Carl Cox, el 'Rey de Ibiza': «La cultura de España es diferente: en el resto del mundo están en la cama a las 12 de la noche»

-Un DJ en la prensa. ¿Qué ha pasado?

-Nos hemos convertido en artistas, no somos sólo DJs. En realidad, soy músico y hago música para ser DJ. Somos un producto de entretenimiento, como los Rolling Stones o Elton John. Eso ha pasado. En la mayoría de los festivales hay grupos de rock, hip-hop, reggaeton y sesiones de 'disc-jockey', que pueden ser más concurridas que los conciertos de U2. Esto no ha ocurrido de la noche a la mañana, claro.

-¿Cómo empezó su electromanía?

-Mis raíces en la música electrónica se remontan a Kraftwerk y a Giorgio Moroder cuando hizo con Donna Summer 'I feel love'. Muchos de los primeros discos de Stevie Wonder usaban sintetizadores Oberheims, amplificadores y sonidos de un equipo Moog, que se siguen utilizando hoy. Si escuchas algunos de los discos de los Beatles, gran parte del sonido de fondo es el sintetizador Moog (y empieza a hacer onomatopeyas). Esto es techno también. Son las raíces del sonido. En mi caso fueron los Nuevos Románticos. The Human League, Orchestral Manoeuvres in the Dark o Gary Numan… Techno. La gente de Detroit y Chicago (origen del techno y el house, respectivamente) los tuvieron como base. Vamos a utilizar cajas de ritmo, sintetizadores 303 y estos grupos de referencia. Crearon algo único orientado a la pista de baile. Yo comprendí este sonido desde el inicio.

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- Su colega David Guetta está jugando ya con la inteligencia artificial. ¿Le preocupa?

-En absoluto. Al fin y al cabo, no hay nada como lo real. Con la IA he hecho alguna cosa. Tengo mi avatar virtual creado por Sensorium Galaxy. Y un show en el que soy DJ, pero aún estoy un poco rígido (risas). El elemento humano siempre será con lo que la gente conecte. La IA tiene un gran camino, es increíble. Si nos fijamos en esa película de Will Smith llamada 'Yo, Robot' te da una idea del futuro de la IA. Básicamente, los robots tomaron el control porque tenían un alma. Eso necesitas (risas).

-Pincha esta noche en el 20 aniversario de Fabrik. Fiestón.

-La primera vez que pinché en Fabrik era el club más grande en el que había pinchado hasta entonces. Imagina cuando entré en la sala y todo el mundo estaba allí para verme pinchar en vinilo. Eran sets electrizantes. Qué atmósfera. La gente, el sonido, la unión por la música de baile. Todos estos años, igual. Fabrik está probablemente en el peor lugar de Madrid, nadie tiene nada que hacer allí a menos que Fabrik esté abierto. Eso es lo que lo hace tan increíble. Si hay 15.000 personas es porque quieren estar allí. Los clubes nocturnos nunca suelen aguantar tanto. Siempre pasa algo. Pero Fabrik parece haber resistido el paso del tiempo y eso habla muy bien de ellos, de su profesionalidad y de lo felices que han hecho a la gente. Nunca he pasado una mala noche en ese club. Eso es un gran testamento.

-¿Qué tal es el público español?

-No son estrechos de miras. Y han abrazado esta música como parte de su cultura y vida. Sales por la noche, te reúnes con tus amigos, comes algo, bebes vino y todo eso, y luego te vas de fiesta. Para mí, en Ibiza, siempre fue muy difícil cenar a las 12 de la noche, terminar sobre la 1 e irte de fiesta. La mayoría de la gente en el mundo está en la cama entre las 11 y las 12. Pero así es España y lo que hace tan diferente a su cultura. Quieren salir, sentirse bien, lucirse, hace buen tiempo, acabar cuando sale el sol y sentir que han disfrutado. Toda una experiencia.

-Es el 'Rey de Ibiza'. Y Space, su discoteca-palacio. Cerró en 2016.

-Muchos la echarán de menos porque ahora hay un gran agujero en el 'clubbing' ibicenco que se llama Space. Y que nunca volverá porque era hijo de su época. Mi experiencia con Space es de la primera vez que fui, cuando se inauguró en 1989. Fue muy curioso. Las puertas se abrieron a las 7 de la mañana. Desayunaba y me iba al club. En ninguna parte del mundo estaba eso en aquella época. El único lugar para experimentar era ir a Ibiza, al Space, y hacer cola a las 7 de la mañana para entrar en una discoteca. Toqué en la apertura y en la clausura. Y desde 2001 a 2016 fui residente. ¿Te imaginas la cantidad de bebidas que se tomaron? ¿La cantidad de pasos de baile que hicimos? Cuánta gente debió embarazarse, casarse, divorciarse, pasaron tantas cosas... He ido a Ibiza todos los años desde 1985 hasta 2019. Luego vino la pandemia, pero volví el año pasado. Y este no iré porque quiero tocar en otros sitios. Pero mi corazón y mi alma son de Ibiza. Estarán allí para siempre.

-Ya ha cumplido los 60. ¿Cómo ve su futuro en la industria del baile?

-Queda mucho que hacer, y siempre tuve claro que menos es más. Así que mi idea es hacer menos espectáculos, pero ofrecer más en ellos. Ser DJ es sólo un catalizador para mantenerme relevante y mi idea experimental de los directos es que sean en lugares especiales. Como este año, que ya he tocado en las pirámides de Giza, en Egipto. También voy a tocar en Nueva York, en Central Park. Y he pinchado en una catedral en Friburgo, toqué en Wembley el año pasado... Este es el tipo de cosas que quiero hacer.