Tus juguetes de niño ahora son tesoros
El auge de las redes sociales y las tiendas online ha provocado que muchos comiencen a recuperar los muñecos de su infancia. Las piezas cada vez están más caras y nuevas pueden alcanzar varios miles de euros
Madrid ya tiene un museo en el que jugar a todas las videoconsolas de la historia

A Jordi le pasó lo mismo que a la mayoría de niños. Que cuando llegó la adolescencia, y las inquietudes cambiaron, sus viejos juguetes de Star Wars y los Masters del Universo acabaron, primero, arrinconados y muertos del asco para, poco después, encontrar otros ... dueños o ir a parar directamente al cubo de la basura.
Lo que no se esperaba, ni el ni tantísimos otros, es que unos años después le volvería a picar el 'gusanillo' de las figuras. Que comenzaría a dedicar horas y horas cada semana a escudriñar hasta el último rincón de internet a la caza de lo que tuvo en el momento; y ya puestos, por qué no, también algo más. Y así hasta tener, a día de hoy, cientos de muñecos en colección, muchos de ellos bien colocaditos y expuestos en las estanterías y vitrinas de su casa.
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«Mi hermano salía con una chica que trabajaba para una juguetera y sabía que me gustaba mucho Star Wars. Me regaló un vehículo caminante AT-AT vintage de 1983 del 'Retorno del Jedi', que vale ahora una pasta. Y a partir de ahí comencé a investigar y a comprar mucho, sobre todo en Estados Unidos. Compre bastante, y al año ya tenía una vitrina de exposición», señala Jordi (@skytoys8 en Instagram) a ABC.
Corría 2003 y para la mayoría de la gente juguetes como este tenían poco valor, porque nadie o casi nadie los veía como un posible objeto de colección. Eso, en pleno 2024 ha cambiado y mucho. Cada vez más gente se dedica a hacer lo mismo que Jordi y luce en sus cuentas de redes sociales vitrinas llenas de juguetes retro de toda clase. A día tener un AT-AT en buen estado, como ese con el que este coleccionista español arrancó su andadura, obliga a rascarse el bolsillo a base de bien. La broma puede ser de varios cientos de euros. Y si el comprador lo quiere nuevo, en su cajita de cartón, la cosa se puede poner peliaguda. En eBay solo hay uno de estas características a la venta, y el precio que se pide es superior a los 2.400 euros.

Veinte años después de comenzar a coleccionar, Jordi ya tiene desde hace tiempo todas las figuras que salieron de Star Wars al calor del exitazo inicial de la historia tejida por George Lucas; desde las famosas primeras 12 que lanzó la juguetera Kenner en 1978 para apaciguar la creciente demanda de los niños de la época, hasta las que llegaron después de la mano de las otras dos películas de la trilogía original. Además, el coleccionista se ha metido en otras líneas ochenteras y noventeras interesantes e históricas, como las de los Masters del Universo, Spiderman, Tortugas Ninja o Batman.
«El coleccionismo ahora se ha convertido en una locura. Las figuras que antes te costaban 12 euros ahora se están vendiendo a 500 o 600 euros. El mercado se ha ido por las nubes», dice Jordi. Cuando se le pregunta sobre el motivo por el que se ha iniciado este fenómeno, el coleccionista apunta al auge de los portales digitales de compraventa y de las redes sociales, donde cada vez más amantes de los juguetes retro suben contenido. También explica que en tiempos de pandemia muchos andaban a la búsqueda de 'hobby' y comenzaron a recuperar juguetes o videojuegos.
Respecto a su pieza más valiosa, lo tiene claro, un muñeco de Wonder Woman de 1986 que encontró hace años en un almacén de juguetería. La compró, en su caja, nueva, a 15 euros. Ahora podría pedir por ella, fácil, más de 1.000 euros: «El problema es que estamos hablando de una figura que no se encuentra en ningún lado y que además viene con su caja en castellano». Porque la región de comercialización del juguete también importa al coleccionista.
Un museo de juguetes
Respecto a la razón para meterse en este mundillo, Jordi apunta, principalmente, «a la nostalgia». Al deseo de atesorar, aunque sea, un pedacito de la niñez perdida. Pero también a la preservación del arte del juguete, a la figura en buen estado dentro de su caja, «algo a lo que antes no se e daba tanta importancia». Pero ahora sí. Bien lo sabe el también coleccionista José Manuel que después de décadas adquiriendo piezas antiguas ya tiene, incluso, su propio museo del juguete, abierto a visitas desde hace más de un año en la localidad vallisoletana de Medina del Campo.

«Empecé con veintitantos años, cuando compré el autobús de Rico, el Ricobús de los años setenta y ochenta, que era un juguete que había pedido de niño a los Reyes Magos, pero nunca llegó», señala José Manuel en conversación con este diario. «Tenía luces e intermitentes, y para los niños de la época eso era casi como un sueño», prosigue el coleccionista.
A esta pieza la siguieron a lo largo de los años muchas otras. Algunas de ellas muy exclusivas y antiguas, como las primeras Barbie, casas de muñecas de finales del siglo XIX, el primer coche a radiocontrol que se hizo en España o la reproducción del Palacio Real de Oriente de la difunta marca Tente, pieza única que se presentó en la Feria Universal del Juguete de Valencia de 1984. Auténticos tesoros.

Antes del Covid, Fernández tenía unas 8.000 piezas en cartera, que guardaba en buena medida en una pequeña nave industrial de 250 metros cuadrados, porque en casa, evidentemente, no cabía todo. «Ahora el museo tiene más de 1.000 metros cuadrados, y aún así se nos queda pequeño y no nos cabe todo», apunta el coleccionista que, evidentemente, sigue adquiriendo piezas para exponer.
El objetivo principal del museo vallisoletano, dice el director, es emocionar al visitante, sobre todo al que ya ha sobrepasado los 30 y ve la infancia lejos: «La gente cuando viene al museo se sorprende, porque piensa que se va a encontrar con mucho menos de lo que finalmente se encuentra. Hemos querido crear una historia del juguete, desde lo que fue hace más de 100 años, cuando las cosas se cuidaban mucho porque eran muy caras de primeras, hasta ahora con los legos y los funkos».
Un 'médico' de figuras
Peter también es coleccionista, pero a diferencia de Jordi y José Manuel prefiere centrarse exclusivamente en aquellas cosas que de pequeño le hacían especial ilusión. Recuerda que su pieza favorita de pequeño era un muñeco publicitario de la galleta Marbú dorada con largos brazos negros de goma y manos enfundadas en guantes estilo Mickey Mouse. Y no es nada cara, se puede encontrar ofertada en internet por unos seis euros. «Se la dejé un momento a mi hermana pequeña y me la perdió, aún me acuerdo de cómo me puse a llorar», recuerda entre risas en conversación con este diario.

A día de hoy, su colección de juguetes no es demasiado amplia. Apenas ocupa una estantería en su casa, en donde convive con tebeos y películas en VHS. Más que amontonar, lo que a Peter le gusta es ir a rastros a rescatar piezas para restaurarlas o modificarlas y, ya de paso, crear contenido para su Instagram y su canal de YouTube ('Los cazajuguetes'), donde cuenta con más de un millón de seguidores. «Siempre he pensado que los juguetes son para los niños, muchos los regalo después de tunearlos», explica.
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