El cine francés se guisa el Festival y se come el Palmarés

No es una gran película, pero a la búsqueda de una Palma de Oro francesa no tenía competencia. La historia del ex combatiente tamil en las maniguas parisinas ha dejado fuera a algunos grandes títulos, como el «Mia Madre» de Moretti , «Carol» de Todd Haynes o «Youth» de Sorrentino, pero ninguno de ellos es, por ahora, francés.

Con ser extravagante esta elección, el jurado de los hermanos Coen, la cuñada McDormand, Rossy De Palma y demás, tuvo al menos el buen gusto de que todo el resto de premios fuera mucho peor. El otorgado de mejor director a Hou Hsiao Hsien por «The assassin», la bella durmiente de la programación, tiene también su contra lógica: la precisión narrativa del maestro chino para contar la historia de siempre y que nadie la entienda. No era nada fácil, pero el maestro Hou sabe cómo oscurecer el día.

Otras dos películas francesas realmente escasitas tuvieron su zona de gloria en el Palmarés, la de Maïwenn ( «Mon Roi» ) y la de Stéphane Brizé ( «La loi du marché» ). Ambas se llevaron los premios de interpretación, el femenino para Emmanuelle Bercot y el masculino para Vincet Lindon . Los dos probablemente buenas personas y esforzados actores, y sin culpa de la ridiculez que supone pasar por encima de Michael Caine y de Cate Blanchet . Probablemente, el jurado sintió la punzada del ridículo y metió en el paquete a Rooney Mara , esplendorosa en «Carol».

El Gran Premio del Jurado mantiene la misma línea que el del chino Hou Hsiao Hsien, pues el debutante Lázsló Nemes y su fuera de campo (de concentración de Auschwitz) en «Hijo de Saul» tiene todos los condimentos para embelesar jurados. El otro premio del jurado para Yorgos Lhantimos y su media buena película, «The Lobster», sugería una pertinente pregunta: ¿cuál mitad, la buena o la mala, han querido premiar? Y finalmente el guión de «Chronic», del mexicano Michel Franco , que consigue coger una historia que no hay por dónde cogerla y darte con ella en la cocorota.

He aquí, pues, un Palmarés perfecto en su desaguisado de una programación manifiestamente mejorable, en la que ha habido media docena de magníficas películas a las que empequeñecer o ningunear. Algo se presentía: ¿era Rossy de Palma o la Palma de Rossy?