Espadañas de Sevilla: en ruta por las más particulares

La espadaña más antigua se encuentra en el convento de Santa Inés , terminado en 1376 y ubicado en la calle Doña María Coronel. Tiene un estilo mudéjar , con ladrillo visto, aunque estuvo muchos años encalada en blanco. Algunas de sus pecularidades son su forma piramidal y su orientación, hacia el interior del recinto.

La espadaña de la Basílica del Gran Poder , por su parte, es otra de las más espectaculares. Además, es la única que posee un entramado de cerrajería artística en el interior del vano que se entrelaza con las campanas. Su presencia embellece el perfil del edificio, al igual que sucede en la iglesia de la Magdalena, en cuya fachada se levantan dos espadañas gemelas construidas por el arquitecto Leonardo de Figueroa, autor del templo.

Por otra parte, también la Catedral posee su propia espadaña , aunque su ubicación, un poco escondida, hace que pase desapercibida hasta para los propios sevillanos. Además, la Catedral tiene a la célebre Giralda. Ésta no es más que otra de las modalidades arquitectónicas destinadas a albergar campanas, un campanario, que no es más que la cuadruplicación de una espadaña.

Otro de los ejemplos más singulares de esta particular ruta está en la calle Entrecárceles . Forma parte de la entrada de un edificio de viviendas, algo poco común pero que repite en varios casos, y no aloja una campana, sino una efigie de San Juan de Dios.

La espadaña ubicada en el arco del Postigo , de pequeño tamaño, una sola campaña y situada sobre leyenda «Bendita sea tu pureza», o la del colegio de las Esclavas Concepcionistas, de estilo neogótico, son algunos de los modelos más destacados, aunque hay más. Asimismo, imprescindible ver la españada de la iglesia de San Jacinto , que recuerda a la de la Magdalena y se levanta imponente y barroca en la fachada principal o la de Santa Paula , con azulejos de Niculoso Pisano. También la del Archivo de Protocolo que, a pesar de su restauración hace unos años, conserva la huella del pasado del edificio, levantado entre 1576 y 1601 y con numerosos usos, forma parte del recorrido.

Por otra parte, ya fuera de Sevilla, en casi todos los municipios de la provincia hay ejemplos de espadañas. El aparejador Miguel Ángel Soler recoge en su libro «Las espadañas de la provincia de Sevilla» una ruta por las comarcas sevillanas en base a estos elementos arquitectónicos.

El primero de los itinerarios propuestos por el autor va desde la Sierra Norte a Guadalcanal e incluye la ermita de San Cristóbal , en Burguillos, la capilla del Santo Entierro , en Castilblanco de los Arroyos, o la ermita de Nuestra Señora de Robledo , en Constantina.

El siguiente recorrido va desde la Sierra Norte hasta El Real de la Jara, con las espadañas ubicadas en el monasterio de San Isidoro del Campo o la ermita de Nuestra Señora de Gracia , en El Ronquillo.

Las espadañas de los edificios de La Rinconada o Peñaflor, entre otras, conforman la tercera ruta, y la cuarta comienza en Mairena del Alcor, en la ermita de San Sebastián, y finaliza en la Capilla de la Sagrada Familia en Écija.

En total, en la obra se proponen hasta ocho itinerarios repletos de espadañas de diferente estilos, materiales y épocas. Si hay que destacar una de ellas, sin duda hay que referirse a la de la ermita de Valme , en Dos Hermanas, ya que data de 1376 y es una de las más antiguas.

En definitiva, aunque en los apresurados paseos por pueblos y ciudades pasen desapercibidas, las espadañas componen un recorrido patrimonial único. Merece la pena alzar la vista y disfrutarlo con calma.