Las primeras miradas de Luis Buñuel
Ian Gibson retrata los años jóvenes del realizador en su biografía «La forja de un cineasta. 1900-1938»
abc.es
Fue un cineasta personal, intransferible y peculiar, y no menos peculiar lo fue como ser humano. Además de uno de los grandes directores de cine españoles, además de íntimo amigo de García Lorca y de Dalí, Buñuel fue un hombre de un genio ... muy particular, con algunas zonas oscuras poco conocidas como su heterodoxa militancia comunista, y que realizó la mayor parte de su obra en el exilio mexicano.
Pero antes de eso, antes de la Guerra Civil, fue un hombre cosmopolita, educado en la Residencia de Estudiantes y en los círculos literarios y artísticos de vanguardia que como el surrealismo tenían su base operaciones en París, donde compartió mesa, mantel y tertulia con Andre Breton , Louis Aragon y Paul Eluard, entre otros.
Esos primeros años de la vida y la obra del cineasta son los que ha retratado el historiador Ian Gibson en la biografía «La forja de un cineasta 1900-1938» (Ed. Aguilar).
Para llevar a cabo este trabajo Gibson ha revisado toda la bibliografía relacionada con el realizador aragonés, incluidas sus propias memorias, publicadas en 1982 bajo el título «Mi último suspiro» y de las que Gibson duda en más de una ocasión.
Archivos y familiares
Igualmente, Ian Gibson ha revisado las conversaciones que Buñuel mantuvo con el escritor y dramaturgo Max Aub con vistas a una biografía que nunca se llevó a cabo, y también ha buceado en archivos y correspondencia y ha hablado con diversos familiares.
Como resultado nos encontramos ante un libro de casi mil páginas (960, en concreto) que aborda principalmente los años de formación y sus primeros pasos como director, periodo en que Buñuel realizó dos de sus obras maestras surrealistas, «Un perro andaluz» y «La edad de oro».
También de esa época son el comprometido documental sobre las Hurdes «Tierra sin pan» y otras películas menos conocidas que rodó para la productora Filmófono durante la etapa de la República, una productora que él mismo había creado.
El libro arranca con la infancia del cineasta, su relación edípica con su madre y los años con los jesuitas, antes de abordar sus decisivo paso por la Residencia de Estudiantes, donde conoció y entabló amistad con Federico García Lorca, Salvador Dalí, Rafael Alberti y Pepín Bello, entre otros.
La biografía continúa con su llegada a París, donde confirmó su vocación cinéfila, primero como espectador, después como alumno de Jean Epstein y finalmente como autor.
Gibson también se detiene en la militancia comunista de Buñuel, prácticamente secreta, según dice, ya que la ortodoxia comunista no veía con buenos ojos el surrealismo, movimiento que el artista aragonés finalmente abandonó en 1932.
Finalmente, los años de la guerra son los que contienen más lagunas y zonas oscuras. Buñuel trabajó para el servicio secreto de la embajada española en Francia, según su esposa, aunque no existe información detallada.
Se sabe que se ocupó de labores de propaganda relacionada con el cine , filtrando, por ejemplo, todo lo que se rodaba en la España republicana; y que hizo dos montajes de propaganda: «Espagne 1936» y «Espagne 1937».
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