POETA DE FERIA
Ignacio Elguero: el poeta en vela
Con su último libro, «Siempre», se ha consolidado como una de las voces más rigurosas de su generación (1964)
manuel de la fuente
Ignacio Elguero no duerme . Ni con la ayuda de la fisica (un buen mazazo), ni con la ayuda de la química (un siempre agradecido orfidal).
No duerme porque quizá conoció el insomnio cuando los chiripitifláuticos , a los que les dedicó una ... especie de biografía , le sorbieron el seso. O quizá fue en esas veladas en las que el miedo a tener que salir «¡Al encerado!» te ponía los ojos como platos, y no quedaba otra que dejar a tu padre que te leyera a Bécquer, o ponerse uno mismo, por muy chavalillo que se fuera, con Juan Ramón Jiménez, Machado...
Y pronto, bien pronto, Elguero empezó a hacer sus pinitos: en una mano el boli, en la otra, un madelman, y el cuaderno sobre la cama.
Que Ignacio Elguero no duerma no significa que durante el día esté adormilado. Nada de eso. Es muchacho avispado y de natural hiperactivo, y en una de esas noches adolescentes y en blanco tuvo una visión, una visión preclara: los dos oficios a los que mejor viste la noche son la poesía y la radio. Y Elguero consiguió la cuadratura del círculo vocacional y profesional, radio y poesía, en un mismo barco. Aquella singladura tomó un nombre que hoy es santo y seña del periodismo cultural y de la vida poética española: «La estación azul» , acompañado por el magíster Lostalé.
Decisión acertada
No se equivocó el insomne Elguero. Profesionalmente, ha llegado lejos y es director de Radio 1 de Radio Nacional. Líricamente, los resultados no han sido pocos: «Los años como colores», «Cromos», «El dormitorio ajeno», «Materia» (Premio Claudio Rodríguez, ambos en Hiperión ) y hace apenas un año su más reciente poemario: «Siempre» , Hiperión igualmente.
En él, Ignacio Elguero aparece instalado en el pedestal de la plenitud de su poesía, y desde esa vista privilegiada de pájaro, el propio poeta nos pone al pie de su letra: «Un poema de tener capacidad de emocionarte. Lo mismo que cualquier obra artística. Leer un poema es, por ejemplo, como ver un cuadro. Es un golpe de sensaciones, de luz, de líneas, de materia, de colores, de palabras, de todo y de nada a la vez; la sencillez y lo complejo. Elementos que, bien conjugados, hacen que te estremezcas».
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