Cheney explica en sus memorias que urgió al bombardeo de Siria

Con un lenguaje directo, aunque moderado por la pluma de su hija Liz, coautora del libro, Cheney no esconde sus filias y fobias, y se muestra tan orgulloso como impertinente acerca de sus posturas de trazado grueso. Las memorias son una defensa de las guerras de Irak y Afganistán —«la liberación de Irak es uno de los logros más significativos de la presidencia de George Bush»— y de todos los extremos de la guerra contra el terrorismo —respalda los «duros interrogatorios», como la práctica del ahogamiento simulado, que expresamente rechaza calificar de «tortura»—.

Pero lo más significativo del libro, que se suma a las memorias de esos años publicadas ya por Bush y por Ronald Rumsfeld —secretario de Defensa—, son sus pullas contra Colin Powell —secretario de Estado— y Condoleeza Rice —consejera de Seguridad, luego sustituta de Powell—. Las discrepancias son conocidas, pero el vicepresidente añade color a algunas de las discusiones, barriendo para su causa, como es de suponer.

Secretario de Defensa con George Bush padre —de 1989 a 1993— y jefe de gabinete de Gerald Ford —1975-1977—, Cheney se centra en las memorias en el capítulo de su vida abierto con el 11-S, episodio que marcó su tiempo como vicrepresidente —2001-2008—.