creador de 'A dos metros bajo tierra' y 'true blood'
Alan Ball: «Ahora es imposible ver series originales con voces únicas en televisión»
El creador, ganador de un Oscar por 'American Beauty', pasa por el Festival Serializados para hablar de las claves de un sector que parece haber abandonado definitivamente su edad de oro
Análisis de una familia en la era Trump según Alan Ball
Alan Ball
Cuando Alan Ball era un joven guionista intentando abrirse paso en Hollywood, nadie acababa de tomarle en serio. Iba de reunión en reunión intentando vender sus historias sin éxito. «Una vez me reuní con una actriz muy famosa y le dije que tenía ... una historia perfecta para ella, en que sería una importante marchante de arte. Ella me detuvo y exclamó: '¡o mejor, una jockey profesional!' Claro, por qué no. Qué puedes decir a eso», recuerda. Todo esto cambió de la noche a la mañana cuando 'American Beauty' fue un éxito y le dieron el Oscar a mejor guion original. «Sólo entonces empezaron a escucharme. Decían, no, éste sabe de lo que habla. Mi vida cambió de la noche a la mañana», recuerda Ball en declaraciones a ABC.
El afamado creador de series rompedoras como 'A dos metros bajo tierra' o 'True Blood' está en Barcelona para participar en el festival Serializados, donde realizará una masterclass. En ella hablará de las claves de una televisión que parece abandonar su edad dorada a marchas forzadas. «En el año 2000 HBO apostaba por voces únicas y series con una visión muy personal. Nunca me dijeron lo que hacer. Sin embargo, en la última serie que hice, 'Here and now' cada día me llegaban páginas y páginas de notas de los ejecutivos de la cadena. La serie fue un fracaso», afirma. El problema, dice, es la masificación de la oferta. «Ha puesto a las cadenas muy ansiosas por conseguir un éxito. Por eso ahora prefieren ir sobre seguro, apostar por una IP conocida a la que agarrarse, lo que convierte la parrilla en secuelas o derivadas de personajes conocidos», lamenta.
Alan Ball en el rodaje de 'A dos metro bajo tierra'
Por ejemplo, en los últimos cinco años, Ball ha visto como ninguno de los dos proyectos en los que estaba trabajando llegaba a buen puerto. «En uno estuvimos trabajando tres años y una cadena había dado luz verde, pero entonces cambiaron al director de contenidos de la cadena y dijo que no entendía qué era aquello y canceló su producción. Es muy frustrante», reconoce. Tanto es así que se ha hartado de esperar y de pedir permisos. «He vuelto a recuperar la fe en la creación. Estoy escribiendo una novela sobre una mujer empoderada y autodestructiva al mismo tiempo. Es maravilloso que nadie te diga lo que tienes que añadir o quitar o lo que es posible o no. Tampoco sé si alguien querrá editarla, pero ahora mismo estoy muy ilusionado con el proyecto», asegura.
La frustración por las 'sitcoms'
Aun recuerda con añoranza los días de 'American Beauty'. En esos momentos estaba escribiendo la 'sitcom' 'Cybil' con la actriz Cybil Shepard, pero no le gustaba el formato de las comedias de situación y quería abandonar el proyecto. «Era muy estresante. El lunes hacíamos la lectura de guion y nos reíamos de los chistes. El martes los hacíamos en los ensayos y ya no eran tan graciosos porque los habíamos escuchado 20 veces y no había elemento sorpresa. El miércoles llegaban los ejecutivos y como veían que nadie reía, decían que no tenían gracia y que los cambiáramos. No tenía sentido. Y la forma en que se tratan los temas en estas series es muy trivial, muy superficial y yo quería ir más allá», asegura.
«
El personaje de 'American Beauty' está inspirado en esa frustración
. Es un hombre que ha perdido la pasión y la recupera. Yo era ese hombre. El simple hecho de escribir ese guion me hacía recuperar la pasión que había perdido por escribir»
Alan Ball
Creador de series y guionista de 'American Beauty'
Al final, le ofrecieron tanto dinero que no pudo decir que no, pero la frustración seguía. «El personaje de 'American Beauty' está inspirado en esa frustración. Es un hombre que ha perdido la pasión y la recupera. Yo era ese hombre. El simple hecho de escribir ese guion me hacía recuperar la pasión que había perdido por escribir», asegura Ball. «La conjunción de elementos hizo que tuviéramos el casting y el director perfectos. Porque el mismo guion en otras manos podría ser una película malísima», reconoce.
Con el Oscar llegaron las mil propuestas y una de ellas fue 'A dos metros bajo tierra'. «Caroline Strauss, jefa de programación de HBO, me dijo que quería hacer una serie sobre una familia que regenta una funeraria. Yo me pasé mi infancia y juventud en funerarias, así que era muy consciente de lo extraño de sus rituales, del hecho de que muestren al muerto en los ataúdes abiertos, cuando no se parecen en nada a las personas vivas. Y la posibilidad de realizar una serie sobre esto me fascinó», afirma el showrunner.
Fotograma del capítulo final de 'True blood'
Con la serie llegaron los Emmys y el prestigio definitivo, pero al cabo de cinco años estaba listo para dar una vuelta de 180 grados en su trayectoria. Aquí llegó 'True blood'. «Me leí los libros de Charlaine Harris en una sentada. Veía la serie en la cabeza mientras me divertía horrores con las novelas. Si 'A dos metros bajo tierra' iba de la represión, de personas emocionalmente reprimidas, en 'True Blood' hicimos todo lo contrario, personajes que no reprimen nada, que se dejan llevar por sus impulsos», asegura Ball.
Aquellos vampiros y la idea de la sangre de estas criaturas como la droga más potente para los humanos se convirtió en todo un fenómeno. Y con el éxito llega la responsabilidad de no perder el fervor de sus seguidores. «No leo nunca las críticas, porque te las crees, tanto las positivas como las negativas. Intento centrarme en lo que me interesa a mí y cómo puedo desarrollar la vida de unos personajes para que su historia llegue al público. Nada más», señala Ball.
Aunque sabe que ahora es casi imposible ver ideas originales en televisión, considera que no hay tantos tabús ni temas intocables en pantalla como hace 30 años. El único problema es el mercado. «Dicta lo que se puede y no se puede ver. Claro que hay creadores increíbles y voces rompedoras, el problema es que nadie les da el altavoz», concluye.