«Su Majestad el Rey Juan Carlos acaba de comunicarme su voluntad de renunciar al trono y abrir el proceso sucesorio». Las palabras del presidente del Gobierno desde La Moncloa sorprendieron a España desperezándose. Sobre las 10.30 de la mañana, Mariano Rajoy —que había convocado a los medios apenas media hora antes— anunciaba así la decisión del Monarca de poner fin a un reinado de 39 años.

Tres horas después, Don Juan Carlos inundaba los televisores del país para explicar los motivos de su decisión: «He decidido poner fin a mi reinado y abdicar la corona de España. Así acabo de comunicárselo al presidente del Gobierno. Quiero expresar mi gratitud al pueblo español, a todas las instituciones y a cuantos me han ayudado a ejercer. Y mi gratitud a la Reina, cuya colaboración y generoso apoyo no me han faltado nunca. Guardo a España en lo más hondo de mi corazón».

Y la maquinaria se puso en marcha. Los servicios jurídicos y de protocolo del Congreso de los Diputados iniciaban los preparativos para la tramitación parlamentaria de la abdicación del Rey, así como del acto de proclamación solemne ante las Cortes Generales del Príncipe de Asturias, el futuro Felipe VI. Las reacciones políticas se sucedían mientras los medios de comunicación, incluída esta Casa, preparaban sus ediciones especiales.

Y entre todas las voces, en su mayoría cargadas de elogios a quien consideraban artífice de la democracia en España, algunos miles de personas se manifestaban en varias ciudades, alentadas por grupos antimonárquicos a través de las redes sociales, pidiendo un referendum sobre el modelo de Estado.

Día de «resaca». La imagen de Don Juan Carlos llena portadas y su nombre aparece en todas las conversaciones. Pero el Monarca debía dar paso, inevitablemente, al otro protagonista: el Príncipe de Asturias, el futuro Felipe VI.

La agenda de la Familia Real continuaba, pero la expectación se centraba en el acto castrense que presidían juntos el Rey y Don Felipe. La foto esperada. No hubo palabras del Heredero, cuyo primer discurso tras conocerse la decisión de su padre no llegaría hasta el día siguiente.

El camino al trono debía comenzar en el Congreso de los Diputados, cuyo engranaje legal se puso en marcha con más velocidad que de costumbre para tramitar, de urgencia, la ley orgánica que habría de regular la abdicación, tal y como marca la Constitución. Rajoy reunió a sus ministros, en un Consejo extraordinario, donde se dió luz verde al texto legal, con un artículo único.

El proyecto de ley orgánica se envió de urgencia a la Cámara Baja, y nació acompañado de una declaración institucional de apoyo a la Monarquía, en la que el Gobierno mostraba su apuesta firme y sin titubeos por la estabilidad que supone la proclamación de Felipe VI.

Con un largo aplauso, de un minuto de duración. Así fue recibido el Rey en su primer acto público desde que anunció su deseo de abdicar. Y después, al finalizar, fue con otro aplauso aún más largo, de minuto y medio, con el público de pie y con un «Viva el Rey».

Fue su primer discurso tras aquel en el que comunicaba que ponía fin a su reinado, como también, en el navarro monasterio de Leyre, el Heredero pronunciaba sus primeras palabras tras la noticia: «Quiero mostrar mi empeño y convicción de dedicar todas mis fuerzas, con esperanza y con ilusión, a la apasionante tardea de seguir sirviendo a los españoles, a nuestra querida España». El Príncipe inció su alocución haciendo referencia a su próxima regencia «respetando el procedimiento parlamentario iniciado». Y reiteró su intención de trabajar por el bien de España, «una nación, una comunidad social y política unida y diversa que hunde sus raíces en una historia milenaria».

Mientras, el debate político amenzaba con calentarse, con partidos como CiU anunciando su abstención en la votación que en el Congreso se haría de le Ley de abdicación y con un jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, que parecía incapaz de sofocar las proclamas republicanas dentro de su partido.

Algunos diputados socialistas pedían libertad de voto en la Cámara Baja, mientras Rubalcaba se mostraba tajante: el PSOE iría de la mano con el partido del Gobierno en esta cuestión de Estado.

El Rey y los Príncipes de Asturias prosiguieron con su intensa agenda oficial de actos, en la que el Heredero de la Corona entregó los Premios Europeos de Medio Ambiente a la Empresa, mientras Don Juan Carlos presidió el acto de entrega de las becas de La Caixa y asistió a la reunión anual del Patronato de la Fundación Carolina, donde coincidió por primera vez tras anunciar su decisión de abdicar con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Mientras, comenzaban a despejarse las incógnitas sobre la ceremonia de proclamación del nuevo Rey. Se cerraba la fecha, el día 19 de junio, jueves, el primer festivo en la Comunidad de Madrid y en otras autonomías españolas a partir de que el Parlamento termine la tramitación de la ley orgánica de abdicación de Don Juan Carlos.

Los servicios de protocolo de Zarzuela, Moncloa y las Cortes Generales celebraron una reunión en las dependencias del Congreso para iniciar los preparativos de la ceremonia de proclamación de Felipe VI como Rey de España, que tendrá lugar el próximo 19 de junio. El Palacio Real también empezaba a prepararse para el cambio de reinado.

