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La agonía de la farmacia rural, el último bálsamo de la España vacía

El boticario es una figura en vías de extinción en 581 pueblos. La despoblación y la bajada del precio de los medicamentos castigan a este refugio sanitario de muchas zonas rurales. Con todo, si la cruz verde sigue encendida se frena el éxodo de los jóvenes y las mujeres

Más de 8.000 farmacias conectadas para ayudar a los pacientes a localizar medicinas

La antigua farmacia de Villar del Río, que su alcalde quiere reabrir Guillermo Navarro
Helena Cortés

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Si una farmacia rural cierra, el pueblo se muere. Por eso Miguel Ángel López, alcalde de Villar del Río (Soria), lleva ya seis años luchando para reabrir la de esta localidad de 145 habitantes. En 2018, el boticario se fue a Madrid y echó ... el cierre. No esperó a negociar un traspaso, dejando a los vecinos huérfanos de la luz de la cruz verde, a merced de un botiquín que gestiona el farmacéutico de San Pedro de Manrique, a 13 kilómetros. «Oficialmente, funciona dos días por semana, pero Juanjo conoce a su clientela y les lleva los medicamentos a casa», relata López, que ofrece al futuro farmacéutico la cesión gratuita del local de la vieja botica y la casa del médico. Tienen ya varios interesados, pero la burocracia les impide, de momento, recuperar este servicio esencial: en Castilla y León no se celebra un concurso para nuevas aperturas desde hace más de una década. Así que les toca seguir esperando.

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