Ni encantadores de serpientes ni cuenta cuentos: Jamaa El Fna convertida en un gran dormitorio
La plaza más turística de Marrakech en La Medina se llenó de familias dispuestas a pasar la noche por miedo a las réplicas
Cientos de familias en la calle por temor a las réplicas: «Si hay una sacudida por la noche estamos en peligro»
J.J. MADUEÑO
Enviado especial en Marrakech
Siempre tiene vida. Nunca está vacía. Sólo la pandemia la desalojó de sus colores, sus sueños y sus olores. La última noche, junto al muro de un jardín, un hombre rezaba solo. Encomendaba a Alá el destino de una ciudad temerosa de las sacudidas. La ... región de Al Haouz cuenta ya con más de 2.000 muertos, hospitales llenos, ambulancias que no paran de llevar heridos. «Hay hospitales de campaña y lugares donde solo los militares con helicópteros y vehículos especiales pueden acceder», Soulaiman, que volvió de sus vacaciones en Tetuán cuando tembló la ciudad. «Estaba con un amigo y llamó su hermano que se le había caído la casa. Nos vinimos», explica el conductor, que lleva puesto el Corán.
Al pasar entre los cascotes de la muralla antigua señala que en la parte más antigua de La Medina las autoridades no han dejado regresar. Cientos de familias que han pasado la noche en la calle, en jardines o en la plaza Jamaa El Fna, donde por la noche las mantas tapizaban el suelo. Los encantadores de cobras no hacían sonar la gaita, los cuenta cuentos tampoco mostraban un mundo de leyenda y los turistas no se hacían fotos con los monos adiestraos. «No es normal la plaza así. Suele haber mucha gente y no hay nada», afirma Noussair.
Sólo se veía alguna luz furtiva de los juguetes de los niños, algún puesto de pequeñas lámparas, vendedores de tarjetas SIM y pocos puestos de comida o zumos. La plaza era un gran cobijo. Allí, a la intemperie, a pocos metros de la Koutoubia, la masa social se agolpaba. En la plaza había familias que tomaban el té y otras pretendían dormir en el suelo. Las réplicas eran el gran miedo, superado por la creencia en la protección divina. Jamaa El Fna convertida en un gran dormitorio.
El zoco cerrado el síntoma de que La Medina había tenido un duro golpe. Miedo a las callejuelas, que podían ser convertidas en una ratonera por un temblor. Los turistas que corrieron temerosos al aeropuerto, paseaban entre los vecinos que no podían regresar a sus casas. Algunos puestos de comida de aventuraron a abrir. Eran los que tenía negocio. Había quien agotó las existencias. Muchos comían algo esperan la orden de que podían regresar.
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