La última visita a José Bretón antes del proceso
Los padres de José Bretón vieron ayer a su hijo en la prisión de Alcolea y trataron de esquivar a la prensa en la puerta de su casa, en la que se han recluido las últimas semanas
POR A. G.
Para Bartolomé y Antonia, hoy es el que día que llevan temiendo desde que José Bretón ingresó en prisión por la muerte de sus dos niños, Ruth y José, de cuatro y dos años. Desde hoy, el nombre de su hijo será el más repetido ... por los medios de comunicación. Su cara, la más buscada. Cientos de focos y micrófonos acecharán a cada uno de los protagonistas del caso más mediático de los últimos tiempos. La presión será máxima.
Los padres de José Bretón querían estar ayer con su hijo. Una última visita a prisión, un último momento de tranquilidad antes de que la tempestad mediática se desencadene, de escuchar y leer los detalles más íntimos de un matrimonio que se rompió, de la muerte horrible de dos inocentes, sus nietos, presuntamente a manos de su propio padre, su hijo. Todo será público y el juicio no se limitará sólo a la sala de vistas, en la que José tendrá que responder por el crimen de los dos pequeños.
Sin embargo, cuando a las 10.15 horas de ayer el taxi que les llevaba al encuentro con su hijo se cruzó con una cámara de televisión en la entrada del centro penitenciario de Alcolea, Bartolomé y Antonia comprendieron que la tranquilidad que buscaban ya no era posible. Dentro del vehículo, sin hacer declaraciones y portando un paquete para su hijo, los padres de Bretón accedieron a las instalaciones penitenciarias sabiendo que la vuelta a su domicilio, en la calle Don Carlos Romero, sería complicada.
Huida de la prensa
Pasadas las 12.00 horas, Bartolomé y Antonia, cruzaron la avenida de Jesús Rescatado en dirección a su vivienda y confirmaron sus temores: prensa en la esquina. Comienzan las carreras tras el taxi en el que se reconoce al padre de Bretón en el asiento delantero.
El vehículo que les lleva gira a la derecha, entra en Don Carlos Romero y pasa de largo la vivienda de los Bretón haciendo amago de entrar por la calle paralela, Joaquín Altolaguirre, donde se ubica la salida del garaje del domicilio de la familia paterna.
Cuando los medios llegan a Joaquín Altolaguirre, el taxi acelera y vuelve a dirigirse a la entrada principal de la casa. Bartolomé y Antonia buscan ganar tiempo y metros para llegar a su vivienda lejos del foco de los cámaras y fotógrafos y de las preguntas de los periodistas. El coche se detiene, el padre de José Bretón baja y se dirige, lo más deprisa que puede y llave en mano hasta la puerta de su casa. La madre, visiblemente desmejorada, con el pelo cano, le sigue cargada con una de grandes proporciones que se trae de prisión.
En apenas unos segundos, Bartolomé ya espera a su mujer con la puerta del domicilio abierta. Antonia tiene tiempo de saludar con la mano a un vecino y, a toda prisa, entra tras su marido que le ayuda a entrar, carga con ella la pesada bolsa con las pertenencias de su hijo y cierra bruscamente la puerta de entrada ante los medios, que no logran una sola palabra de los padres de Bretón, visiblemente molestos por sentirse, una vez más, centro del foco mediático.
Reclusión voluntaria
Pese a que la presencia de la prensa ayer pudiera haberles pillado por sorpresa, los padres de José Bretón llevan días preparándose para lo que, a partir de hoy será, sin duda, un tormento para ellos y toda su familia. «A ella se le ve poco ultimamente, sale lo justo, va al supermercado, hace su compra y sus mandados y regresa a su casa. A él se le ve más, pero en las últimas semanas, menos», indica el responsable de un bar próximo al domicilio de los Bretón.
Bartolomé es asiduo de una peña a escasos metros de su vivienda. Ayer, como todos los días, el local estaba lleno de conocidos al padre de Bretón que juegan a las cartas, al dominó y echan el rato charlando. Pocos quieren hablar: «Dejad al pobre hombre, que es una persona mayor y no tiene culpa de nada», reprenden a los periodistas, que buscan unas palabras sobre cómo han sido los días previos de los familiares de Bretón.
La presión y la cercanía de la vista oral contra su hijo ha hecho recluirse voluntariamente a los dos progenitores. El padre suele salir «un ratito por la tarde» a la citada peña, pero se sube rápido a su casa; de la madre poco se sabe. La situación recuerda a las primeras semanas de la investigación, cuando nada se sabía de la suerte que habían corrido los pequeños y todas las sospechas comenzaban a apuntar a José Bretón.
Pasados esos meses y sin la presencia constante de los medios a su puerta o la amenaza de pintadas y carteles en su domicilio, los padres de Bretón recuperaron, en cierto modo, su rutina diaria y era más fácil verlos por su barrio. Sin embargo, en las últimas semanas ésta ha vuelto a centrarse en el encierro voluntario en su domicilio para evitar tanto a la prensa, como el previsible juicio paralelo al que serán sometidos, una vez que hoy se inicie el proceso judicial contra su hijo.
Y es que a partir de hoy y hasta que el jurado popular pronuncie su veredicto ya nada será lo mismo para los padres y familiares de José Bretón.
La última visita a José Bretón antes del proceso
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