Ni bebidas frías ni hielo: el calor se quita con picante y té caliente

Pero además de evitar los refrescos fríos la experta aconseja eliminar el alcohol , los azúcares y las harinas refinadas y la comida ultraprocesada, pues el hecho de tener una alimentación desequilibrada hace que resulte dificil mantener una adecuada temperatura corporal. «Consumir alimentos con un contenido calórico elevado, especialmente si contienen azúcares refinados y grasas saturadas, provoca una asimilación de azúcar rápida por parte del organismo, concretamente en el páncreas, que el cuerpo debe compensar con producción de insulina. Esto hace que los receptores de las células se abran para dar entrada al azúcar y a su vez eso provoca que los niveles de azúcar bajen de golpe sando lugar así a nuevas ganas de comer y a picos de insulina que están muy relacionados con la diabtes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad», revela.

En el caso concreto del alcohol la nutricionista apunta que su consumo produce más ganas de orinar porque inhibe la producción de la vasopresina que es controlada por el hipotálamo y que se encarga de la retención de líquidos. «El alcohol es un diurético y provoca que el cuerpo no pueda equilibrar la temperatura creando deshidratación», aclara. Por eso durante los calurosos meses del verano es más importante que nunca evitar el consumo del alcohol. «Uno de los motivos de la resaca es la deshidratación cerebral que se produce por la inhibición de la vasopresina», revela.

«Las comidas deben ser en verano caseras y sencillas, pero nutritivas y sabrosas. Por ello, aunque en ocasiones se nos puedan antojar comidas calóricas, lo importante es alejarse de las frituras y llevar una dieta equilibrada con buenas técnicas culinarias», propone De Isidro.

Un menú veraniego hidratante incluiría, por tanto, aperitivos como el guacamole, el hummus, las mazorcas de maiz, el paté de berenjena o los edamames. Como primer plato propone opciones con base vegetal como las ensaladas, el gazpacho , el salmorejo, la parrillada de verduras, las brochetas de verduras y las crudités de hortalizas. Según explica lo ideal es elegir aquellos vegetales que aporten cerca del 90% de agua como es el caso de la lechuga y el cardo, aunque también son aconsejables el apio , las espinacas , los pepinos , las acelgas , los canónigos, la calabaza , el rábano, el calabacín , las endibias , los espárragos , la berenjena , la coliflor y los tomates , ya que no solo son hidratantes (con más del 80% de agua), sino que además son ricas en vitaminas y minerales antioxidantes , como la vitamina C, y el zinc o el potasio. «Debemos consumirlas crudas para aprovechar al máximo estas propiedades», recuerda De Isidro.

Un buen segundo plato para un menú veraniego sería aquel en el que primen las proteínas como por ejemplo las carnes magras (pavo, pollo y conejo, especialmente), el pescado azul (salmón, atún y sardinas), el tofu y el marisco.

Para el postre aconseja opciones refrescantes como los helados caseros elaborados con frutas , el queso en crema, la macedonia de frutas o la fruta a la parrilla. Sobre este punto recuerda que las frutas de temporada (que son aquellas que se encuentran en su mejor momento de sabor en los meses de julio y de agosto ) son las mejores opciones ya que de forma natural son las que contienen un mayor aporte de agua. Así, el melón, la sandía y el melocotón son sus opciones favoritas.

En cuanto a las bebidas , la nutricionista insiste en que el agua natural (no fría) es la bebida por excelencia para hidratarse correctamente, si bien explica que se puede potenciar su sabor con limón, frutas, hierbas aromáticas o jengibre. También le parecen bebidas interesantes la kombucha , el zumo de tomate, los smoothies de frutas y verduras, la limonada sin azúcar y el agua de coco sin azúcar. Eso sí, insiste en que en realidad este tipo de bebidas no deberían sustituir al agua como fuente de hidratación, sino que pueden ser un acompañamiento durante el día como el aporte exta que se necesita en esta época del año.

«Aunque parezca lo contrario, las especias picantes , las infusiones o los tés calientes nos ayudan al termostato corporal, ya que provocan un aumento de temperatura semejante a la temperatura del exterior, aumentando así el sudor y la transpiración de la piel que a su vez nos crea frescor», revela la nutricionista.

La explicación a este efecto reside en nuestra capacidad de termorregulación (homeostasis térmica), que es el mecanismo del cuerpo que procura que tengamos siempre una temperatura interna estable para el correcto funcionamiento del organismo, independientemente de las condiciones ambientales que vivamos.

Al ingerir comida con especias picantes y bebidas calientes se estimulan los termosensores de la boca y del estómago que se encargan de monitorizar la temperatura del entorno y compararla con la del cuerpo. Estos detectan que se ha producido un repentino aumento de la temperatura y transmiten esa información al cerebro (en concreto al hipotálamo) que es el que da la orden de desviar flujo sanguíneo a los capilares que irrigan la piel para que las glándulas sudoríparas drenen sudor al exterior. Y eso hace que disminuya ligeramente nuestra temperatura.

Algunas de las especias picantes que pueden ser interesantes son el jengibre , la pimienta , el curry , el ajo , la cayena y la cebolla . A la hora de aplicarlos sobre los alimentos se puede rallar jengibre sobre las ensaladas o sobre un plato de legumbres, sazonar carnes y pescados con pimienta negra, curry o incluso cayena y usar frecuentemente el ajo y la cebolla en todo tipo de elaboraciones, especialmente si son en crudo, como es el caso de las ensaladas, el gazpacho y el salmorejo.

En el caso concreto de las guindillas , los chiles y los pimientos picantes el efecto viene de la mano de la capsaicina , una sustancia con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que ayuda a disminuir la presión arterial y mejora la circulación. Su estructura es capaz de activar los receptores TRPV1 del sistema nervioso periférico o receptores del calor que normalmente se activan con temperaturas superiores a los 43 grados y que producen hipertermia.

A la hora de beber son buenas combinaciones para hidratarse el té verde, la hierbabuena, el limón, el jengibre y el regaliz. Según la nutricionista este tipo de bebidas pueden consumirse tanto fríos como calientes, pues cuando se incluyen alimentos picantes estos ayudan a contrarrestar el calor del ambiente por el efecto que producen en el cuerpo.