¿Por qué nos gustan los alimentos crujientes?

ciencia cotidiana

El crujido de la comida es capaz de conquistar nuestro paladar, al tiempo que nos ofrece ciertas ventajas biológicas

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Una joven muerde una manzana Adobe Stock

Más allá de la danza de colores y las texturas que apreciamos en un plato, la experiencia gastronómica esconde una dimensión sonora que, con frecuencia, nos pasa desapercibida. Simplemente, no pensamos en ella.

Sin embargo, la ciencia y la industria alimentaria no son ajenas a ... este maridaje, desde hace tiempo han descubierto que el crujido de la comida juega un papel fundamental en nuestra percepción del sabor, influyendo directamente en nuestro disfrute y en la cantidad de alimentos que comemos.

La música del paladar

Lejos de ser un simple ruido, el crujido que producen alimentos como las zanahorias, las patatas fritas o las manzanas caramelizadas al morderlas funciona como una melodía para nuestro paladar.

La verdad es que no todos suenan igual, las frutas y las verduras suelen producir un sonido alto y agudo, debido a la ruptura de las paredes celulares; las verduras provocan un sonido más grave, como el de una rama seca rompiéndose, debido a la mayor densidad y estructura fibrosa, y los cereales y frutos secos producen un sonido más seco, como el de las hojas secas al ser pisadas, debido a su bajo contenido en humedad y su textura más rígida.

Diversos estudios han demostrado que estos sonidos activan ciertas áreas del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa, aumentando la liberación de dopamina, el neurotransmisor relacionado con el disfrute.

Este hecho también se produce cuando realizamos un mayor esfuerzo con la musculatura de la mandíbula, por ejemplo, al morder una manzana. Además, el crujir de los alimentos ayuda a la liberación de ciertos aromas y, por lo tanto, a intensificar los sabores.

Ahora bien, el crujido no solo nos hace disfrutar más, sino que también aporta información valiosa a nuestro cerebro. Al masticar alimentos crujientes, obtenemos pistas sobre su textura, su frescura e, incluso, sobre el estado de maduración. Por ejemplo, el sonido crujiente de una manzana nos indica que está fresca y jugosa, mientras que si comemos una manzana blanda, con un sonidos más apagado, nuestro cerebro lo traduce en que es poco saludable.

A pesar de que el crujido de la comida nos atrae de forma natural, es importante ser conscientes de que no todo lo crujiente es saludable. Muchos alimentos procesados, como las patatas fritas o los snacks industriales, también son crujientes -debido a su alto contenido en grasas y azúcares- pero no saludables.

Ventajas evolutivas de los alimentos crujientes

Se cree que la preferencia por alimentos crujientes proviene de nuestros ancestros cazadores-recolectores, para quienes este tipo de alimentación era más segura. Muy posiblemente se favoreció la supervivencia de aquellos grupos que preferían alimentos crujientes, al ser más nutritivos y libres de patógenos.

Otro aspecto importante es que, muy posiblemente, la masticación adecuada de los alimentos crujientes ayudaba a realizar una mejor digestión, ya que fragmentaba los alimentos en trozos más pequeños que eran absorbidos con mayor facilidad.

En definitiva, explorar el mundo de los alimentos crujientes es como embarcarse en un viaje sensorial, una aventura gastronómica que nos conecta con nuestros ancestros y que nos produce un mayor disfrute.

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