía leer en la prensa hace unas semanas o «Víctimas de la crisis climática: 61.672 muertes por calor en Europa en el tórrido verano de 2022».

Este catedrático de Opinión Pública refiere que existe un patrón común en todas las noticias que terminan 'triunfando' en estos meses de descanso: en ellas aparecen elementos propios de la ficción. Es decir, esas noticias podrían aguantar el argumento de una película o de una novela «de las que te enganchan». Hace entonces su entrada triunfal el suceso, el género de lo escabroso y lo macabro.

El caso Madeleine es quizá el más paradigmático. Porque aunque la pequeña de los McCann desapareciese el mes de mayo de 2007, las televisiones estuvieron todo aquel verano actualizando las novedades, por mínimas que fueran, sobre el caso.

Este año ha ocurrido con Daniel Sancho y el descuartizamiento en Tailandia de un cirujano colombiano. Ser hijo (y nieto) de actores le añade a la historia varios grados de morbo, pero no se debe pasar por alto que el suceso se produce el primer fin de semana de agosto. A este respecto, coinciden los académicos consultados por este diario en que las informaciones más truculentas se «explotan» en tiempo y espacio si se da en los meses de vacaciones.

«Daniel Sancho sufre un 'bajón anímico' en prisión», «La predicción de Ramoncín sobre el futuro inmediato de Daniel Sancho» o «¿Por qué Daniel Sancho no dejó la isla tras cometer presuntamente el crimen?»: son sólo algunos de los titulares publicados en los últimos días en los digitales.

Jesús Díaz Campo, profesor de Ética de la Comunicación en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), es más optimista que Martín Algarra y cree que, en líneas generales, las serpientes del verano no se difunden con mala intención. «Estas noticias se distinguen de los bulos en que sí tienen una base real. Hay quien dice que el 'balconing' fue una muestra de este género informativo, pero yo creo fue algo más», añade Díaz Campo.

«No fue ninguna tontería, las muertes iban aumentando y dimos con una palabra fácil de recordar para denominar el fenómeno. Lo terminaron replicando incluso medios internacionales», dice Agustín Pery, padre del término 'balconing'. El periodismo tiene algo de bautismo de la realidad.

La listeriosis es otro de esos reptiles informativos que aún se recuerda en las redacciones. Ocurrió en 2019 y aunque el Ministerio de Sanidad confirmó un total de 150 casos de listeriosis relacionados con el consumo de carne de la marca La Mechá, la alarma cundió a sus anchas por todos los formatos mediáticos. Era raro el día que el noticiario no abría con la noticia. Una vez más, como ya había ocurrido con fenómenos como el 'balconing' se estiraba la información y el tono de alarmista.

Por otra parte, coinciden los académicos en que el hecho de que las audiencias estén acostumbradas a las 'fake news' durante todo el año, hace que cada vez surjan serpientes más próximas al sensacionalismo. Todo se exagera y se personaliza.

Martin Algarra cree que la opinión pública «está adormecida y muy centrada en sus cuestiones personales» y que el espacio público «ha menguado». Muestra de ello es, dice, lo que ha sucedido este verano con el viaje de Pedro Sánchez a Marruecos. «Me sorprendió que la gorra que portaba el líder de los socialistas en su paseo por Marrakech fuera una cuestión de interés. Este es uno de los veranos más relevantes que hemos vivido desde el punto de vista político, pero los candidatos, en todos los grupos, cada vez alimentan más el personaje», lamenta este catedrático de Opinión Pública.

En cualquier caso, ya entrados en la segunda quincena de agosto, es probable que todavía aparezca alguna de esas noticias estivales que Carmen Marta Lazo asemeja a las conocidas como 'informaciones suflé': con efecto, pero que pronto son perecederas al ser vacuas.

Quizá escribir un artículo sobre serpientes del verano sea el mayor exponente del género hasta la fecha, o tal vez Nessie, quién sabe, aún pueda hacer su tradicional aparición estival.