El Vaticano lanza un plan global para prevenir divorcios

A partir de los próximos meses, la Iglesia propondrá a quienes quieran casarse un «Itinerario catecumenal para la vida matrimonial», que podría durar entre uno y dos años , que se impartirá por sacerdotes y parejas experimentadas, y que incluye encuentros también después de la boda para ayudar a afrontar las primeras dificultades.

Según el Papa, la actual preparación es «demasiado superficial» y «las parejas corren el riesgo de construirse sobre unos cimientos tan débiles que se «desmorone» en poco tiempo y no pueda resistir ni siquiera las primeras crisis inevitables».

Si el plan funciona, ahorrará muchas lágrimas. El Papa escribe en la presentación del nuevo itinerario que los «fracasos traen consigo un gran sufrimiento y dejan profundas heridas en las personas. Se desilusionan, se amargan y, en los casos más dolorosos, acaban incluso por dejar de creer en la vocación al amor», recuerda el Papa.

Paradójicamente « la Iglesia dedica mucho tiempo, varios años, a preparar a los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa (con el seminario y el noviciado), pero dedica poco tiempo, sólo unas semanas, a los que se preparan para el matrimonio», constata el Papa, decidido también a cambiar esto.

La nueva propuesta del Vaticano se estructura en tres etapas: preparación al matrimonio (remota, próxima e inmediata); la celebración de la boda; y acompañamiento de los primeros años de vida conyugal .

Además, Francisco asegura que próximamente se publicará otro documento con «métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente ».

El documento no recoge los contenidos del curso, sino que propone a las conferencias episcopales «algunos principios generales» para que adapten el suyo a las personas interesadas. El texto, preparado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, pretende ayudar a las parejas a pensar sobre su futuro, y a tomar una decisión adulta, madura y consciente, no basada en la «costumbre ». Por eso, no se limitará a la exposición de cuestiones religiosas o morales, sino a abordar la realidad de cada pareja, «orientado hacia lo bueno y lo bello que es posible vivir en el matrimonio».

Comienza con un interesante diagnóstico sobre las causas del fracaso de los matrimonios. Por ejemplo, «la mentalidad hedonista que desvirtúa la belleza y la profundidad de la sexualidad humana , la autorreferencialidad que dificulta la toma de los compromisos de la vida conyugal, una limitada comprensión del don del sacramento del matrimonio, del significado del amor esponsal y de su carácter de auténtica vocación, es decir, de respuesta a la llamada de Dios al hombre y a la mujer que deciden casarse».

Propone además incluir algunos momentos especiales antes de la boda, como la entrega de una biblia, la recepción de una «oración de pareja» para rezar por el noviazgo, o una ceremonia sencilla para bendecir los anillos o para rezar por el propio noviazgo , siempre que no «limiten su libertad» antes del «sí quiero».

Sorprendentemente, a algunos observadores les ha llamado la atención que el Vaticano pida que se recuerde a los jóvenes el valor de la castidad antes del matrimonio . En tono muy positivo, el documento propone que se presente «la castidad como auténtica «aliada del amor», no como su negación».

Se trata de «la forma privilegiada de aprender a respetar la individualidad y la dignidad del otro, sin subordinarlo a los propios deseos. La castidad enseña a los recién casados los tiempos y los caminos del amor verdadero, delicado y generoso , y los prepara para el auténtico don de sí mismos que se vivirá luego durante toda la vida en el matrimonio».

Lamente que cuando no se vive la castidad antes del matrimonio, « a menudo, la dimensión sexual-genital se convierte en el elemento principal, si no el único, que mantiene unida a una pareja , y todos los demás aspectos, inevitablemente, pasan a un segundo plano o se oscurecen y la relación no progresa».

Por otro lado, pide que las parejas que ya viven juntas sean «acogidas con calidez y sin legalismo , apreciando su «deseo de familia», evitando ejercer cualquier presión sobre ellas, sino simplemente invitándoles a un tiempo de escucha y reflexión, dejando claro que la eventual decisión de celebrar el matrimonio sacramental la tomarán ellas». Se trata de recordar que «siguen abiertas al tema religioso y dispuestas a acercarse a la Iglesia».