Los Rolling Stones celebran en Madrid cincuenta años de rock'n'roll

Con sus majestades satánicas no hay polémica que valga: todo el mundo del rock contiene la respiración ante su visita

Los Rolling Stones celebran en Madrid cincuenta años de rock'n'roll mikel ponce

ignacio serrano

Que si están demasiado mayores, que si Richards no da pie con bola, que si Jagger sólo está ahí sólo por engordar (más) su cuenta corriente... Unos veinte años dura ya la letanía de quejas del sector estoniano más purista e intransigente, ese que ... pretende conservar aquellas noches del Calderón ‘82 en un altar sagrado rodeado de velas. Dos décadas en las que la banda británica no ha dejado de venir a España de gira con llenazos incontestables de público... en el que al final también siempre están los que decían «yo esta vez paso».

En esta ocasión no será el Calderón (donde en unos días actuará, durante dos noches, el enésimo relevo generacional súperventas, One Direction, con los que Jagger suele chatear vía redes sociales) sino el estadio Santiago Bernabéu el que acoja la visita de sus majestades satánicas. La euforia desatada en las taquillas, sin embargo, quizá hubiese dado para llenarlo una segunda velada, ya que las 54.000 entradas se agotaron en pocas horas con colapso del sistema de venta online incluido. Poco han importado los precios de los tickets (otra de las quejas del sector duro), que oscilaban entre los 80 y los 200 euros y en reventa están llegando a pasar de los 1.000.

Nunca se han separado

En esta gira celebran su cincuenta aniversario, una cifra que sólo está al alcance de leyendas de similar calibre como los Beach Boys, Pink Floyd o los Kinks. Sin embargo, el caso de los Rolling Stones es especial, ya que su formación ha sido razonablemente estable y no ha sufrido ninguna separación oficial. Desde su debut en España el 11 de junio de 1976 en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona , han ofrecido en nuestro país un total de 38 conciertos en diferentes ciudades, el último de ellos precisamente en la Ciudad Condal, en el Estadio Olímpico, el 21 de julio de 2007.

Hoy, sobre las seis y media de la tarde, se abrirán las puertas del Bernabeú para que los fans vayan tomando posiciones. A esa hora, los Stones y su invitado y antiguo socio Mick Taylor ya estarán relajándose en sus camerinos personales (su banda de acompañamiento tiene otros dos). A las ocho y media actuará el telonero Leiva, y si todo marcha según lo previsto, sobre las diez menos diez de la noche se encederá una luz roja intermitente en las pantallas gigantes, y unos segundos después Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts harán su aparición estelar entre el griterío de la multitud.

El escenario, una mole de casi cuarenta metros de anchura, tendrá cuatro pantallas gigantes de 320 metros cuadrados y dos alas laterales. Tampoco faltará la denominada «pasarela provocador», que se introduce unos treinta metros en el público, y que a buen seguro Mick Jagger dará buen uso desde el minuto uno. En cuanto al sonido, cuatro torres lanzarán 210.000 watios de rocanrol al terreno de juego y las gradas.

Madrid, ¿cita especial?

Desde que esta gira comenzó el año pasado han dado muchos conciertos, pero algunos son más especiales que otros. Si presuponemos que el de esta noche lo será para ellos, podría esperarse el repertorio deluxe, es decir, el que tocaron en citas señaladas como Rock in Rio Lisboa, donde no faltaron «Jumpin’ Jack Flash», «It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)», «Tumbling Dice», «Wild Horses», «Honky Tonk Women», «Gimme Shelter», «Start me up», «Sympathy for the Devil» o «Brown Sugar», uno de sus finales favoritos. Cuando lleguen los bises, que llegarán en cuanto los viejos rockeros se tomen un respiro, es probable que se ayuden de los épicos coros gospel para interpretar «You Can’t Always Get What You Want» y dar el cierre definitivo con «(I Can’t Get No) Satisfaction» junto a Mick Taylor, que también habrá participado en «Midnight Rambler».

Habrá uno o incluso dos momentos para que Keith Richards luzca protagonismo, «You got the silver» y «Can’t be seen», en las que canta además de tocar una de las cien guitarras que se lleva en la maleta. Por su parte, Charlie Watts no usará más de dos o tres pares de baquetas para golpear su sencillísimo y parco drum-kit; Ron Wood intentará que el dinamismo no se diluya en el primer metro de escenario tras Jagger, y éste sólo parará de vociferar para mover el esqueleto, aplaudir o tocar la armónica y la pandereta.

Sólo queda una pregunta en el aire: ¿lloverá? Después de las tormentas que han caído sobre la capital en los últimos días, los fans temen que haya que llevarse el chubasquero y el paraguas al concierto. Y es que la posibilidad de que caigan unas gotas quizá agrade a los que añoran las escenas de hace treinta y dos años en el estadio rival, pero si caen granizo, rayos y truenos, la fiesta puede estropearse por completo. Sin embargo parece que habrá una noche de cielo claro y temperaturas algo más altas que las de ayer, para alivio de los seguidores. Que ellos también se han hecho mayores y no están para sustos.

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