Dentro de la fábrica china de la esperanza contra el coronavirus
ABC entra en la planta de Sinovac, donde ya se produce una de las cuatro vacunas chinas que están en su última fase de ensayos
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Iniciar sesiónA la vista de la virulenta segunda ola del coronavirus que ya azota a Europa y América, la vacuna es la única esperanza que le queda al mundo para salir de esta maldita pandemia. Afortunadamente, se espera que llegue pronto porque ya ha ... y una decena de candidatas que están en su tercera y última fase de ensayos clínicos en diversos países. Cuatro de ellas son chinas; como la de Sinovac, compañía privada fundada en 2001 que ha patentado desde entonces seis vacunas humanas y una animal. Entre ellas destaca el Panflu.1, que fue en 2009 la primera vacuna del planeta contra la entonces tan temida gripe A (H1N1).
Más de una década después, su nueva fábrica al sur de Pekín ya produce Coronavac, como se denomina su remedio contra la enfermedad Covid-19. Con los albañiles todavía a pie de obra, entramos en sus laboratorios, donde técnicos pertrechados con trajes especiales de protección envasan los pequeños frascos con la vacuna y las jeringuillas de 0,5 mililitros que contiene cada dosis. Con una versión «desactivada» del virus , el método tradicional que se usa en otras vacunas como la de la gripe, requiere dos inyecciones en un plazo de entre 14 y 28 días para que el organismo genere anticuerpos. Tras obtener buenos resultados en las dos primeras fases de pruebas en China, los últimos ensayos clínicos se están llevando a cabo en Brasil con más de 10.000 voluntarios, en Turquía con 13.000 y en Indonesia con 2.000. Además, se está preparando otro con 2.000 personas en Chile.
«Antes de que la vacuna esté disponible, debemos terminar esta fase y notificar los resultados al regulador para obtener la licencia de venta. Nuestras pruebas en Brasil se encuentran a mitad del proceso y esperamos tener los resultados a finales de noviembre o principios de diciembre. Pero hay algo en la fase 3 que escapa a nuestro control porque tenemos que recopilar los casos confirmados y eso depende de la incidencia de la enfermedad en el país. Si todo va bien, esperamos tener los resultados antes de final de año y obtener la autorización, pero eso dependerá del tiempo que tarde el regulador en aprobarla», explica a ABC Helen Yang, directora general de Sinovac.
Aunque la vacuna todavía no ha sido aprobada por las autoridades chinas, ya se ha administrado de forma experimental en algunos hospitales de la provincia costera de Zhejiang a un precio de 400 yuanes (50 euros). Contando con que obtendrá el permiso en las próximas semanas, el objetivo de Sinovac es, según desgrana Helen Yang, «producir cien millones de dosis antes de final de año y 300 millones en 2021». Como eso no bastará porque la vacuna del coronavirus será seguramente el medicamento más demandado de la Historia, Sinovac espera ampliar su cadena de producción, que ahora está solo en Pekín, a dos países superpoblados donde efectúa sus ensayos: Indonesia y Brasil.
«Ninguna compañía sola puede salvar al mundo. Tenemos 7.000 millones de personas en todo el planeta. Como máximo, una empresa puede tener capacidad para mil millones… y lleva tiempo producir la vacuna. Espero que todos los países puedan tener su vacuna, desarrollada y distribuida con éxito, para que suponga un cambio en la pandemia», confía Helen Yang esperanzada en la efectividad del 90 por ciento anunciada por la de Pfizer y BioNTech.
Frente a dicha vacuna, que exige ser transportada a 80 grados bajo cero, la de Sinovac y otras que emplean un virus «desactivado» son más fáciles de manejar porque se conservan bien entre 2 y 8 grados. Con su estabilidad garantizada de forma más simple, las vacunas que utilizan este tipo de tecnología cuentan con una ventaja competitiva a la hora de ser producidas y comercializadas. Así se ve en la sencilla línea de envasado donde jóvenes operarios con trajes azules empaquetan las ampollas de Coronavac como si fuera cualquier otra cadena de montaje de las muchas que hay en China.
Trabajadores inmunizados
Los casi 3.000 trabajadores de la compañía han sido vacunados contra el coronavirus . «Como efectos secundarios, ha habido algunos casos de fiebre, pero no muy alta. En la mayoría de las ocasiones, lo que más se siente es cierto dolor en el lugar del pinchazo porque el adyuvante que potencia la vacuna, el hidróxido de aluminio, es bastante fuerte», detalla la directora general de Sinovac, quien también ha sido ya inmunizada contra el SARS-CoV-2. A tenor de la compañía, Coronavac puede combatir todas las cepas de este virus que existen en el mundo porque no se han detectado grandes diferencias genéticas entre ellas.