Y la Familia Real, en el punto de mira, continuaba dejándose ver, con una intensa agenda. Los Reyes y los Príncipes de Asturias recibían al presidente de México, Enrique Peña Nieto, y a su esposa, Angélica Rivera, a quienes ofrecieron un almuerzo en el Palacio de La Zarzuela con motivo de la visita de Estado a España que realizan estos días.

Don Juan Carlos bromeaba ante el numeroso grupo de periodistas y fotógrafos que acudieron a su residencia. «Se acaba el carrete».

Y caída la noche, llegaba la cena de gala que los Reyes, acompañados de los Príncipes de Asturias, ofrecían en honor de Peña Nieto en el Palacio Real de Madrid, a la que asistieron unos 120 invitados.

«Hombre de Estado», «valiente, patriota», «actor clave» en el establecimiento y consolidación de la democracia española, Peña Nieto ha reconocido que España, durante el reinado de Don Juan Carlos I, ha sido un «referente» para su país.

El Rey, que habló antes que Peña Nieto, aprovechó el brindis para garantizar el «firme compromiso» de su sucesor, el Príncipe de Asturias, «con toda Iberoamérica» y su «cariño» en concreto hacia México.

Jornada histórica en el Congreso de los Diputados. Poco antes de las 13.00 horas, el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, leía el resultado de una de las votaciones más importantes de la legislatura, y de la democracia, y que dió luz verde al proyecto de ley orgánica que hace efectiva la abdicación de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos.

Votaron 341 diputados, con 299 votos a favor, 19 en contra y 23 abstenciones. «Queda aprobado el proyecto de ley orgánica, y se remitirá inmediatamente al Senado. Se levanta la sesión», afirmó Posada.

Una convocatoria para rodear el Congreso fracasada, la ruptura de la disciplina de voto de tres diputados del PSOE o los carteles pidiendo un referéndum de algunos de IU fueron la anécdota en una jornada sin sorpresas, en las que el legítimo Parlamento dió su apoyo al relevo monárquico.

En cuanto salió el último diputado del salón de plenos, los operarios del Congreso se pusieron manos a la obra. Tenían apenas una semana para preparar el escenario solemne de la proclamación de Felipe VI.

Reunión del Consejo de Ministros y un nuevo paso en el cambio de trono. Habían incógnitas sobre el tratamiento que recibirían Don Juan Carlos y Doña Sofía cuando dejaran de ser Reyes y el Gobierno las despejó aprobando la reforma del Real Decreto que regula el régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real. El texto establece que Don Juan Carlos seguirá teniendo, de forma honorífica y vitalicia, el título de Rey, y Doña Sofía, de Reina. En el orden de precedencias, ambos se situarán inmediatamente después de Don Felipe y Doña Letizia y sus descendientes.

Mientras tanto, las últimas audiencias del Rey lo obligan a reconocer que está viviendo un momento muy «especial» en los últimos días de su reinado.

También la capital empieza a vestirse de gala para tan importante jornada, la del 19 de junio. La alcaldesa, Ana Botella, ultima un bando en el que hace un llamamiento a los madrileños para que celebren la proclamación de Felipe VI como nuevo rey de España, y manifiesten su apoyo a la Corona en las calles de la capital. Esta iniciativa se une a otras llevadas a cabo, como la de la patronal madrileña, que reparte entre los comerciantes fotografías de los nuevos monarcas y banderas nacionales para que las instalen en sus escaparates.

La capital continúa preparando sus mejores galas para la histórica cita. El Ayuntamiento y los comerciantes madrileños hacen un llamamiento a engalanar la ciudad y llenar las calles en homenaje a Felipe VI y a Juan Carlos I.

También se ponen a la venta los «souvenirs royals»: llaveros, chapas, camisetas... los primeros recuerdos de la efeméride atraen ya a los curiosos en Madrid.

Y por fin ve la luz el bando que preparaba la alcaldesa, el segundo de su mandato, en el que Botella anima a demostrar en la calle el apoyo a Felipe VI y recuerda la deuda impagable de España con Don Juan Carlos.

«Os invito a vivir ese día memorable con alegría, orgullo y esperanza, por todo cuanto significa para los españoles» la continuidad de la Corona en una nación «cimentada sobre un proyecto común de más de cinco siglos de vida».

El camino parlamentario de la ley que hará efectivo el relevo en la Corona continúa su andadura. El Senado la aprobó con el apoyo del 90% de los senadores presentes (233 votos a favor de los 258 emitidos), 5 votos en contra y 20 abstenciones. Los apoyos llegaron de la mano de los senadores de PP, PSOE, PSC, UPN y Foro mientras que votaron en contra los representantes de IU, ICV y ERC. CiU, PNV y Coalición Canaria optaron por la abstención y Amaiur no participó en la votación.

Es la víspera del día de la Abdicación, el momento en que Don Juan Carlos firmará antes 270 invitados la ley que la hará efectiva en el Palacio Real, el presidente del Gobierno destacaba la «transparencia y la normalidad» con la que se está produciendo el relevo en la Jefatura del Estado que, a su juicio, es la «mejor prueba de la solidez de las instituciones y del consenso en torno a la Constitución y la Corona».

El Salón de Columnas del Palacio Real, el mismo donde se firmó el tratado de Adhesión a la Unión Europea en 1985, es el lugar elegido, donde las principales autoridades del Estado verán cómo Juan Carlos I pone fin a 39 años de reinado, algo que quedará oficializado con la publicación en el BOE, a las 00.00 horas del jueves, de la ley promulgada por el Rey. Entre los invitados estarán el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y sus ministros al completo.