El lago de la carne
Artículo de Alfonso Ussía publicado el 30 de junio de 2000 y con el que ganó el premio Mariano de Cavia de ese año
Muere Alfonso Ussía, maestro del columnismo español
Entre los pinos, los castaños y los álamos de la Casa de Campo de Madrid, vuelan los virus del sida, las luciérnagas de la sífilis, las negras mariposas de los estragos genitales. No es un problema sexual, sino social, como bien ha escrito el ... gran Francisco Umbral en una de sus columnas. También vuelan los pitorreales, y ahora las oropéndolas, y se nublan los atardecielos de vencejos y palomas, cada vez en andamios más altos, separándose de suelos sucios, de condones infectados y jeringuillas de muerte. Ahí, al lado, la hipócrita ciudad que no reacciona. El lago de la Casa de Campo tiene sus fondos podridos de musgos de rana, detritus de carpa y escombros de sexo. Lago de la carne, de la carne negra de patera arribada, de carne sufriente y apaleada, culo a la carretera, pechos al camino, sangre de esclava, el gran negocio, el viejo negocio, el peor negocio. ¿Quién las lleva y quién las recoge? No una, ni dos, ni tres, sino centenares de camionetas con carne hacinada, manos de chulo al volante, amenazas de rendimiento, golpes de noche. Putas sin sábanas, ni carantoñas de dueñas, ni órdenes de «niñas, al salón» de la Celestina urbana. Putas de lechos entre pinos, amores vendidos sobre rastrojos, hierba hiriente que rasga a latigazos de sexo las negras espaldas de la nueva esclavitud. Y los coches que se detienen, y el pobre marrano incapaz de hacerse hombre por sus propios medios, tirando de cartera, regateando tiempos y posturas, humillando nalgas sin dueño, y esto puta, y eso negra, y como no me gustes te doy cuatro leches y te paga tu madre de la selva. Y nadie que ponga coto ni remedio al espectáculo devorante de la trata de esclavas, del mercado de esclavas, de la muerte diaria de las nuevas esclavas de esta creciente y florecida sociedad sin rumbo.
Bajo los castaños, la carne negra centroafricana, o la negra caribe, o la negra de tierra adentro de la América nuestra. Carne barata y humillada, hipotecada ante las mafias, las manadas de chulos, las bandas de los mayores canallas del submundo nocherniego. Y diurno, que las horas extraordinarias alivian los créditos, y ahí están, a pie del camino, ancladas en las curvas, esperando en pleno día al coche que se detiene con el cliente salido, el salvador que la humilla por un precio de cabra moribunda.
Lago de la carne, y los políticos a lo suyo, y la sociedad a su aire, y la esclavitud presente y sin disfraces, actuando a su libre albedrío, llevando putas, negras putas sin nombre ni pasado, de un lado a otro, abiertamente, sin temer a nadie, que aquí no pasa nada, hombre, que nadie se atreve a luchar contra el exterminio de la dignidad humana. Son putas negras, yeguas alquiladas, malditas perras.
De todas partes llegan, en cualquier rincón trabajan, bajo el más frondoso de los árboles, sufren, se entregan, cobran y pagan, que son ellas, las esclavas, las que mantienen el negocio más vil de esta España que va tan bien. Trota un gamo escapado del monte de El Pardo y galopa un degenerado sobre una negra, negra carne, mañana negro, negra muerte acumulada tierra a tierra, polvo a polvo, herida a herida.
Han venido en paisaje de ganado. Pateras, bodegas de mercantes, hacinadas en camiones que no se detienen. Y ahí está, carne negra y maltratada, bordeando el lago de los sueños infantiles, disputando a las ardillas el reino de las ramas, compartiendo con los gorriones los vientos infectados y miserables de una sociedad que las desprecia, apenas las mira, jamás las contempla con el estupor y la piedad que inspiran los seres humanos derrumbados. Ellas no son seres humanos. Son putas negras, negras putas, que bastante tienen con poder trabajar en esta tierra acogedora, primer paso de la Europa libre y unida, paraíso del dinero, retrato indignante del cinismo y la hipocresía. Ya vienen los chulos a recaudar sus ganancias. Pero tú te quedas aquí, negra puta, puta negra, que hoy has trabajado muy poco. Si sigues en este plan, desapareces, o te dejamos inútil para siempre, tía guarra, puta negra, negra puta, que bastante hemos hecho trayéndote hasta aquí, a Madrid, puerta de Europa, que no te lo mereces, maldita, que no te lo mereces.
Lago de la carne negra.
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