Genética para frenar el hambre
Un proyecto de biotecnología realizado por científicos ugandeses incrementa hasta en un 600% los niveles de vitamina A de los plátanos, el producto de mayor consumo en el país africano
EDUARDO S. MOLANO
Enfundado en su eterna sonrisa, Andrew Kiggundu no es de los que se esconden debajo del árbol a la espera de tiempos mejores. En los últimos años, este doctor perteneciente a la Organización Nacional de Investigación Agrícola de Uganda (NARO) se ha embarcado en una ... romántica epopeya: la producción de plátanos modificados genéticamente. Un proyecto, encaminado a incrementar los niveles de hierro y vitamina A de estas frutas , así como a garantizar la resistencia de los cultivos. Pero, sobre todo, a paliar la inseguridad alimentaria que atraviesa el país africano.
Y los resultados no pueden ser más prometedores. Como asegura a ABC, las primeras cosechas demuestran que los niveles vitamínicos de estas muestras se han incrementado hasta en un 600%.
«Para la mayoría de la población rural que no tiene acceso a alimentos fortificados, la mejor manera de hacer frente a sus deficiencias alimenticias es mediante la bioingeniería », destaca el científico, mientras sujeta en sus manos algunos de estos «prototipos», de un tono anaranjado similar al de la zanahoria.
«Con nuestro proyecto actual, también esperamos aumentar la resistencia de las frutas frente a los nematodos (parásitos que, en caso extremos, pueden provocar la perdida del 60% de las cosechas)», añade.
En la actualidad, Uganda es el mayor consumidor de plátanos del mundo (entre 750 gramos y un kilo por persona al día). Sus variedades, eso sí, distan de las conocidas en Europa, destacando la utilizada para realizar «matoke», uno de los principales platos del país.
Sin embargo, pese a ello, las deficiencias de hierro y vitamina A son dos de los primordiales problemas de salud pública en Uganda. No en vano, la anemia causa el 30% de las muertes de mujeres embarazadas , así como el 40% de los fallecimientos de niños menores de cinco años.
«Es necesaria una nueva reglamentación que legalice la comercialización de estos productos (de momento, el Gobierno de Uganda no permite la venta de este tipo de plátanos modificados genéticamente). Los resultados reflejan que es posible acabar con las crisis alimentarias del país», reconoce Daniel Kamanga, miembro Africa Harvest, institución dedicada a promover el uso de la tecnología entre los agricultores.
Falta de fondos
Ya el pasado junio, NARO advertía de que la falta de fondos para eliminar una de las principales bacterias que afectan al plátano amenazaba, en Uganda, la seguridad alimentaria de hasta 14 millones de personas.
De acuerdo con la entidad, para frenar este mal -conocido como «banana xanthomonas wilt» y que provoca el marchitamiento de la fruta- eran necesarios cerca de un millón de dólares. En caso contrario, la cosecha podría verse reducida hasta la mitad en los próximos diez años .
«Nunca entenderé esta oposición a modificar genéticamente los alimentos en beneficio de la población -reconoce la doctora Emily Twinamasiko, directora general de NARO-. A fin de cuentas no hay ningún misterio, todo está modificado. Hasta la primigenia unión entre un hombre y una mujer no es más que un intercambio de genes».
Aunque, para ciertos sectores, el caso de los plátanos y el hambre sea diferente.
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