China no disminuirá sus emisiones; sólo las frenará

Con respecto a los niveles de 2005, el gigante asiático se ha propuesto reducir en 2020 entre el 40 y el 45 por ciento de sus emisiones contaminantes, pero no totales, sino por unidad del Producto Interior Bruto (PIB). Eso significa que no disminuirá sus emisiones de dióxido de carbono, sino que las frenará , por lo que no contaminará más, pero tampoco menos.

Tal y como reconoció a la agencia estatal de noticias Xinhua Qi Jianguo, un economista especializado en política medioambiental perteneciente a la Academia China de Ciencias Sociales, “en 2020 el PIB del país doblará al de ahora, al igual que las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero la reducción fijada significa que dichas emisiones tendrán que ser las mismas que las actuales”.

Frente a dicha opinión, otros expertos consideran que China seguirá aumentando su contaminación, aunque a un ritmo más lento que el de ahora gracias a dicha disminución de la denominada “intensidad carbónica” (emisiones por unidad del PIB).

Un gran esfuerzo ahorrando energía

Para ello, el coloso oriental tendrá que hacer un gran esfuerzo ahorrando energía o utilizándola de forma más eficiente. Con el propósito de ir librándose de la dependencia del carbón, con el que se produce el 75 por ciento de la electricidad del país, el Gobierno chino pretende que la cuota de la energía nuclear y las renovables suba hasta el 15 por ciento en 2020. Además, se reforestarán 40 millones de hectáreas y el volumen forestal aumentará en 1.300 millones de metros cúbicos con respecto a 2005.

Como país en vías de desarrollo, el “dragón rojo” intenta así que su reducción de emisiones contaminantes no dañe a su crecimiento económico. Al igual que otras naciones emergentes, como la India o Brasil, China considera que las naciones más avanzadas deben hacer mayores esfuerzos en la lucha contra el calentamiento global porque llevan varias décadas de adelanto a los países pobres y, además, éste es un problema que ellas mismas han causado al venir contaminando desde hace más de un siglo.

Por este motivo, China se vería beneficiada por el fondo multilateral de 100.000 millones de dólares que, a partir de 2020, debería ayudar a los países en vías de desarrollo a luchar contra el calentamiento global. Aunque EE.UU. ya ha anunciado su disposición a financiar la parte que le corresponda de dicho fondo, el problema estriba en que la Casa Blanca exige controles internacionales sobre la reducción de emisiones contaminantes. Una condición a la que Pekín se niega alegando cuestiones de soberanía nacional.

En Copenhague, el primer ministro chino, Wen Jiabao, ha asegurado que su Gobierno se ha esforzado en proteger el medioambiente, promulgar leyes para mitigar la contaminación, aplicar energías renovables y acometer proyectos de reforestación.

Todo ello con tal de limitar la polución que ha traído la industrialización de la “fábrica global”, donde, según el Banco Mundial, se encuentran 16 de las 20 las ciudades más contaminadas del planeta. Además, el 70 por ciento de los ríos y grandes lagos del país están seriamente degradados y la lluvia ácida afecta ya a un tercio del territorio nacional, incluyendo vastas extensiones de cultivo y la mitad de sus 696 grandes ciudades. Los niveles de polución en el aire son “muy peligrosos” en las 341 mayores urbes de China y a afectan a 116 millones de personas, por lo que se calcula que la contaminación se cobra año 400.000 muertes y provoca unos gastos que ascienden al 10 por ciento del PIB.