El negocio del vinilo, un capricho que mueve millones
El formato nunca dejará de ser anecdótico frente al streaming, pero sigue tan en auge que Metallica ha comprado una fábrica de prensado para sus propios lanzamientos
El 'revival' del vinilo, un lujo para unos pocos por culpa de 'el Gran Atasco'

Hace unas semanas, la asociación estadounidense de la industria de grabación de música (RIAA, según sus siglas en inglés) anunció que en 2022 las ventas de vinilos superaron a las de CDs por primera vez desde el año 1987. La noticia seguro que les suena, porque ya se ha publicado en otras ocasiones. Pero en esta ocasión hay una diferencia ya que el anterior sorpasso fue en recaudación, y este lo es en número de unidades vendidas: se despacharon unos 41 millones de discos de vinilos en Estados Unidos, superando los 33 millones de CDs. Abarca así el 71% de las ventas físicas facturando 1.200 millones de dólares, una cifra que prácticamente triplica a los 482,6 millones de dólares que lograron los CD.
En comparación con hace veinte años, los vinilos se venden como churros. Siguen siendo una parte muy pequeña del mercado fonográfico porque el streaming continúa siendo la fuente del 84% de los ingresos de la industria discográfica estadounidense (86% en España, donde por cierto se siguen comprando más CDs que vinilos), pero el aumento constante del vinilo ha vuelto a poner en marcha una industria que parecía destinada al desguace.
La reactivación está siendo lenta. Cuando el formato cayó en desuso cerraron tantas fábricas de vinilo que ya no hay suficientes para atender la creciente demanda, y de cuando en cuando se generan cuellos de botella que colapsan el flujo hacia las tiendas. A veces por culpa de un solo artista, como en el caso de Adele y el lanzamiento de su último disco.
La cantante británica encargó tantas copias de '30' en vinilo que acaparó la producción europea y muchos pequeños artistas vieron cómo se rechazaban sus peticiones de fabricación durante meses. Su compañía, Sony, reconoció que tuvo que sacar otros títulos de su catálogo de las plantas de impresión en el extranjero para asegurarse de que los discos de Adele no faltasen en las estanterías para la jugosa temporada navideña, y la situación incluso afectó a estrellas del calibre de Ed Sheeran, que se quejó de que su compatriota estuviese monopolizando la producción: «Hay como tres fabricas de vinilos en el mundo, así que tienes que adelantarte mucho, y Adele había reservado prácticamente todas las fabricas, así que tuvimos que forzar un cupo y tratar de meter nuestro disco ahí. Era yo, Coldplay, Adele, Taylor Swift, ABBA, Elton John, todos nosotros tratando de hacer nuestros vinilos al mismo tiempo».
Adele vendió más de medio millón de copias, pero la jugada no le salió tan redonda como esperaba porque hay noticias de que lotes enteros de vinilos del disco se están vendiendo a recio de saldo debido al exceso de producción.
Algunos de los 500.000 ejemplares de ‘30’, el último disco de Adele, han acabado así: amontonados en estanterías a precio de saldo.
— Música Ligera (@_Musica_Ligera) March 15, 2023
Su producción colapsó, en parte, las grandes factorías de vinilos del mundo. Hoy toca #hiloimprovisadodemusicaligera pic.twitter.com/TFkBJeVNHA
Para evitar sufrir algo parecido y poder optimizar sus lanzamientos en vinilo, la banda Metallica, una de las que más éxito tiene con el formato, ha decidido comprarse una fábrica adquiriendo la participación mayoritaria de Furnace Records, una planta de prensado de vinilos con sede en Virginia que lleva trabajando para ellos desde hace más de diez años. El grupo californiano no se la ha comprado para ella sola, ya que aseguran que pretenden ayudar a otros artistas y sellos discográficos con la fabricación de sus vinilos. Y además también ha subcontratado a Pallas, una planta de prensado alemana que destaca por utilizar materiales premium en la producción discos de vinilo de alta calidad, para asegurarse el suministro de materia prima en un momento especialmente delicado por las tensiones internacionales. Otra estrella del rock, Jack White, que abrió en 2001 su propia fábrica de vinilos Third Man Records, les ha dado la «bienvenida a la causa» y Metallica le han dado las gracias por ser un «pionero».

Pero vayamos a lo que nos toca de cerca. ¿Cómo está la situación en España? ¿Es un negocio interesante para invertir?
«La demanda de vinilos sigue siendo creciendo tanto en novedades como en reediciones, y nosotros hemos tenido varios momentos de no dar más de sí», asegura Eugenio López, que fundó la fábrica Mad Vinyl en Madrid junto a varios socios entre los que se encontraba el mítico comentarista deportivo Michael Robinson, que también era un melómano empedernido pero falleció antes de que el proyecto echara a andar. «Por una parte, a final de 2021 sufrimos una fuerte escasez de muchas materias primas relacionadas con el vinilo como es el propio plástico, el cartón para las portadas y las tintas, lo cual nos causó varios momentos de atasco. Al volver a una situación un poco más normal hemos ampliado maquinaria y personal para dar salida a toda la demanda y actualmente somos la fábrica de Europa que entrega los discos en menos tiempo, de media en ocho semanas podemos tener un lanzamiento listo, comparado con los seis meses que siguen dando en Holanda y Alemania. Es un tiempo bastante razonable».
Pero lo más interesante de este fenómeno es que ni mucho menos es exclusivo de Adeles, Metallicas y Coldplays. Tal como señala López, «cada vez más grupos lanzan su disco en vinilo para irse de gira, y lo más interesante es que nos piden una reedición muy rápido ya que se está convirtiendo en parte de su merchandising y de su forma de financiación».
Esto último lo corrobora Diego Arroyo de la banda Veintiuno, aunque con un matiz importante: «Lo que el artista gane con el vinilo depende del contrato discográfico que tenga, y de quién se lucre de la venta de dicho vinilo en última instancia. Si el artista tiene el control sobre su propio master y edita por sí mismo el vinilo, respondiendo solo de los costes de fabricación, la respuesta es sí, es una ayuda para generar dinero». Lo que no admite discusión es que «donde más discos se venden hoy en día, en cualquier supuesto, siempre es en gira», añade Diego. «Nosotros, por ejemplo, le compramos nuestros vinilos a nuestra propia discográfica a un coste más bajo que el de mercado, por lo tanto contamos con cierto margen de beneficio al vender en los conciertos».
Luis Fernández, director del sello Sonido Muchacho que lleva a bandas como Carolina Durante, Natalia Lacunza, Cupido, La Bien Querida, Los Punsetes o Hinds, añade otro matiz: «Yo no consideraría los vinilos como simple merchandising. Le resta valor al producto físico del disco, que es la base de toda gira». Para este emprendedor del circuito independiente, «el vinilo es absolutamente necesario para darle continuidad a los proyectos y para que conceptualmente, tengan sentido». Según su experiencia, «es un formato fundamental, y llevarlo en gira, también», y a nivel de financiación, «es un complemente más, tan necesario como otros objetos de merchandising como las camisetas».
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Así, Fernández apuesta claramente por un futuro prometedor para este mercado. «El vinilo va a quedarse. Gusta, es bueno, bonito, con una implicación más de deseo que el CD, y va a estar siempre ahí. Para los artistas indies, y también para los mainstream. Para todos».
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