Suscríbete a
ABC Cultural

Más allá de Gil de Biedma: ¿qué hacemos con los artistas depravados?

La historia de la cultura está llena autores con vidas disolutas y hasta criminales, que plantean debates éticos a la hora de homenajearlos o recordarlos

Detalle de «Thérèse soñando» (1938), de Balthus Metropolitan Museum
Bruno Pardo Porto

Esta funcionalidad es sólo para registrados

William S. Burroughs confesó en el prólogo de su libro «Queer» (Anagrama) que nunca se habría convertido en escritor de no haber sido «por la muerte de Joan». Joan era Joan Vollmer, poeta y pareja del susodicho, y la muerte, en realidad, fue un homicidio ... perpetrado por él mismo. Ocurrió en septiembre de 1951, en una de sus noches espídicas, regada con ginebra Oso Negro, que se sepa. Él tenía una pistola en la mano, y ella un vaso en la cabeza, pero el juego de Guillermo Tell salió mal y la mujer falleció en el acto. La casa donde ocurrió, en Ciudad de México, se convirtió con los años en lugar de peregrinaje para sus seguidores. Ay, el morbo.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia