Gata Cattana, la estrella fugaz del rap feminista español que murió antes de tiempo
Este 2 de marzo se estrena 'Eterna', el documental sobre la rapera y poeta adamuceña que falleció a la edad de 26 hoy hace seis años. Ni un disco había publicado aún, pero ya la veían como la heredera de la Mala Rodríguez

Adamuz, un pequeño pueblo de Córdoba. Años 90. Ahí tenemos a una niña despierta y obediente, aunque hablaba por los codos porque quería pasárselo teta. «Mejor sacar un 8 de risas que un 10 sufriendo», era, en esencia, el 'leit motiv' con el que se ... excusaba a su madre. La chiquilla se llamaba Ana García Llorente, popularmente conocida después como Gata Cattana. En las peleas con sus amigos en la infancia arañaba rápido la cara, y luego aquellos ojitos rasgados. Ahí empezó lo felino. La Cattana fue por el grupo de rap que formó con una amiga cuando marchó a estudiar a Granada la carrera. Ciencias Políticas. Llegó a la ciudad justo para el 15M.
Aficionada desde pequeña a la literatura y la poesía, tenía un espíritu luchador para combatir lo que ella valorara como injusticias, era de las que no se callaba. Sobrina-nieta del Niño del Museo, artista flamenco, al descubrir su música se vinculó primeramente a este género apasionadamente, se aplicó en estudiar todos los palos para cantarlo. Pero llegaría el rap, que no el trap.
Rap clásico en la década de 2010 en una época en la que en la misma Graná estaba gestándose la semilla del cambio de la historia de la música en nuestro país, con Kefta Boyz, que luego serían PXXR GVNG, la Mafia del Amor, pero esta es otra historia. Su innovación vino más en lo social, su conexión sociológica con un movimiento feminista que en el auge de la nueva ola feminista en 2017 ella ya no pudo ver en todo su apogeo al fallecer con solo 26 años por un 'shock anafiláctico'. 'Shock' en la escena hip-hop y más allá.
Ni un disco había sacado la Gata, pero era ya una estrella emergente y, después, fugaz, arte expandido porque seis años después de la tragedia le han reeditado sus libros de poesía hasta vender miles, salió su debut póstumo 'Banzai', actualmente tiene más de 90.000 oyentes mensuales en Spotify, grafitis con su bello rostro en variadas paredes de nuestro país y acaba de estrenarse en los cines un documental, 'Eterna', en homenaje vía 'crowdfunding' para su recuerdo. Que tuvo pequeños momentos estelares de la valentía. Por ejemplo, en Córdoba. 15 o 20 chavales en un parque. En los años 2000 casi ninguna mujer rapeaba en la ciudad del Califa Rojo, Julio Anguita. Se puso con una amiga en un banquito al lado de la manada de b-boys y, en un 'impasse' de silencio en la batalla de gallos, saltó ella con todo su atrevimiento. Iba para heredera de la Mala Rodríguez.
En el documental aparece uno de sus grandes valedores, Frank T, vieja escuela también, que le apoyó desde su programa en Radio 3 y que aporta otra pequeña innovación de Cattana pero en el ámbito de la tristeza. «Fue el primer artista de rap en español que se fue antes de tiempo. Su legado es muy poco», analiza el también cantante. Y demos gracias porque la escasa gracia de tirotearse del gremio al estilo Estados Unidos todavía no la hemos integrado aquí. Tiempo al tiempo. Pero Cattana era la antítesis de eso, un poeta amigo suyo dice que también «lo antagónico de lo cursi». «No reconozco autoridad más allá de mi cuerpo», escribió. En los mundos de la poesía la tenían por rapera y en los del rap, por poeta. Despectivamente, a poder ser dicho.
A su madre le preocupaba que en aquella agitada Granada de 2011 pudiera pasarle algo a su hija. Y le dedicó «Mami me voy a la mani». En esa letra también cantó «los hijos que no tendremos».
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