Sierra de Aracena: pueblos frescos, verdes y llenos de encanto para escapar del calor en verano
Las condiciones climáticas de esta comarca onubense, donde la altitud ejerce su influencia en las suaves temperaturas, hacen que pueblos como Jabugo, Galaroza, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Alájar y Almonaster la Real, sean lugares ideales para pasar el verano
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Sendero del río Caliente en Jabugo
El parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche es una elección para pasar unas vacaciones de verano en las que se busque un entorno natural privilegiado, con espectaculares paisajes de castaños y dehesas, suaves temperaturas, sobre todo al ... anochecer, y una buena gastronomía basada en los derivados del cerdo ibérico -carnes, chacinas y el mejor jamón de pata negra-, además de las frutas y hortalizas frescas que proporcionan las huertas serranas.
El enclave, además incluye un catálogo de pueblos, con sus blancos caseríos que mantienen la pureza de la arquitectura popular serrana, así como un patrimonio monumental interesante, con fiestas y tradiciones que se conservan en el tiempo, a lo que se suma una riqueza natural y paisajística que se puede disfrutar a través de una amplia red de senderos señalizados que se ofertan en cada uno de los municipios de esta comarca onubense.
Jabugo, la cuna del pata negra
Edificio del Tiro Pichón en Jabugo
Uno de los lugares atractivos para refugiarse del calor es la localidad de Jabugo, no sólo por ser uno de los pueblos representativos de la cultura del cerdo ibérico, con una actividad ganadera e industrial que desde principios del siglo pasado ha marcado las formas de vida de los lugareños, sino también por sus condiciones climáticas y elevada altitud, que hacen del enclave un interesante destino vacacional, sobre todo en verano.
El pueblo, situado entre dos caminos de origen inmemorial que cruzan la serranía onubense, es un lugar fresco, de calles blancas y tranquilas, en el que contrastan claros ejemplos de la arquitectura popular, bien conservada, con otros de aires modernistas que se corresponden con el esplendor económico de principios del siglo pasado, con la instalación en el entorno de modernos mataderos, secaderos e instalaciones de industrias cárnicas.
Entre sus edificios monumentales destacan la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, del siglo XVIII, que se abre a la Plaza del Jamón con una hermosa portada. En un alcor de las inmediaciones, está situado el Tiro de Pichón, en cuya arquitectura se observa la huella de Aníbal González. Desde este edificio, destinado a Centro de Innovación y Promoción del Ibérico, se divisa un amplio paisaje serrano surcado por el valle del río Múrtigas.
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Para degustar la gastronomía local, tanto en Jabugo como en las pedanías de Los Romeros y El Repilado, el excursionista puede adquirir además de productos curados como el jamón, la paletilla y los embutidos, y frescos como el solomillo y las costillas, algunos platos precocinados y patés, así como degustar las excelencias de la chacina en los bares y restaurantes que se distribuyen en cada uno de estos núcleos de población.
Galaroza, el valle de la novia
Típica calle encalada de Galaroza
Recostada en el interior de un frondoso valle, junto al río Múrtigas, la localidad de Galaroza ha sido destino de viajeros en todas las épocas, siendo los árabes los primeros que dieron a conocer sus atractivos, cuando uno de sus príncipes, el caudillo nazarita Abd el Kader, se instaló en la fértil vega cautivado por la belleza de una joven con la que pretendía desposarse, creando en el enclave, al que denominó Al–Jaroza, o valle de la novia.
Galaroza es por lo tanto un lugar antiguo, al igual que sus huertas y labores. De ello da testimonio la ermita de Santa Brígida, uno de los hitos arquitectónicos de la población, construida entre los siglos XIII y XIV en lo alto de un cerro. Desde la cima, se divisa una espléndida panorámica de la localidad, que aparece acunada entre castañares y huertos repletos de frutales, sobre todo de manzanos.
Uno de los atractivos de Galaroza lo constituye su casco urbano, declarado Conjunto Histórico- Artístico. El caserío conserva el encanto de la arquitectura serrana, con calles empedradas y casas blancas adaptadas a las características de la labranza. En la planta alta, las solanas, utilizadas como secaderos o simplemente para tomar el sol. Abajo, los amplios sótanos dan albergue a los alimentos, particularmente a las frutas.
