Donde habita el olvido / San Juan de Salvamento
El faro del fin del mundo
Construido en 1884 en Tierra de Fuego, era la única luz visible para quienes se aventuraban por aquellas aguas
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En el reino del terror

La leyenda nace en 1905 cuando el escritor francés Julio Verne escribe la novela 'El faro del fin del mundo', situado en la isla de los Estados, en el remoto confín de la Tierra de Fuego, en el extremo meridional de ... Argentina. Aunque la historia es una ficción en la que los piratas asaltan las embarcaciones encalladas en la zona, el faro existía ya en el mismo lugar que Verne describe.
Fue construido en 1884, treinta años antes que la publicación de la novela, por iniciativa del comodoro Augusto Lasserre, un marino argentino que era el comandante de la subprefectura de la zona, que tenía una estación de auxilio para los numerosos náufragos que zozobraban en aquellas peligrosas aguas, cercanas al cabo de Hornos. Lasserre bautizó el faro con el nombre de San Juan de Salvamento, situado enfrente de una bahía con un pequeño puerto.
Que nadie se imagine este faro como una torre de piedra, dotada de potentes luminarias visibles a decenas de kilómetros. Era una casa de madera de roble, erigida sobre un promontorio de 60 metros sobre el mar. Tenía una estructura octogonal con una altura de cinco metros. El tejado estaba cubierto de una lona impermeable. Una bola coronaba el edificio. La luz del faro provenía de ocho lámparas de queroseno, colocadas detrás de unas ventanas con lentes de Fresnel.
Lasserre dispuso que seis fareros se ocuparan de su funcionamiento. Había a pocos metros una cárcel militar, que fue trasladada a Puerto Cook, en la misma isla, en 1899. Pese al empeño del personal, la luz del faro era débil, sólo visible a corta distancia, inútil en los días de niebla o mal tiempo. Los naufragios apenas disminuyeron y ello forzó al Gobierno argentino a ordenar la construcción de otro faro en la cercana isla Observatorio en 1901.
San Juan fue el primer faro que se construyó en Argentina. Fueron los presos quienes lo levantaron a cambio de una reducción de penas. Pese a sus limitaciones, era visto por los navegantes como una referencia geográfica y un lugar que significaba la posibilidad de alcanzar la seguridad de un puerto cercano.
El faro de San Juan fue abandonado y permaneció en ruinas hasta 1989, fecha en la surgió la idea de reconstruirlo como un museo
La vida de los seis fareros era extremadamente dura en una isla deshabitada, sobre todo, en los inviernos en los que permanecían en absoluto aislamiento. Gracias a la investigación de un periodista de 'La Nación' hoy sabemos sus rutinas, lo que comían y cómo pasaban el tiempo. En la novela de Verne, estos hombres luchaban contra los piratas, algo que no era cierto pero que contribuyó a la leyenda del lugar.
El faro de San Juan fue abandonado y permaneció en ruinas hasta 1989, fecha en la surgió la idea de reconstruirlo como un museo. Cinco años después, un navegante francés llamado André Bonner llegó al lugar, siguiendo el rastro de la novela de Verne. Bonner se quedó allí durante meses, explorando la isla de los Estados.
Al volver a Francia, creó una fundación para captar fondos y llevar a cabo la reconstrucción exacta del faro de San Juan, cuyos restos fueron llevados a Ushuaia mediante un proyecto financiado por el Gobierno argentino y las autoridades locales. En 1997, fue inaugurado como museo en su nuevo emplazamiento. Bonner construyó una réplica en La Rochelle.
Hoy los barcos que surcan esas aguas se orientan por el faro de Les Eclaireurs, ubicado en un islote del canal de Beagle. Su luz es visible a muchas millas de distancia y es frecuentado por los turistas, que ignoran la historia del antiguo faro de San Juan y la novela de Verne que originó el mito.
La isla de los Estados, prácticamente deshabitada, es ahora un parque natural, cuyos fiordos y bahías puede ser visitados bajo un riguroso control. Antes de ser colonizadas, vivieron allí tribus indígenas que navegaban en canoas y sobrevivían gracias a la pesca en el siglo III antes de Cristo. El enclave fue descubierto por el capitán español Francisco de Hoces en 1526 al perderse en una tempestad. Es un paraje desolado, sin vegetación y habitado por pingüinos, nutrias y cormoranes. Allí estuvo el faro del fin del mundo.
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