¿Dónde está Mati? El caso de la turista española desaparecida en Indonesia vuelve a la casilla de salida
Las pertenencias de Mati Muñoz aparecieron ayer en el mismo hotel de Lombok donde se le perdió la pista el 1 de julio
Mes y medio más tarde, la policía local abrió una investigación que muchos dan por perdida por las continuas negligencias
Halladas las pertenencias de la turista española desaparecida en Indonesia
Joaquín Campos
Lombok (Indonesia)
Tras el hallazgo en el día de ayer de los efectos personales de María Matilde Muñoz Cazorla, 72 años, en el mismo hotel donde se le perdió la pista hace ya 54 días, uno se pregunta cómo es posible que ninguna de las varias ... veces que la policía indonesia visitó el complejo hotelero se diera cuenta de algo tan básico: en el único lugar donde se almacena basura estaban sus pertenencias. Por lo que se deduce que los que la buscaban, en realidad, cumplían el expediente.
Porque aunque la policía indonesia asegure que Mati Muñoz –una ferrolana afincada en Mallorca además de amante de largas estancias en el sudeste asiático– salió del hotel Bumi Aditya a eso de las 10:30 del miércoles 2 de julio, la incoherente declaración policial de Mala, empleada del hotel, sumerge el caso en un galimatías donde la familia de la desaparecida, representada por su sobrino Ignacio Vilariño, acusa a la citada persona de haber mentido. Para empezar, el hotel asegura, según documentos internos, que Mati hizo el 'check-out' el día antes, el martes 1 de julio, por lo que resultaría incomprensible que el miércoles hubiera estado en el alojamiento. Pero el problema se agranda cuando amigas de la desaparecida y el propio hospedaje reconocen que su única clienta en esos días, cuando el destartalado negocio posee la importante cantidad de 55 cuartos, habría abonado por adelantado el precio de su espacio para que su idilio prosiguiera, al menos, hasta el 20 de julio. Sus empleados, incluso, reconocen que todo esto lo abonó, como siempre, en billetes de rupias indonesias, cuando hace dos días, y tras un interrogatorio severo, Mala aseguró a ABC que, en realidad, el pago se realizó a través de una transferencia de Wise. Pero entonces, ¿por qué Mati Muñoz, supuestamente, salió aquella mañana de miércoles destino al Fresh Market donde consumiría, como hacía habitualmente, un café americano y un bizcocho de plátano para luego acercarse hasta su playa favorita, para tras sumergirse en el océano, dar sus clásicos largos?
Mati, exazafata de compañías aéreas, lleva años recorriendo el mundo, sobre todo el continente asiático, donde aseguraba a sus cercanos sentirse como en el cielo. De hecho, siempre dijo a sus allegados, que no son precisamente pocos –el don de gentes de Mati es abrumador–, que en el hotel Bumi Aditya, donde desapareció, se sentía «como en casa», ya que en realidad, era la quinta vez que, por largas estancias de nunca menos de un mes, residía allí, a unos trescientos metros del océano, en la ladera de una montaña, en un coqueto cuarto que ella decoraba con piedras traídas del mar, flores y hojas de palmera que tras ser amputadas recobraban vida en sus estancias.
Pérdida de la visa en Penang
Aunque ninguna prueba aún lo asocie, un asunto trae de cabeza a sus allegados. Resulta que, unas semanas antes de su desaparición, Mati recurrió a Malasia como el país adecuado donde salir de Indonesia y volver a entrar, condición obligatoria para que su visado indonesio no venciera. Lo que ocurrió allí, en la ciudad de Penang, fue que perdió un bolso donde se encontraban sus tarjetas bancarias. Eso la obligó a solicitar unas sustitutas que debían llegar a Lombok. Y siendo una extranjera no censada, además de sin visado de trabajo, sólo le quedó la posibilidad de buscarse a alguien local de confianza que le sirviera de buzón. Por lo que podría haber sido 'vox populi' que esperaba dos tarjetas visa. Al estar en paradero desconocido, no se puede rastrear si existieron movimientos en sus cuentas bancarias después de su desaparición, lo que oprime aún más las posibilidades de dar con ella como con los presuntos malhechores.
Pero el epicentro de las dudas señalan al hotel Bumi Aditya, desde donde se han vertido varias versiones de los hechos que dejan al establecimiento hotelero en entredicho. Primero, se aseguró –y así ha quedado registrado en el informe policial– que fue el miércoles 2 de julio cuando Mati, que acababa de abonar por adelantado otros veinte días de estancia, salió y nunca regresó. Pero tras interrogar hace dos días a esa empleada y a Adi, otro de sus colegas, ambos terminaron por asegurarme que fue el día anterior, el martes 1 de julio, la última vez que vieron a Mati, a la que se le pierde la pista a partir de las tres de la tarde, que es cuando volvió de la playa. Tres horas antes había intercambiado mensajes con la propia Mala donde ésta le aseguraba que su problema eléctrico en el cuarto sería solucionado lo antes posible por un empleado.