En el paseo por el pueblo, el excursionista llegará hasta la Plaza de los Álamos, en el céntrico barrio de la Fuente. Presidiendo el recinto se encuentra la iglesia del Carmen, dedicada a la Patrona, que celebra las fiestas en el mes de julio. Cercana a la plaza se ubican la centenaria Fuente de los Doce Caños, y la Fuente de los Jarritos, sobre cuyo estanque se levanta una escultura dedicada a la fiesta del agua, que se celebra en septiembre.
Fuenteheridos, donde nace el Múrtigas
Fuente de los Doce Caños en Fuente Heridos
Otro de los caseríos que también se mantienen fieles a la arquitectura serrana es el pueblo de Fuenteheridos, situado entre el valle de Alájar y el que conforma la Rivera del Múrtigas, con un casco urbano que está considerado como una de las manifestaciones de urbanismo popular de mayor valor dentro del parque natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, lo que hizo merecer su declaración como Conjunto Histórico Artístico en el año 1982.
La estructura urbana de Fuenteheridos se dispone en forma casi radial, en la que se distingue el barrio más antiguo del pueblo, con un entramado de calles tortuosas que confluyen en la Plaza del Coso, un espacio de gran atractivo arquitectónico, a pesar de la cantidad de vehículos que lo ocupan, desde el que se pueden contemplar las características solanas que, en la planta alta de las casas, sirven de secaderos para los productos del campo.
En este fresco paseo, donde lugareños y visitantes se dan cita los a la sombra de enormes castaños orientales, se encuentra la Fuente de los Doce Caños, que está considerada como el nacimiento del río Múrtigas, con un caudal constante de dos millones de litros diarios. Estas aguas son aprovechadas para el abastecimiento de la localidad, y después de rebosar por el pilar, se utilizan para regar los huertos y para alimentar en su descenso el caudal de la rivera.
En el entorno de la plaza, se puede disfrutar de un microclima especial, con unos valores de temperatura y humedad que se encuentran muy por debajo de la media térmica existente en el resto de la localidad, alcanzándose una media que no supera los 18 grados en verano. Todo ello, gracias a la abundancia de agua y a la frondosidad de la vegetación, que han contribuido a la transformación del pueblo en un fresco y concurrido remanso de vacaciones.
Castaño del Robledo, acunado a los pies de Riscos Altos
SEnderismo en Castaño del Robledo
Para dirigirse a Castaño de Robledo, una estrecha carretera que parte de Fuenteheridos (H-7015) se interna en un frondoso castañar, discurriendo entre la espesura del bosque y la altitud de algunos cerros como el del Castaño, también denominado Riscos Altos, que con sus 963 metros está considerado como uno de los puntos más altos de la sierra. El enclave se encuentra rodeado por un espeso bosque de roble melojo de impenetrable hechura.
La presencia de extensos castañares, y alcornoques centenarios, propios de un paisaje norteño, acompañarán al viajero hasta llegar a Castaño del Robledo, pueblecito que se encuentra alejado de las carreteras más transitadas, y donde el único trasiego lo constituye el caminar de los pobladores que se dirigen a sus huertas, o el de los excursionistas, que durante todo el año, y sobre todo los fines de semana, se concentran en esta joya serrana.
Dentro del caserío, declarado conjunto histórico-artístico en 1982, destacan la iglesia parroquial de Santiago el Mayor, obra de mediados del siglo XVI, de la que Arias Montano fue su primer párroco, y que cuenta con el órgano más antiguo de la provincia (1750) y la Iglesia Nueva, del XVIII, edificio inacabado de estilo neoclásico, cuyos trabajos, según la leyenda, quedaron paralizados por la muerte del alarife que los dirigía, tras caer de un andamio.
