HITOS DE LA EXPLORACIÓN
Artífices del mapa del mundo
Denostados por una leyenda negra cebada hoy por la corrección política, los exploradores españoles forman parte de la Historia de la Humanidad. La bibliografía trata de hacerles justicia

El avance de la nave cortando la bruma tiene algo de sobrenatural. Cualquier marino supersticioso que hubiera leído los relatos de Francisco Coloane pensaría que está a punto de aparecer el témpano de Kanasaka con su macabro tripulante: un cadáver -o ... un fantasma- con la sonrisa horrible de los que mueren helados, indicando con su mano derecha levantada -como una advertencia- el camino de las lejanías. «La sinfonía del viento y el mar tiene todos los tonos humanos, desde la risa hasta el llanto; toda la música de las orquestas y, además, unos murmullos sordos, unos lamentos lejanos y lacerantes, unas voces que lengüetean las olas», escribe Coloane. En la bocana del seno De Agostini, enfilando hacia el Estrecho de Magallanes , los petreles, alcatraces y gaviotas planean tras la popa del barco. El crepúsculo tiñe de rojo las nieves del pico Sarmiento . La majestuosa montaña fueguina suele hacerse de rogar: logra desembarazarse de las nubes apenas diez o doce días al año. Quizás ha heredado el sino del explorador español que la identificó y dibujó, y del que tomó el nombre: Pedro Sarmiento de Gamboa.
Estremece imaginar desde la cubierta de un barco moderno lo que debió ser el derrotero por los canales patagónicos en el siglo XVI . En 1579 este auténtico hombre del Renacimiento -marino, astrónomo, matemático, historiador, filólogo, humanista y mil cosas más- llegó al estrecho para ajustar cuentas con Francis Drake ; no lo encontró, pero tuvo una idea: crear asentamientos para fortalecer la presencia española en aquellas tierras. El proyecto se torció: en uno de sus viajes a España buscando ayuda para los colonos fue apresado por piratas ingleses y conducido a Londres. En aquella época se cotizaba tanto el oro como los mapas, y el navegante español llevaba unos cuantos. Liberado por Isabel I de Inglaterra tras arduas negociaciones, su carruaje fue interceptado por hugonotes franceses, que lo mantuvieron prisionero cinco años más. Felipe II pagó el rescate en 1590. Demasiado tarde. Durante este tiempo, el corsario Thomas Cavendish recaló en la Ciudad del Rey Felipe , una de las colonias fundadas por Sarmiento en el desolado paraje. No tuvo nada que robar. Sus habitantes habían muerto de frío e inanición. Solo uno se salvó y pudo contar el calvario de sus compañeros. Cavendish rebautizó el lugar como Puerto del Hambre . Aquí los nombres pesan más que en otras partes, sin duda por las historias que se prenden a los paisajes dándoles su verdadera dimensión, las peligrosas travesías de cuando el mundo era más grande e incógnito. En la solitaria cala quedan apenas unos restos visibles y un monolito con la siguiente leyenda: «Aquí estuvo España».

Abrir horizontes
La peripecia de Sarmiento de Gamboa (¿Alcalá de Henares?, ¿Pontevedra?, ¿1532?-océano Atlántico, 1592) es una de las que jalonan el ‘Atlas de los exploradores españoles ’ , que GeoPlaneta acaba de reeditar en una versión actualizada, más asequible y manejable. «Se trata de un proyecto de la Sociedad Geográfica Española para recuperar la historia de nuestra exploración, tan denostada y desconocida», explica su secretaria general, Lola Escudero . «Los textos (acompañados de sus correspondientes mapas), en los que ha participado una treintena de investigadores, son como artículos periodísticos que recogen ejemplos incontestables de la época gloriosa de nuestra exploración (siglos XVI y XVII) o de los viajes científicos del XVIII, y de gente como Jesús González Green , Ramón Larramendi , Nil Bohigas y otros, los ‘penúltimos’ en abrir horizontes».
El libro no solo recoge hitos conocidos -cuyas efemérides han sido silenciadas (si no denostadas) por la clase política gobernante, como el viaje de Magallanes y Elcano o la toma de Tenochtitlan -, sino otros sorprendentes. La historiadora Dolores Higueras , exdirectora técnica del Museo Naval , es autora del texto sobre Alcalá Galiano . «Podríamos haber estado en cualquier lugar», comenta, recordando misterios resueltos y otros sin resolver: mapas españoles de Australia de una época anterior a la llegada de Cook, un pecio del siglo XVI aparecido en las costas de Nueva Zelanda (no en vano, el geógrafo Oskar Spate define el océano Pacífico como «el lago español»)... o que los náufragos del ‘San Telmo’ pudieron ser los primeros en hollar la Antártida , adelantándose a los británicos, descubridores oficiales.

