Tillamook Rock, el faro maldito
donde habita el olvido
Situado en un islote inaccesible de Oregón, fue abandonado en 1957 tras una serie de desgracias y catástrofes
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Iniciar sesiónUna maldición parece haberse abatido sobre el faro de Tillamook Rock, situado en un islote a dos kilómetros de la costa de Oregón, cerca de la frontera de Estados Unidos con Canadá. Inaugurado en 1881, el faro fue clausurado y abandonado en 1957, ... dejando atrás una oscura historia de leyendas y desgracias.
Conocido por los lugareños como el 'Terrible Tilly', su ubicación y sus peligrosas aguas hacen prácticamente inaccesible el desembarco en este promontorio rocoso de poco más de 1.000 metros cuadrados, coronado por dos edificios y una torre de 19 metros de altura, donde se colocó una lámpara incandescente cuya luz era visible a 33 kilómetros. Fue diseñada por Georges Gillespie, un experto de la Armada.
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Cuando en 1879 comenzaron los trabajos para levantar sus muros, el Gobierno tuvo dificultades para encontrar personal. Tuvo que recurrir a empleados e ingenieros del Ejército para terminar la obra, técnicamente muy compleja, ya que los habitantes de Oregón creían que este islote de roca basáltica estaba poblado de fantasmas y de espíritus malignos.
Pocas semanas antes de la inauguración, el Lupatia, un bergantín dedicado al transporte de mercancías, chocó contra Tillamook Rock en medio de una niebla impenetrable. Sus 16 tripulantes murieron mientras los obreros del faro escuchaban sus gritos desesperados. No podían hacer nada para salvarles. Sus cadáveres aparecieron días después en la costa.
Un paulatino abandono
El suceso agudizó las leyendas sobre el lugar, un año después de que uno de los topógrafos desapareciera en el océano mientras realizaba sus mediciones. Era frecuente que los trabajadores permanecieran aislados dos o tres semanas por el mal tiempo que azotaba el enclave. No podían recibir comida ni comunicarse con el exterior.
En 1897, cuando el faro ya llevaba operando 16 años, el Gobierno financió la instalación de un cable para comunicar telefónicamente el islote con el continente. Unas violentas corrientes cortaron el tendido poco después y volvieron a dejar incomunicados a los fareros. Tillamook era uno de los lugares más inhóspitos del mundo, sometido a tormentas como las de 1912 y de 1934, que dejaron devastado el islote. En ambas ocasiones, el viento superaba los 170 kilómetros por hora, generando gigantescas olas, que provocaban daños en los edificios e inutilizaban la lámpara del faro. Las costosas reparaciones llevaron a las autoridades a cerrarlo y sustituirlo por un sistema de boyas luminosas.
No resulta extraño, pues, que los fareros, al cabo de unos meses, solicitaran el traslado, pese que, a finales de los años 30, ya había un sistema de comunicación por radio y un motor que suministraba electricidad. Dada la mala climatología y el aislamiento, a lo que se unían las supersticiones locales, algunos de sus operarios sufrieron trastornos mentales y tuvieron que ser evacuados. Se decía que los fantasmas de los muertos gemían por la noche y que quienes habitaban allí se verían afectados por una maldición relacionada con una vieja tradición india.
Tras el cierre, las instalaciones fueron vendidas por el Estado a una empresa privada
Tras seis décadas de abandono, el tiempo ha hecho estragos. La estructura metálica de la cubierta del faro se cae a pedazos, los muros se desmoronan y los edificios, sin puertas ni ventanas, suscitan el temor de los escasos visitantes que pisan el islote.
Tras el cierre, las instalaciones fueron vendidas por el Estado a una empresa privada, que decidió construir un cementerio, llamado pomposamente 'Eternity of Sea'. Hoy ha vuelto a ser de propiedad pública, ya que se ha convertido en refugio de aves marinas. Tillamook Rock ha sido integrado en el parque nacional de las Oregon Islands Wildlife.
El acceso al islote está severamente limitado, pero es posible desembarcar con un permiso especial para observar los leones marinos, las ballenas y las aves de la zona. Pese a su cercanía física a la costa, Tillamook es hoy uno de esos rincones abandonados y aislados que preservan un misterio que desafía a la razón. Tal vez sea cierto que los fantasmas siguen poblando este peñón inhabitable.
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