Indro Montanelli, la historia con una concubina de 12 años que impulsa los ataques a su estatua

Su pecado, como cuenta el correspondal de Colpisa en Roma, Darío Menor, consiste en haber tenido en los años 30 del siglo pasado una concubina de 12 años , comprada a su padre y de nombre Destá, durante el tiempo en que estuvo en Etiopía como joven soldado voluntario bajo la ocupación colonial fascista.

El episodio fue considerado habitual en aquel contexto histórico y geográfico por el fundador del diario «Il Giornale» y premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1996. Sin embargo, la pena podría pagarla ahora el monumento a Montanelli que hay expuesto desde 2006, cinco años después de su muerte, en unos céntricos jardines de Milán que llevan su nombre.

«Ya es hora de decir basta a esta ofensa a la ciudad y a sus valores democráticos y antirracistas» , denunció la asociación milanesa Sentinelli, que ha pedido al Ayuntamiento de la capital económica del país que retire la estatua y cambie el nombre al parque por el de alguien «que sea más digno de representar la historia y la memoria» de la urbe. Además, la estatua ha sido objeto de actos vandálicos.

Al respecto, Rosa Belmonte cuenta la historia detrás de esta relación: «Montanelli no ocultó que a los 26 años tuvo una concubina llamada Destá, y comprada a su padre, cuando estuvo en Etiopía como soldado voluntario bajo la ocupación colonial (fascista, por supuesto). Y claro que entendió "la injusticia y el anacronismo" de esa relación . La joven luego se casó con un ordenanza eritreo con el que tuvo tres hijos. Y al primero le puso Indro».

La idea de retirar la estatua de Montanelli ha provocado la repulsa del 'Corriere della Sera', el diario en el que creció y al que volvió tras su etapa en 'Il Giornale'. «Si un episodio aislado fuera suficiente para descalificar una vida, no quedaría en pie ni una estatua. Sólo las de los santos, y ni siquiera todas», comentó este jueves en el periódico milanés el columnista Beppe Severgnini.

«Debería quitarse la estatua y ponerse en su lugar una que recuerde a la niña de 12 años a la que violó. Es como una herida en la memoria de las personas que sufrieron el colonialismo . Y si no se quita, al menos habría que incluir la historia de la niña», opina la escritora italosomalí Igiaba Scego, cuyo último libro, 'La linea del colore' afroamericana que llega a Italia en la segunda mitad del XIX,