Lubina

Para reconocer si está fresca hay que fijarse en el color blanco y plateado de su vientre ya que cuanto más intenso sea, más fresca será la lubina. Para conservarla, lo mejor es guardarla en la nevera y consumir en el mismo día de la compra. De lo contrario, puede congelarse sin problema en el mismo día. Para su descongelación, lo ideal es meterla el día anterior en la nevera para garantiza la seguridad alimentaria. Una vez descongelada no se debe volver a congelar.

De cabeza puntiaguda, ojos pequeños y boca grande, la lubina es rica en proteínas y baja en grasas, con apenas un tres o un cinco por ciento. Además de muy rica en vitaminas de grupo B, lo que la convierte en un alimento ideal para el sistema nervioso. Cien gramos de lubina equivalen a 98 calorías y 19 gramos de proteínas de alto valor biológico gracias a los aminoácidos. Una cantidad muy similar a la de la carne pero con muchas menos calorías. Además, es bastante más digestiva.

Tiene las espinas muy localizadas y generalmente grandes por lo que se retiran con mucha facilidad y es muy fácil de comer. Esto, sumado a todas sus propiedades nutritivas hace que sea un alimento ideal para introducir en la dienta de los niños.

Tener unos filetes de lubina es siempre una buena idea ya que solucionan una cena en cinco minutos. Basta con pasarlos por la plancha para que estén listos. El aderezo y la guarnición hacen el resto. El estragón combina perfectamente con este pescado. También pueden freírse unas láminas de ajo y luego echar el aceite con los ajos y una cucharada de vinagre sobre los lomos. Por supuesto, se puede optar por unas sencillas gotas de limón.

Para acompañar, un salteado de brócoli , zanahoria y coliflor ; una ensalada de pimientos asados o una escalibada; unos tomates cherry salteados o una ensalada de tomate.

Y para completar el plato, una patata asada (puede hacerse al microondas para agilizar), arroz salteado, quinoa o un poco de hummus .