Las víctimas de violencia económica: «Me dejó tuerta, me maltrató 46 años y nunca me permitió trabajar»
Angélica, de 70 años, y Macarena, de 52, cuentan cómo el agresor monitorizaba sus gastos y las sometía a través del dinero
El Gobierno cambiará el Código Penal para castigar la violencia económica
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Iniciar sesiónEl mejor premio para Angélica (no quiere dar su nombre real) fue que sus alumnos de Música la despidieran entre lágrimas. Le compensó una vida sin trabajar, por imposición Tiene tres licenciaturas. Y está ciega de un ojo por un perchazo de hierro ... lanzado con toda la ira. «En realidad me arrojó tres», acota. Su vecino del piso de arriba fue quien avisó a los Mossos, que detuvieron al que había sido su marido durante 46 años y es el padre de sus tres hijos.
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El maltrato económico es, a juicio de Angélica, como la soledad. Lo padeces día a día como una fina lluvia que cala y no eres capaz de darte cuenta de la prestancia que va adquiriendo en tu vida. Nada se desliga de ello. «Te hacen sentir que no vales para nada », dice. 46 años de atroces agresiones que va relatando esta mujer, prueba de cada condena en mano, y las ofensas proferidas por un químico reconocido en Barcelona. Ella provenía de una familia de clase alta en la Ciudad Condal. «Mis padres lo calaron enseguida: el día antes de la boda me dijeron que podía dejarlo, que no pasaba nada por arrepentirme», dice a ABC . Angélica solo trabajó el día que se separó , porque hasta entonces no se lo habían «consentido».
Consciente de que la independencia económica es una conquista para la mujer más reciente, se retrotrae a cuando te «pedían que aguantaras». Dicen los estudios que así es, el maltrato económico es, sobre todo, algo con cuño más antiguo: «Yo tengo 70 y desde los 20 no conocí otro modo de vivir que la violencia de género . Fue vicaria, porque me quitaba a mis hijos, psicológica, física y económica. Yo era una ‘hormiguita ‘y con lo que recaudé de soltera le pagué 90.000 pesetas de un título de Esade». ¿Una definición de violencia económica? «No es otra cosa que te hagan depender de ellos. El control consiste en no dejarte trabajar. Que cuides de los niños y no gastes. Hasta que en 2007 vi un anuncio de una mujer tirada en el suelo y me reconocí . No me dejaba comprarme una crema para la cara. Y pensarán: ¡qué idiotez! Pero consiste en eso: que tu vida sea una angustia. Era monstruoso y me decía: vas como una ‘chacha ’». Luego ella descubrió que el dinero lo despilfarraba en juergas y deslealtades. La fiscal pidió cuatro años de cárcel por las palizas; del ahogo económico no quedó una huella.
«Te dejan en la calle. Te atornillan. No conceden un alquiler ni dan una hipoteca a esta edad. Con mi pequeña pensión voy tirando. Recuerdo cuando me decía: si no te comportas como una ‘corderita’ no te daré de comer . Ahora como sola. Pero hay que conseguir cerrar estas situaciones cuanto antes».
Macarena García: «Me obligaba a mostrar cada tíquet. No me dejaba ir a la peluquería, porque ‘no lo merecía’»
«A quien no cree que haya un tipo de violencia económica pura y dura le diría que piense en este sentimiento: tu pareja, tu marido o tu esposa te hace sentir culpable por cualquier gasto que hagas, que te obligue a dejar cada tíquet de la compra y dar cuenta de ello, que no puedas decidir a qué actividad extraescolar llevas a tu hijo porque sobre el dinero de casa decide la otra persona. O que dejes todo lo que ganas en tu trabajo sobre la mesa y no te deje disponer de él para nada porque ‘no eres rica’». Y a ese goteo machacón diario añadas palizas físicas y humillaciones psicológicas. Para Macarena García, que tiene 52 años y está separada desde los 44, la violencia económica fue una constante durante sus 23 años de convivencia conyugal. No despega un tipo de maltrato del otro; esta sevillana opina que la economía es el sustrato que subyace bajo todo tipo de violencia.
En su caso, no fue hasta que sus hijos pequeños presenciaron la última agresión física que ella determinó que era eso mismo, «la última». La frase que reverbera en su mente es la de que «no podía ir a la peluquería porque ‘yo no lo merecía’». En la negritud de esa vida de dominio la peluquería puede parecer banal , pero quienes la escuchan, como la fundadora de la asociación de supervivientes de maltrato Ana Bella, la entienden bien, porque todas pasaron por algo así. Y el control del gasto de la peluquería no es más que una gota más del vaso.
«Tenía que entregarle todos los recibos de lo que gastaba; compraba cualquier cosa y me lo tiraba a la cara. Yo trabajaba en una tintorería y el dinero que entraba en casa eran para que él viviera como quería. Él cobraba, además, su invalidez y yo sufragaba todos los gastos del funcionamiento de un hogar con dos hijos». Continúa: «Nos separamos un 19 de enero y el 20 tuvimos el juicio rápido: ese día ya me había desplumado los 13.000 euros que teníamos en una cuenta. La canceló y no pagó durante años la pensión de los niños». El juez, en su primera sentencia, dictaminó que lo que él le había hecho era «un acto inmoral, pero no ilegal».
Con el paso de los años, ha emprendido otras causas y ha recuperado la mitad del dinero que le «estafó» su exmarido. «Sigue sin pagar voluntariamente, pero con un requerimiento del pago mensual, tiene que abonarlo». Macarena da la cara , es valiente y se dirige a posibles víctimas: «En el momento en que controla algo de tu vida: tu vestimenta, tu dinero... empieza a reconsiderarlo».
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