Unión de tres mundos
«Europa aprende a navegar en libros y mapas españoles. La navegación oceánica lo cambió todo, no solo desde el punto de vista de la cartografía -que hasta entonces se limitaba a portulanos-, sino del desarrollo tecnológico, del que se dice poco», continúa Higueras. La navegación era solo de cabotaje; cuando se está durante meses sin ver tierra hay que estudiar los vientos y las corrientes marinas. Como en la «tornavuelta» que Andrés de Urdaneta descubrió en 1565 para el galeón de Manila o nao de la China: así fueron conocidos los barcos que durante doscientos cincuenta años cubrieron de forma regular el circuito Acapulco-Manila-Acapulco. Expediciones que cumplieron el sueño de Cristóbal Colón de llegar a Oriente por Occidente , pero uniendo tres mundos en vez de dos: Europa, América y Asia. «Este hito y la primera circunnavegación del mundo marcaron el inicio de la globalización».
El arqueólogo submarino y escritor Carlos León lanza el siguiente órdago: si la ‘Santa María’, la nave capitana de Cristóbal Colón, no hubiera encallado en La Española, probablemente la expedición hubiera continuado su periplo en busca de las Indias (y sus especias), cambiando el curso de la Historia. Y piensa que Colón ya había estado allí. «Navegaba como si conociera todos los secretos de la ruta. Incluso desbarató un conato de motín con la promesa de que faltaban tres días para llegar a tierra, cosa que sucedió. En cualquier caso, fue una auténtica proeza ; ve tú allí ahora con esos cascarones». Junto al descubrimiento del Nuevo Mundo coloca entre sus preferencias las andanzas de Pedro Menéndez de Avilés , Pánfilo de Narváez , Núñez de Balboa y, por supuesto, Magallanes-Elcano. «En mi opinión, lo más importante no fue demostrar que la Tierra es redonda -que se sospechaba- sino que los océanos del mundo están comunicados». Carlos León prepara una exposición sobre el naufragio del galeón ‘Nuestra Señora del Juncal’ (golfo de México, 1631; el pecio no ha sido encontrado) en el Archivo de Indias, en Sevilla.

De ballenas y hombres
Las aventuras terrestres también causan asombro, como la expedición de Vázquez de Coronado que descubrió el Cañón del Colorado (1540) o la de Pedro Páez a las fuentes del Nilo Azul (1618). O las fluviales, como la de Orellana en el Amazonas (1541-1542). La lista tiende al infinito, y el material es de primera para llenar libros y guiones de cine -como han hecho los británicos con el suyo-, para sentir orgullo y no vergüenza.
«Se politiza la Historia desde un contexto actual y termina siendo conflictivo algo que es parte de la peripecia de nuestra especie, con su sangre y su tragedia, es cierto; pero sin aquel choque de mundos no seríamos lo que somos», señala el historietista e ilustrador argentino Darío Adanti , autor de la novela gráfica ‘La ballena tatuada’ (Astiberri) , donde resuenan los ecos de ‘Moby Dick’ y de la epopeya de Magallanes y Elcano. «Vemos ‘Piratas del Caribe’ como un entretenimiento, sin sentirnos culpables. Claro, aquellos tipos que, en realidad, robaban, violaban y mataban eran franceses e ingleses, así que los aceptamos en la cultura pop». Adanti prepara tres volúmenes más de ‘La ballena tatuada’ : el primero, basado en Sarmiento de Gamboa. No puede haber perfil mejor para el tono tragicómico de sus viñetas.

Mujeres de armas tomar
La madre Jerónima de la Fuente (1555-1630), monja franciscana, abandonó su Toledo natal a los 65 años para viajar al otro lado del mundo y fundar el primer convento femenino de Extremo Oriente, el de Santa Clara de la Concepción de Manila. «En el famoso cuadro de Velázquez la vemos empuñar la cruz como quien lo hace con un arma, con gesto de decisión y coraje», comenta la historiadora Carmen García . La extremeña Inés Suárez (1507-1580) formó parte de la expedición a Chile de Pedro de Valdivia; mujer aguerrida, de «extraordinario arrojo y lealtad, discreta, sensata y bondadosa» -según sus compañeros de expedición-, participó en la defensa de Santiago con hechos de sangre que llaman la atención. Ellas, y María de Toledo (c.1490-1549), llamada ‘la Desdichada’, primera virreina de las Indias por estar casada con Diego -hijo primogénito de Cristóbal Colón- y defensora de las libertades de los indios; o las Villalobos , gobernadoras de la isla Margarita; o las Bobadilla , estirpe de mujeres notables («Ellas solas dieran materia a un buen libro», según el historiador y marino Fernández Duro ); y tantas maestras, religiosas, asistentes, conquistadoras, consortes con cabezas más pensantes que las de sus esposos... protagonizan ‘Pioneras. Mujeres en la conquista de América’ (Sekotia), de Carmen García.
«La mayoría de nombres, nóminas o propiedades no fueron registrados», señala la autora. «Algunas asoman a la Historia cuando caen sus maridos y deben tomar el mando. Las hay que viajan como criadas (Inés Suárez es un ejemplo). No iban en pos de la fama , aunque eran conscientes del impacto que tenía sobre el enemigo una mujer armada y dispuesta a matar. De la vida de muchas solo conocemos pinceladas. Y sí, la leyenda negra también las ha alcanzado, ignorado y borrado su papel en aquellas empresas».
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