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Así se ve desde el cielo el paisaje volcánico más impresionante de la península ibérica

Un apasionante vuelo en globo por el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa (Gerona)

Globo sobrevolando el volcán de Santa Margarita PILAR ARCOS

Fernando pastrano

27/12/2022
Actualizado a las 11:02h.

Hay una frase popular que asegura que para estar realizado plenamente el ser humano tiene que hacer varias cosas en su vida tales como tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro… las distintas versiones varían, pero todas coinciden en la necesidad de montar en globo.

Para muchos, entre los que me encuentro, esta idea viene de la temprana lectura de 'Cinco semanas en globo', la epopeya que sirvió de trama a la primera novela de Julio Verne en la que tres exploradores británicos sobrevuelan África y sus misterios.

Volar en globo es en sí mismo una experiencia recomendable para todos los públicos, pero si además es interesante lo que se sobrevuela, miel sobre hojuelas. Antes de que existieran los drones, ver el mundo a vista de pájaro desde un globo aerostático era algo inigualable. Y después de la existencia de los drones, volar en una barquilla sigue siendo algo irreemplazable como experiencia vital: lo ves en directo, sin artilugios de por medio.

Así pues, los vuelos de globos se van extendiendo por todos los lugares turísticos. Desde la Capadocia turca a Segovia. Desde el desierto chileno de Atacama a Toledo. Desde el Masai Mara de Kenia a la Garrocha gerundense.

El globo "Vols de Coloms" sobre la Garrocha PILAR ARCOS

El Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrocha (Garrotxa en catalán) es uno de los mejores ejemplos de paisaje volcánico y el más grande de la Península Ibérica, con unos 40 volcanes dormidos y varias coladas de lava en un territorio de unas 15.000 hectáreas. A nivel del suelo, paisajes verdes de suaves ondulaciones, bosques de robles, hayas o pinos que no dejan intuir su origen eruptivo. Hay que elevarse y sobrevolar la zona para descubrir que esas pequeñas lomas redondeadas y cubiertas de vegetación son el realidad viejos volcanes apagados hace unos 13.000 años. En la foto, el volcán Croscat que, a nivel del suelo, parece una simple loma. PILAR ARCOS

Con las primeras luces del alba se procede al inflado de las velas. La compañía Vol de Coloms (https://www.voldecoloms.cat/es/), que ofrece la experiencia única de sobrevolar en globo estos volcanes, nació a principios de los años 90 del siglo pasado de una idea de cuatro hermanos apellidados Colom. Curiosamente Vol de Coloms podría traducirse por Vuelo de Palomas. Hay que pegarse un buen madrugón, pero merece la pena. Los vuelos en globo se realizan solo en las mejores condiciones atmosféricas y a primera hora de la mañana es cuando el viento suele estar más calmado. Si la velocidad del aire sobrepasa los 15 km. por hora; si hay tormenta o helada, el vuelo se suspende. PILAR ARCOS

Llegamos a las instalaciones cuando todavía es de noche. Mientras tomamos un café con bollos y rellenamos un formulario de participación vemos como extienden los globos sin aire en la pista de despegue e inflan las velas (envolturas) con unos enormes ventiladores, aire que luego calientan con quemadores de gas propano para que se pongan en posición vertical. Subimos a la barquilla de mimbre muy cómodamente, ya que dispone de una puerta con lo que puede acceder cualquier persona, incluso las que usan silla de ruedas. Todas las instalaciones son completamente accesibles, tanto el aparcamiento, como la cafetería o los baños. La cesta está dividida en cinco compartimentos, uno para el piloto, los instrumentos de vuelo y las botellas de gas, y cuatro más para dos pasajeros cada uno. En total 9 personas. Ahí abajo, los campos de labranza aparecen como una colcha de patchwork PILAR ARCOS

El piloto abre la espita del gas y su combustión suena como un fogonazo. La barquilla se levanta suavemente del suelo. Las caras de los viajeros denotan quienes son los veteranos y quienes están en pleno bautizo. Pero enseguida todos se relajan. El piloto, que también es guía, nos dice que no notamos la sensación de velocidad porque no nos da el viento, nosotros somos parte del viento, fluimos con él y por eso parece que casi no nos movemos. Silencio solo roto de vez en cuando por la combustión del gas que hace que tomemos altura. Desde arriba los campos de labranza aparecen como una colcha de piezas cosidas (patchwork) en la que predominan los ocres y verdes hilvanados por la línea de alguna carretera, o un cuadro abstracto compuesto por las copas de los árboles de un bosque. Las copas de los árboles de un bosque parecen un cuadro abstracto PILAR ARCOS

En medio del cráter de Santa Margarita hay una ermita blanca Pilar Arcos

Poco a poco el paisaje pasa ante nuestros ojos. Desde los pueblos de Santa Pau y Olot hasta Besalú, el lago de Bañolas y Castellfollit de la Roca... Pero sobre todo los volcanes. El de Santa Margarita (Santa Margarida en catalán), de 682 metros de altitud, nos depara la sorpresa de tener en el centro de su cráter una pequeña ermita del siglo XV. El de Croscat, de 786 metros, el más joven de la zona, perfectamente reconocible por un gran tajo, hendidura que corresponde a la extracción de greda (lapilli) durante muchos años (hasta 1991) para hacer la tierra batida de las pistas de tenis y fabricar ladrillos. Pilar Arcos

Durante el “vuelo” el piloto nos sirve un tentempié (nunca mejor dicho porque todo el vuelo se hace de pie) a base de coca de llardons (torta dulce de chicharrones, manteca de cerdo) y cava. Ojo a los que tengan el “muelle flojo” y beban más de la cuenta: el vuelo puede durar más de hora y media y la barquilla no dispone de cuarto de aseo. Tampoco está permitido evacuar al exterior. Pilar Arcos

Nunca se sabe exactamente donde se aterrizará. Manda el viento y aunque se puede prever su dirección, el punto exacto de aterrizaje es incierto. Cuando llega la hora, el piloto deja de quemar propano y el globo desciende suavemente hasta una zona despejada que por aquí suele ser un campo en barbecho. En este caso era un barrizal, pues la noche anterior había llovido bastante. El aterrizaje hay que hacerlo un poco en cuclillas, con las rodillas flexionadas y las manos agarradas a las asas de la cesta. Pocos minutos después llega un todoterreno del llamado equipo de rescate, cuya misión es desinflar en globo, guardarlo en su remolque y devolvernos por carretera a las instalaciones desde las que salimos. Pilar Arcos

De nuevo en la cafetería, nos espera un desayuno-brunch local. Bull negre y blanc (butifarra negra y blanca), fuet, pan tumaca, fesols estofados (alubia). A la derecha el certificado que acredita haber participado en el vuelo Pilar Arcos

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