En la misma época que la iglesia nueva se construyó la ermita-humilladero del Señor, en el camino viejo de Galaroza así como la fuente del Barrio, muy próxima a la barriada del Calvario, que muestra un gran escudo de piedra. Otras fuentes, como la de la Mazorca, detrás de la iglesia de Santiago el Mayor, o la del Venero, situada en El Calvario, constituyen, dentro de la arquitectura del agua, otros elementos de interés para el visitante.
Amplia red de senderos en Alájar
Vista de Alájar desde la peña de Arias Montano
Otro destino vacacional es Alájar, cuyo entorno no sólo dejó impresionado por su belleza al caudillo árabe Alí- Jaled, en sus correrías por la zona, o al ilustre Arias Montano, en su retiro de la Peña, sino que hoy, al cabo de los siglos, sigue causando la misma fascinación que entonces. Estos parajes ofrecen al viajero la posibilidad de recorrer senderos con manantiales de agua fresca, una vegetación cambiante y sobre todo un ambiente sosegado.
Al abrigo del roquedal de la Peña, un mirador natural lleno de bosques grutas y fuentes, junto al Santuario de la Reina de los Ángeles, se recuesta en el valle el alargado caserío de Alájar, que constituye una de las manifestaciones de la arquitectura popular mejor conservadas en la sierra. El municipio sólo cuenta, dentro del apartado monumental, con la iglesia parroquial de San Marcos, construcción de estilo barroco del siglo XVIII.
No obstante, además de la renombrada Peña de Arias Montano, Alájar cuenta con muchas posibilidades para el senderista, tanto por la pervivencia de una red de caminos entre los que destaca el itinerario de las aldeas; la ruta de Los Molinos, que discurre paralela a la Rivera de Alájar, o, la senda que lleva desde esta localidad hasta Linares de la Sierra, por un camino de de 3 km, donde el senderista va acompañado por el rumor del agua y las fragancias del monte.
El punto gastronómico de la ruta viene marcado por una variada cocina serrana de la zona, en la que destaca la vertiente chacinera, vinculada a las matanzas domiciliarias de cerdo ibérico, así como la elaboración artesanal de quesos y miel. Destacan el gazpacho de culantro, las migas y los platos de setas de temporada. Dulces caseros, como las torrijas, pestiños y rosas enmeladas pueden ser el postre ideal para culminar cualquier comida de vacaciones.
Ambiente tranquilo y apacible en Almonaster la Real
Antigua mezquita en Almonaster la Real
Otro de los tesoros arquitectónicos que forman parte del legado andalusí, en la denominada Ruta Almutamid, entre Lisboa y Sevilla, es la localidad onubense de Almonaster la Real, donde el visitante, más allá de la riqueza paisajística, podrá disfrutar de uno de los más armoniosos y atractivos conjuntos monumentales no sólo de la comarca sino del territorio andaluz, lo que le ha hecho merecedor de su declaración como Conjunto Histórico Artístico.
En el recorrido por las intricadas calles destacan numerosas casas señoriales, con sus zaguanes y fachadas así como la iglesia de San Martín, vasta construcción con predominio del estilo gótico y del mudéjar, y con una espléndida portada manuelina del XVI. Al llegar a la plaza de la Constitución, se encuentra la dieciochesca capilla de la Trinidad, una Casa Rectoral del XVII y los edificios del Ayuntamiento y una Casa Palacio, ambos del siglo XIX.
Sin embargo, el monumento más emblemático de Almonaster es la mezquita de época califal, enclavada en lo más alto del cerro que corona el Castillo. La construcción, que se conserva en buen estado, fue levantada en el siglo X sobre restos visigodos y romanos, estando formada por una sala de oración con cinco naves y sus arcadas, alminar y el mihrâb, del que, según el arquitecto Alfonso Jiménez, «es el único ejemplo conocido en España».
El municipio conserva además un ambiente tranquilo y apacible, gracias a su relativo alejamiento de otros núcleos más conocidos y populares. Esto permite disfrutar de numerosos atractivos paisajísticos, como sus pintorescas aldeas, que sobresalen por su buen estado de conservación, así como el camino señalizado que conduce al Cerro de San Cristóbal (917 metros de altura), constituyendo uno de los mejores miradores del parque natural.
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