Cómo consigue tu frigorífico crear un 'microclima' frío en su interior

Su funcionamiento es complejo, pero se basa en un principio muy sencillo: extraer el calor del interior para mantener una temperatura constante y más baja que la del ambiente. Un sistema que, por cierto, ya conocían griegos y romanos, y que conseguían amontonando nieve en hoyos cavados en la tierra, lo cuales eran aislados con pajas y ramas.

Básicamente los frigoríficos tienen cinco componentes: el compresor, que es el motor que impulsa el ciclo de refrigeración; un condensador que disipa el calor al ambiente; una válvula de expansión que reduce la presión y provoca su evaporación; el evaporador, que absorbe el calor del interior y, por último, el refrigerante, la sustancia química que circula por el circuito.

El ciclo de refrigeración comienza en el compresor que bombea un líquido a través de un circuito cerrado, de forma que a medida que el líquido se mueve por el compresor va aumentando tanto su presión como su temperatura.

El refrigerante caliente pasa por el condensador –una bobina situada en la parte trasera del frigorífico-, en donde hay una serie de tubos serpenteantes que liberan el calor al medio ambiente. En Román paladino, el condensador es el responsable de disipar el calor expulsado por el frigorífico.

La presión del líquido se reduce cuando atraviesa la válvula de expansión, lo que se traduce en que el líquido se evapore y absorba calor del interior del frigorífico.

El refrigerante (un gas frío y de baja presión) circula por el evaporador, una especie de bobina ubicada dentro del compartimento del frigorífico, que al absorber el calor hace que se enfríen los alimentos a la temperatura adecuada. El evaporador dispone de un ventilador que ayuda a distribuir el frío de forma uniforme.

Finalmente, el refrigerante –caliente y en estado gaseoso- regresa al compresor e inicia un nuevo ciclo, el cual se repite de forma constante hasta que el termostato emite una orden de parada al compresor, es el momento en el que el frigorífico ha alcanzado la temperatura deseada y el líquido deja de fluir por el sistema.

Es muy importante que el gas refrigerante utilizado sea un compuesto químico especializado, tales como el freón o el R134a, ya que tienen propiedades de transferencia de calor muy eficientes, además de ser respetuosos con el medio ambiente.

A pesar de que el primer frigorífico eléctrico no fue comercializado hasta 1913 por Fred W Wolf Company, este electrodoméstico ya llevaba una larga carrera a sus espaldas. Uno de los primeros hitos tuvo lugar cuando en 1748 William Cullen, un científico escocés, descubrió el principio de la refrigeración artificial, según el cual la rápida evaporación de un líquido en gas tiene un efecto refrigerante.

A pesar de todo, tendría que pasar todavía más de cincuenta años para que un inventor estadounidense (Oliver Evans) patentase un sistema de refrigeración por compresión de vapor.

A mediados del siglo XIX el doctor John Gorrie utilizó el sistema de refrigeración mecánica para enfriar las habitaciones de los pacientes con fiebre amarilla y poder disminuir su temperatura corporal. Basándose, precisamente en este refrigerante se introdujo la refrigeración de compresión a vapor en las industrias cerveceras, que a día de hoy todavía sigue siendo utilizada.