El misterio del candado
Desde el alojamiento aún aseguran que Mati desapareció con su candado custodiando su puerta. Sin embargo, si nunca regresó, es incomprensible que el propio hotel reconociera tener una copia de ese candado, que nada tenía que ver con las llaves del hotel, las cuales Mati no utilizaba. A su vez, y siempre según la versión del alojamiento, en el cuarto de Mati Muñoz no había nada, o sea, que su equipaje lo llevaba consigo.
Pero, ¿a dónde, teniendo en cuenta que no utilizó su moto en otro día de sol radiante? Que ayer aparecieran todos sus efectos personales ha golpeado, de manera concluyente, la línea de flotación de un hotel al que le florecen cientos de dudas. Tras las primeras pesquisas extraoficiales debe de quedar claro que fue el día 1 de julio cuando a Mati Muñoz se le pierde la pista. Y este hecho ya lo ha reconocido el propio hotel, que de forma sorprendente contactó mediante mensaje de WhatsApp con su clienta desaparecida cuatro día después –el 5 de julio– donde se produjo un estrambótico diálogo entre Mala y Mati. En él, la española aseguró un día después que había tenido que viajar deprisa y corriendo hasta Laos, nación fronteriza con Tailandia y China, cuando ninguna de las más de cincuenta personas cercanas a Mati consultadas por ABC –familiares, amigos en España, amigos en Indonesia– escucharon una sola vez la intención de viajar hasta allí.
No salió del país
Además, la policía ha confirmado que Mati Muñoz no ha salido ni de Indonesia ni de la isla de Lombok, por lo que esa información es completamente falsa. Y lo más terrible de todo: desde el 1 de julio ninguno de sus decenas de amigos y familiares recibió un sólo mensaje o llamada de Mati la cual, curiosamente, sólo interactuó con la empleada de un hotel que supuestamente había dejado sin avisar tras abonar por adelantado veinte días. Sus cercanos aseguran a ABC tras leer esos mensajes que no fue ella la que los envió, por lo que alguien podría haberse hecho pasar por Mati. ¿Pero quién?
Da la casualidad de que en los últimos cuatro meses el hotel Bumi Aditya ha recibido en redes sociales numerosas reseñas durísimas en las que clientes de diversas nacionalidades aseguran que fueron robados dentro de sus habitaciones por grupos de nativos y que los empleados del hotel no movieron un solo dedo. Junto al hotel hay una mezquita que es el centro neurálgico del vecindario. Frente a su entrada principal existe una cámara de seguridad que le apunta directamente. La policía de la comisaría central de Lembar, que lleva la investigación, asegura que no existe ninguna imagen que certifique que Mati pasara por allí por última vez con o sin equipaje, ya que el aparato se encuentra, según la versión policial, estropeado. Una nativa que gestiona una tienda de comestibles junto a esa mezquita lo corrobora: «Esa cámara lleva tiempo sin funcionar».
¿Y la geolocalización?
De todas formas, otra de las críticas de la familia y amigos de Mati tiene que ver con la desesperante lentitud a la hora de buscar a la desaparecida. Teniendo en cuenta que fue el ya lejano 1 de julio cuando se le pierde la pista, sorprende que oficialmente la policía de la isla de Lombok iniciara sus pesquisas casi un mes y medio más tarde, concretamente el 12 de agosto. La lentitud y descoordinación general con la policía española –donde se cursaron dos denuncias; una de ellas interpuesta ante los Mossos, la policía autonómica catalana, y la segunda ante la Policía Nacional de Madrid– y el cuerpo diplomático español en Yakarta, la capital del país, requeriría de una profunda auditoría cuando todo este caso quede resuelto. Que aún ningún estamento oficial, ya sea en España o Indonesia, haya solicitado la geolocalización del teléfono de Mati del que se sospecha que fue utilizado tras su desaparición por personas que podrían ser la clave de este caso, es otro golpe durísimo en la línea de flotación de sus muy cercanos, cada día más desesperados ante la falta de noticias.
Otro asunto sorprendente es que lñas autoridades indonesas dijeran a la familia de Mati Muñoz que se estaba empapelando la zona con fotos de la desaparecida para ayudar a su búsqueda cuando en realidad sólo existe una fotocopia de su ficha pegada a una puerta de cristal en el lugar donde desayunaba cada mañana. Debe saberse que tanto la isla de Lombok como Senggigi, zona de playa donde residía Mati, subsisten gracias al turismo. Esta desaparición podría atacar al buen nombre de la isla, generando dudas entre sus próximos visitantes, sobre todo entre extranjeros. Sea como fuere, los días pasan y las posibilidades de encontrar a Mati comienzan a esfumarse. Antón, uno de los muchos nativos amigos de la exazafata, aseguran estar «muy tristes» dado el don de gentes de su amiga, que enseñaba castellano en su agencia de turismo que la española visitaba casi a diario con una sonrisa en la boca, orgullosa de estar aprendiendo Bahasa, la lengua indonesia. Porque el colmo de todo esto es que Mati ama al mismo país en donde es imposible dar con ella.
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