El festivalito de Almodóvar y «Los abrazos rotos»
Cannes se le ha quedado pequeño. Ni siquiera Penélope , con su Oscar debajo del brazo, pudo eclipsar al huracán Almodóvar, que llenó de periodistas y otras subespecies dos salas enormes de los cines Kinépolis sin necesidad siquiera de echarles de comer. Con una ... chaqueta de falso camuflaje y gafas de famoso, «Pedro el Grande» organizó su propio festivalito para mostrar su decimoséptimo largometraje, una película larga y descompensada, pero también una “delaración de amor al cine” repleta de momentos marcados con su inimitable sello.
Como ya viene siendo una tradición, la rueda de prensa posterior al pase fue un deseo y no puedo de organización pilotado por el realizador, que enseguida tomó las riendas y empezó a preguntarse a sí mismo y a sus actores, a quienes por otro lado quitaba la palabra si les caía en suerte alguna pregunta. El cineasta, que confesó que su cine ha cambiado porque es un reflejo de su vida (“En los ochenta era más divertida y coral”), definió su película como una mezcla de “melodrama y cine noir, un género bastardo en el que me estoy especializando”.
Las citas a los clásicos
También justificó sus citas a otros títulos, suyos y del cine clásico. “Mis otras películas son mi patrimonio emocional, económico, artístico, etcétera, y forman parte de mi biografía. Hago referencia a «Mujeres al borde de un ataque de nervios» por un sentido práctico. Como los personajes trabajan en el cine, decidí que lo más adecuado era que fuera en una comedia para hacer más evidente el drama que vivían. No es un auto-homenaje, sino servirme de algo que puedo manipular sin pedir los derechos”.
Pedro Almodóvar reveló que el personaje que hace Lola Dueñas se le ocurrió cuando vio “la boda de nuestros Príncipes, en el momento de mayor intimidad, cuando Doña Letizia movió los labios y en Telecinco vi que alguien los leyó y toda España supo que ella dijo aquello de «Es todo tan hermoso...». Me hizo gracia la frase y la volví a utilizar, pero me pareció un robo”. La actriz fue justo la única que no asistió a la presentación: “Creo que está en México rodando alguna obra maestra ; no sé cómo se llama”, justificó Pedro.
Penélope Cruz habló de ese “rodaje tan intenso” y de ese personaje “tan diferente” a lo que ella es y a todo lo que ha hecho antes. “No tenemos nada que ver”, añadió. “Lo poco que compartimos es nuestro amor al cine, pero ella tiene una vida en la que no se puede permitir ni soñar con eso. Es una mujer que yo siempre imaginaba caminando con una nube sobre su cabeza. No es pesimista, pero tiene una herida muy profunda. Sentía compasión por ella”.
Blanca Portillo , que también repetía con el cineasta después de “Volver”, aseguró que la experiencia había sido “fascinante”. “Hay una cosa muy hermosa y es que todos hemos puesto mucha alma”, dijo. “Se han creado vínculos muy fuertes y eso la película lo respira”.
El inevitable Oscar
Por supuesto, también salió a colación el Oscar de la primera por “Vicky Cristina Barcelona”, aunque la de Alcobendas, que se negó a incluir a Bardem en ningún debate dijo que sólo recordaba “un diez por ciento de esa noche”. “Estaba muy nerviosa y estresada”, admitió. Respecto a la estatuilla en sí, dijo que la tiene “medio rayada, porque ha tenido un buen tute de viajes”. Pedro, que tiene la parejita, confirmó que “la gente lo toca como a un ser vivo” antes de enzarzarse en una conversación sobre las dificultades de pasar los controles de los aeropuertos con el muñeco. “A ti te conocen más en Estados Unidos, pero a mí no me creían”, contó el cineasta, encantado de divertir a la audiencia con sus anécdotas. “Yo decía: es que me lo han dado. Soy Pedro Almodóvar, un director de fama internacional. Y me respondían: Todo sobre mi madre, ¿qué es eso? Si llevas un Goya, directamente te detienen”, apostilló ante el alborozo del personal.
La presentación se puso algo más seria cuando Pedro contó que, más o menos como su protagonista, él también sufrió a un productor que pretendía remontar una de sus películas, “pero no di mi brazo a torcer y luego fue un éxito”. En «Los abrazos rotos», lo más complicado fueron “las escenas de sexo o violencia”. “Es mejor que se hagan cuanto antes y no duren demasiado tiempo”, explicó, “aunque después son las que salen a la primera”. Quizá sea porque “el cine es una realidad paralela en la que todos vivimos mejor. La vida es más dura”, sentenció.
Cada vez más en su salsa, Almodóvar declaró que se veía a sí mismo como John Huston en «Dublineses», “rodando en silla de ruedas y unido a un catéter”. Entretanto, confesó que su vida en Madrid se había “empobrecido”, como la de muchos matrimonios que llevan cuarenta años juntos. Penélope Cruz confirmó que cada vez le cuesta más salir a la calle a pasear sola, aunque ambos insistieron en que se sentían muy bien tratados por la gente. En este sentido, Almodóvar contó alguna anécdota de la visita de Madonna a nuestro país hace quince años. La cantante, que salía a correr “rodeada por seis maromos”, preguntó al director cómo era posible que él no llevara guardaespaldas. “Como no sea para tirármelos”, respondió Pedro con su timidez habitual. Un punto más serio, afirmó que no conocía “peor modo que vivir que el de Michael Jackson, que es el súmmum de lo que es una celebrity”.
Lluís Homar, José Luis Gómez y hasta Agustín Almodóvar también hablaron (a Tamar Novas, Pedro no le dejó abrir la boca), pero si les parece, nos guardamos la parte menos farandulera para el día del estreno.
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