Ante el temor que despierta en muchos la rapidez con que se está desarrollando esta vacuna, frente a los procesos de varios años que eran habituales hasta ahora, Helen Yang insiste en su fiabilidad. «Los datos indican que tenemos un alto nivel de seguridad en las fases 1 y 2 , así como en lo que va de fase 3 en otros países. Aunque hemos trabajado rápido y al máximo en nuestra vacuna, nunca hemos sacrificado ninguno de los requisitos de calidad y control de este proceso. Los reguladores, no solo en China, sino también en Brasil, tienen unos estándares muy altos y los han reforzado en este caso porque saben que mucha gente demandará esta vacuna y su seguridad y calidad deben ser una prioridad», señala. Como ejemplo, recuerda que los ensayos en Brasil se suspendieron la semana pasada por un «incidente grave» que resultó ser la muerte de un voluntario que estaba probando la vacuna. Al aclararse que había sido por suicidio, los ensayos se retomaron de inmediato.
En el caso de Sinovac, su rapidez se ha debido a que la compañía ya empezó a desarrollar una vacuna contra el SARS entre 2002 y 2003, pero no llegó a culminarla porque el coronavirus que provocaba aquella enfermedad, parecido al actual, desapareció por sí solo.
«En enero, cuando ocurrió el estallido en Wuhan, al principio pensamos que era el SARS de nuevo. En ese momento ya teníamos un amplio conocimiento tecnológico porque habíamos desarrollado una vacuna contra el SARS hace 15 años. Algunos de los científicos e investigadores clave de entonces siguen con nosotros y teníamos la tecnología de la vacuna «desactivada». En ese momento queríamos usar la misma plataforma que teníamos en la compañía para desarrollar lo que llamamos vacuna contra el nuevo SARS. No esperábamos que esta epidemia se volviera global y tuviera un impacto tan grande en la vida social. Aunque estábamos usando la vacuna ˝desactivada˝ como hoja de ruta, no era la única. Utilizamos diferentes clases de tecnología. Pero, durante la investigación, la vacuna “desactivada” funcionó mejor que las otras y nos enfocamos en ella. Esta tecnología es efectiva y probada. Se ha empleado contra muchos tipos de enfermedades, como la polio. Esta tecnología funciona, sin importar a qué virus se aplica», promete Yang. «Para la vacuna "desactivada", retiramos la estructura del virus y matamos la parte activa . Mantenemos la partícula de las proteínas y la inoculamos en el cuerpo. El virus crece en las células y el cuerpo lo reconoce, pero no te infecta. El sistema inmunológico lo reconoce y empieza a tener una reacción creando anticuerpos», desgrana.
Arma diplomática
En estrecha colaboración con la Administración de Medicamentos de China, las farmacéuticas estatales y privadas han acelerado el proceso en esta carrera global por la vacuna . En juego está no solo uno de los mayores negocios de la Historia, sino también el prestigio internacional y una valiosa arma diplomática para que el autoritario régimen de Pekín mejore su imagen, muy dañada por la pandemia.
Además de empresas privadas como Sinovac y Cansino, que cotizan en Bolsa, farmacéuticas estatales como Sinopharm están desarrollando otras vacunas , una de ellas en colaboración con el Instituto de Productos Biológicos y Virología de Wuhan. Con el virus «desactivado», tendrá dos inyecciones y costará unos mil yuanes (120 euros). Por el contrario, la de Cansino y la Academia de Ciencias Militares, llamada Ad5-nCov, usa un virus creado genéticamente para provocar anticuerpos, pero sin capacidad de infección. Aprobada para su uso en el Ejército en junio, fue patentada en agosto. Bajo el plan de emergencia aprobado en verano, China asegura haber inmunizado ya a cientos de miles de soldados, médicos y funcionarios públicos que trabajan de cara al público o viajan a otros países.
Además, Sinopharm está poniendo ya la vacuna a los estudiantes que salen al extranjero, pero les ha ordenado que no hablen con los medios. En total, China quiere producir 600 millones de dosis antes de final de año. Para 2021, su objetivo es fabricar mil millones con el fin de vacunar a toda la población, única esperanza para volver a la normalidad que vivíamos antes del coronavirus.
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